Ese día me desperté gracias a la intensa luz solar, había olvidado cerrar las cortinas. Traté de removerme en la cama pero raramente tenía menos espacio del que solía tener. Giré mi cabeza y me encontré con cierto rubio durmiendo a mi lado, no puedo creer que se haya quedado a dormir. A mi mente iban llegando los recuerdos de la noche anterior, él logró consolarme y luego nos quedamos hablando hasta altas horas de la noche, después de eso supongo que nos quedamos dormidos.
Estiré mi mano hasta la mesita de luz para tomar mi teléfono, la luz de la pantalla me cegó por unos segundos hasta que mis ojos se acostumbraron al brillo. Eran las 9:30 de la mañana, decidí levantarme de una buena vez.
No quise despertar a Niall, era la persona más adorable del mundo cuando estaba dormido. Me levanté con cuidado de la cama y salí de mi habitación tratando de hacer el mínimo ruido posible, por suerte Niall siguió durmiendo. Bajé las escaleras y me encontré con mi madre en la cocina.
-Buenos días- saludé con voz ronca.
-Buenos días hija- me dio un beso en la mejilla cuando pasé por su lado- ¿Niall aún no despierta?- me congelé al oír su pregunta ¿cómo sabía que él estaba en la casa?- Anoche cuando tu padre y yo regresamos del hospital fui a ver si querías algo de cenar pero creo que estabas más ocupada con Niall.
-Yo... ni siquiera noté cuando nos quedamos dormidos, estábamos platicando anoche y cuando desperté pensé que se había ido pero lo encontré en mi cuarto.
-Deberías prepararle el desayuno, ya sabes que tiene mucha hambre en las mañanas.
-Tiene hambre todo el tiempo, no solo en las mañanas- las dos reímos.
-Si quieres lo preparo yo, mientras tú ve a levantarlo.
-Gracias- salí de la cocina pero al instante regresé- Prepara tostadas con mantequilla, son sus favoritas.
Mi madre asintió y comenzó a preparar nuestro desayuno. Subí las escaleras y entré silenciosamente a mi habitación. Niall seguía en la misma posición de hace un rato, no se movió ni un centímetro. Me acerqué despacio a él y comencé a moverlo.
-Niall- susurré meciéndolo levemente- Niall, despierta- esta vez subí un poco más la voz pero aún así no despertaba.
Me senté del otro lado de la cama y seguí moviéndolo cada vez más. Este chico si que tenía el sueño pesado. Suspiré con frustración y tomé una almohada dispuesta a despertarlo, no me quedaba otra opción.
-¡Niall!- grité estampando la almohada contra su cara.
El rubio abrió los ojos con una expresión de susto. Despertó tan aturdido por el golpe que perdió el equilibrio y cayó de la cama. No pude evitar reír al verlo medio dormido en el piso y con el pelo despeinado.
-Oye- se quejó frotándose los ojos- Deja de reírte, no es gracioso.
Por más de que lo intentara no podía parar. La escena era bastante graciosa aunque me sentía un poco mal por él.
-Así que te parece muy divertido ¿eh?- inmediatamente se levantó del piso con una sonrisa maliciosa. Se lanzó sobre mi colocando todo su peso en mi pequeño cuerpo- ¿Qué te parece esto?
-Niall... no puedo... respirar- su cuerpo era muy pesado, tanto que me costaba inhalar aire- Quítate.
-Mmm, no lo creo.
Traté de quitarlo de mi pero era imposible, era mucho más fuerte que yo. Ahora era él quien reía, eres un idiota Horan.
-Necesitas hacer más ejercicio- dijo burlón.