Capítulo 5

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-Hey tú.
No podía creer que estuviera aventurándome de esta forma.
El chico de camisa blanca y gorra roja volvió hacia mí con algo de duda. Con su dedo índice se señaló a si mismo preguntando si era el a quien me refería.
-Sí, tu. Oye no tengo todo el día.
Se veía igual de arrogante que su padre.
-¿En qué puedo ayudarte?
En blanco, he quedado en blanco.
Al escuchar su voz no pude evitar pensar en blanco. En la blanca nieve que cae del cielo y la capa gruesa de esta que se forma en el suelo a cinco centímetros de este, en la esponjosas nubes del cielo, en la espuma que se forma en el mar al ser sacudido, en las olas, en las dulces gardenias que crecían en el jardín de mi madre. El pelaje invernal de los lobos, osos. Mi cabello. Pensaba en tranquilidad, aunque en realidad estaba pensando en toda mi vida, en lo que mis ojos habían visto en estos años, lo que mas placer me da. Su voz era placentera, en el buen sentido. Era tranquilizadora, fuerte y estable. Cuando volví a la realidad estaba tan cerca que podía oler su perfume, olía a menta. Pero también. Noté su rostro de confusión, estaba cerca porque quería despertarme.
-¿Ya hablaras?
Esbozó una media sonrisa.
-Yo...ehm...bueno...
«maldición»
-Ya veo porque no tienes amigos, búscame cuando estés decidida a hablar.
No puedo creer que haya dicho eso, esto es el colmo, no puede ser posible. Pagará.
Mi mente vacía volvió a la normalidad, ahora algo furiosa.
-Estoy lista ahora.
Tomé su muñeca soltando un poco de frío, para congelarla, después de seis segundos bastante calor, después frío de nuevo, de ese modo hasta llegar detrás de las gradas del campo. Se retorcía del dolor mientras lanzaba quejidos, todos los estudiantes nos dieron miradas durante todos los pasillos por los que dimos un recorrido. Incluso Alice quien había alzado su pulgar en aprobación, lanzando un guiño de manera exagerada.
Solté su muñeca después de arrojarlo con algo de la poca fuerza que poseía hasta detrás de las gradas.
Lo miré expectante esperando a que dijera algo, pero cuando lo hizo no fue bueno.
-Ok, esta es la parte en la que me besas con pasión y me confiesas que estas enamorada de mí-dijo egocéntrico.
-No. Esta es la parte cuando me cuentas que fue lo que te dijo tu padre.
-¿Qué te dijo a ti?-su sonrisa burlona volvía a aparecer, solo que esta vez unos dientes blancos y alineados con unos colmillos asomaron.
-Nada, sólo me dijo que tu me dirías lo que necesito saber.
-Oh, claro. Eso.
Se inclinó hacia atrás exagerando las expresiones, haciendo parecer que recordaba la memoria como si de la cura de Alzheimer se tratase.
Mi cara de disgusto no podía ser más grande, mi nariz estaba inflada, mis párpados se encontraban a la mitad, cejas en línea recta, más una postura rígida y brazos cruzados.
-¿Qué te parece si paso por ti a las ocho y lo discutimos en el muelle?-soltó de repente acercando su rostro al mío
-¿Cómo sabes mi dirección? ¿De qué muelle me estás hablando?-creo que es igual de acosador que su padre.
-Me lo dijo un pajarito, literal-sabia a que se refería-además, es de mal educación contestar una pregunta con otra.
Pedante.
-Ok, paso por ti a las ocho en punto.
Con una sonrisa de media vuelta y las manos en los bolsillos de la chaqueta dio media vuelta para después caminar por el camino de hojas que se había formado por las hojas secas que caían y volaban hasta chocar contra las paredes del gimnasio.
Este bastardo acabaría conmigo.

En este momento pasaban por mi mente dos cosas. "Necesito comprar un auto" y "Necesito contarle la verdad a Alice". Me resultaba aburrido caminar quince cuadras del colegio a casa, Mike había hecho sonar su motor cuando pase al lado de su auto, pero por su puesto que no subiría. Reacomode la mochila en mi hombro y me eche a andar. Sobre Alice, ya no podía seguir mintiéndole, a pesar de que fuera un poco...comunicativa...jamás había contado algún secreto, solo los contaba cuando estaba segura de que ya eran públicos, mientras tanto era una tumba, aunque eso no significaba que su garganta no ardiera por querer contar sus secretos. Había rechazado salir con ella muchas veces, también la había engañado, pero ahora no podía hacerlo, la necesitaba más que nunca. Mike no estaba, ni estaría en un buen tiempo. Además de que prácticamente vivimos juntas, ella duerme en mi casa incluso entre semana. Viajamos juntas, hacemos los deberes juntas, compartimos ropa. Pero esas son cosas de morrales comunes, es decir, es con lo que los humanos tienen que lidiar. Yo lo hago. Pero no completamente.
Cuando cierro la puerta tras de mí alguien sale de la puerta del armario, me tapa la boca y me empuja hacia la sala. Grito, pateo y rasguño con todo mi esfuerzo, pero nada funciona. Así que lanzó una bolita de fuego hacia el pantalón de mi atacante. Este se aleja y grita mientras se sacude el pantalón, el fuego se extiende. Al fin toma la decisión de vaciar una jarra de agua en él, cesa.
-¡¿Qué te sucede?!-sus ojos grises me miran enfadado.
-Estaba asustada, explícame porque decidirte atacarme como un psicopata.
Tal vez si sabia quien era, solo tal vez.
-Después de lo que hiciste no debería de ayudarte, ni mostrarte lo que hay arri...-se detuvo de repente
-¿Qué hay arriba?
Se mantuvo en silencio un momento, pensando en como formularía la siguiente oración, o tratando de descifrar si era lo correcto.
-Será mejor que lo veas por ti misma.
Camino hasta las escaleras alfombradas frente a mí, luego me permitió seguir adelante. Pasamos su habitación, después el baño, la habitación de huéspedes, al final la puerta de las escaleras que conducían a mi habitación. Subimos los escalones en silencio, un tenso silencio. Gire la perilla de mi habitación, todo parecía normal, solo estaba un poco más frío. Así que lance una llama que recorrió en fila las velas que estaban formadas en línea recta por repisas al rededor de toda la alcoba.
Lucas tanteo la cabeza en señal de que lo siguiera. Nos detuvimos en el ventanal que daba hacia el balcón, también al de Mike. Estaba apunto de abrir cuando mi hermano me detuvo. Tomándome de los hombros y forzándome a que lo mirara.
-Escucha, antes de que mires lo que tienes que saber, quiero que seas consiente de que a veces los hombres hacemos cosas estúpidas, somos estúpidos. Pero el punto es que cometemos errores, en especial cuando no estamos seguros de lo que sentimos o de quienes somos. Cuando algo confunde todo lo que hemos tenido claro, y pareciera que es totalmente lo opuesto.
Lo decía serio, con cierto miedo en la mirada.
-Adelante.
Inmediatamente soltó mis hombros si vuelta extrañada. En silencio y tranquilamente gire las perillas abriendo hacia afuera las puertas. La noche se encontraba tranquila. No había viento, sin embargo las bajas temperaturas estaban presentes. Mire al cielo y el hombre de la luna se había convertido en el cómplice de la humanidad, en la cuna de los bebés y en la luz de la noche. Los grillos e insectos revoloteaban, podía escuchar el chocar de sus alas con el invisible aire. Cuando la puerta de mi cuarto se cerró detrás de mi dando por entendido que Lucas había abandonado la habitación abrí los ojos. La ventana de Mike se encontraba entre abierta, pero la luz estaba apagada. Su lámpara de lectura estaba en el nivel más bajo, y eso no era normal. Él jamás dejaba la ventana abierta cuando leía, tampoco leía con la luz baja. Algo andaba mal. Además de que la cortina estaba un poco arrugada del borde, como si alguien la hubiera forzado. Salte desde mi balcón utilizando un impulso de viento otoñal hasta caer ligera del otro extremo. El silencio era abrumador. Hasta que me acerque más. Los gemidos que se escapaban en suspiros eran femeninos, lo reconocía. Pero apuesto a que un ladrón no irrumpiría en una casa solo para tener privacidad con su amante fugitiva. Entonces sentí esa punzada en el corazón, alguien estaba apretándolo.
-Espera...no puedes...oye...-hablaba entre risas, pero aún así reconocí su voz.
«Alice»
Mi vista fue nublada por lagrimas que brotaban sin razón de mis ojos, los huesos me dolieron, al mismo tiempo que el alma. Mire al hombre de la luna culpándolo por ser el cómplice de los amantes, pero pidiéndole que me hiciera entender porque aquella acción estaba siendo realizada. ¿Amor? ¿O simplemente pasión?
«Ayuda»

Terrenal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora