CAPÍTULO 7

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Día 2

Cuando desperté me metí en la ducha; allí tenía todo lo que necesitaba.

Me puse mi ropa, ya que iba a dar una vuelta por el hospital.

Me puse unos pantalones negros de talle alto con una camiseta de patatas fritas, con mis zapatos de suela gruesa y una trenza rociera de espiga. (Foto multimedia por si no sabeis como es)

Estaba en una planta un poco calmada, ya que todos los de aquí le han ocurrido lo mismo que a mi.

Fui a la planta de abajo; allí había mucha gente, y muchos niños de mi edad o más mayores.

- Oye la de las patatas fritas. -Me gritaron.

- ¿Algún problema? -Dije sonando borde.

- No le eches cuenta, es así de mongolo. -Me dijo una niña que salió de una habitación.

- Ya veo.

- ¿Cómo te llamas? -Me preguntó la chavala.

- Aina. ¿Y tu?

- Yo Marta.

Era mas bajita que yo, con el pelo negro un poco por debajo de los hombros. Tenía brakets.

- ¿Quieres venir a la habitación? Hay un montón de gente.

- Bueno, está bien. -Le sonreí.

Cuando entré en la habitación vi a un montón de niños.

- Ella es Aina.

Me presentó a todos los de allí, aunque por supuesto no me quedé con los nombres de todos.

- ¿Y que haces aquí? -Me preguntó el que estaba tumbado en la camilla.

-Estoy aquí ingresada, dentro de una semana me dan el alta.

- ¿Qué te ha pasado?

- Una larga historia.

- Cuentanosla, nos has dejado con la intriga. -Me dijo otro chaval.

- No quiero contar nada, será mejor.

- Que sosa hija. -Dijo el último que habló.

- Pues si te parezco sosa te aguantas. Si no lo quiero contar no lo cuento, tengo mis motivos.

- Guti, callate. Ella cuenta lo que le de la gana. -Dijo otra vez el de la camilla.

Nos quedamos todos en silencio hasta que Marta dijo que si me iba con ella al baño.

Yo acepté.

- No eches cuenta a Guti, es un mal educado. Lo siento si te has sentido incómoda.

- No hace falta que tu me pidas perdón. ¿Porque estáis aquí todos?

- Jose, el de la camilla, se dio un golpe en la cabeza y lo trajeron aquí de urgencias. Dentro de una semana también le dan el alta.

- Yo estoy aquí porque quedé en coma.

Marta se calló y me miró con los ojos muy abiertos.

Le conté esto a Marta porque me había caído muy bien, y si lo cuenta tampoco pasa nada.

- ¿En coma? -Me pregumtó.

- Sí. Porque me cortaba. Un día llegué a mi límite y así me quedé. Desperté hace dos días mas o menos. Pero ya estoy bien.

- ¿Por qué te cortabas?

- Por un cabrón...

Nos quedamos en silencio. Un silencio halgo incómodo.

- ¿Vamos ya?

- Sí claro.

Fuimos a la habitación. La verdad que esta gente era muy simpática, menos Guti, me empezó a caer mal desde que me gritó.

Ellos se tuvieron que ir y yo me subí a mi planta. Mañana habíamos quedado en la habitación de Jose.

Entré en mi habitación y cogí el movil.

13 llamadas perdidas de Dani y Lucía.

Llamé a mi hermana.

- Lucía, ¿que pasa?

- Me habías asustado, no cogías el móvil y me habían dicho que no estabas en la habitación.

-Estoy bien tranquila. No te preocupes.

Pues mi tarde se basó en leer.

Hoy la comida estaba mejor, había ñoquis, y estaban bastante buenos.

Dani había venido a traerme regalices rojos rellenos, kikos, chocolate y pipas.

Lo quería con locura.

A la noche me duché otra vez, el aire acondicionado no iba y sudé como nadie había sudado en la vida.

Me puse la bata y me intenté dormir, pero fue en vano.

A las 4 de la madrugada fui a la ventana y me senté otra vez. Ahí se estaba fresquito porque corría el aire.

Me miré mis muñecas vendadas.

Estaban cicatrizadas, pero aún se notaban los cortes.

Me puse la venda y cerré los ojos.

Me fui a la cama, respiré hondo.

- Ya queda menos Aina... -Cerré los ojos y me dormí.



En las buenas te quiero y en las malas también. {Gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora