CAPÍTULO 9.

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Día 4.

Me levantaron a la hora de la comida.

Ayer me acosté muy tarde y ahora me arrepiento.

La enfermera de la comida ya me cae mal, me despierta gritando, y a mi eso como que no.

- Aquí le dejo la comida, espero que esta vez coma algo eh. -Me dijo.

- No lo se, no tengo mucha hambre.

Me dejó la bandeja e inspeccioné la comida.

No había nada raro, era ensaladilla y salchichas. Y de postre piña.

Me lo comí todo, tenía mucha hambre.

Me vestí con unos pantalones vaqueros largos rotos, hoy el aire de todo el hospital estaba muy alto y hacía frío. Me puse una camiseta de los emoticonos del WhatsApp y umas sandalias negras. Y el pelo suelto.

Fui a la habotación de José. Estaba comiendo.

-¿Se puede? -Le sonreí.

-Claro, pasa. -Me devolvió la sonrisa.

- Que aproveches.

- Gracias.

- Hoy parece que la comida está mejor, otros días es para quemarla dios.

- No veas, ¿puré de acelga? Quien coño come eso.

- Es verdad. -Reí.

A los cinco minutos ya había termimado de comer.

- Ala, a tomar por culo. -Dijo mientras recogía la bandeja que se le había caído.

- Yo te ayudo torpe. -Reí.- Menos mal que los recipientes son de plástico.

Vino la mujer de la comida.

Era la misma mujer que me la traía a mi.

Por dios, esta mujer está hasta en la sopa.

- ¿Y que haces aquí?

- Ayer me dijiste que viniera a tu cuarto a la hora del almuerzo.

- Es verdad. -Rió.- ¿Que hacemos?

- Eso digo yo. ¿Tu puedes salir de tu habitación?

- No, pero si quieres salgo.

- No, no, dejalo, si no puedes será por algo.

- Bueno, hablame de ti.

Le conté toda mi vida, desde que me fui a Madrid hasta que quedé en coma.

Él se quedó con la boca abierta.

- Lo siento por lo de tu madre y por lo de Jesús.

- No pasa nada. Lo de mi madre está asumido aunque lo pasé muy mal. Y lo de Jesús... intemtaré olvidarlo. -Sonreí falsamente.

- ¿Y si te enamoras otra vez?

Me quedé callada.

No sabía que contestar.

Nunca me había hecho esa pregunta.

- Supongo que... No se. El amor no se puede controlar. ¿Y tu tienes novia? -Dije cambiando de tema.

- No. Aunque eso no es lo más importante ahora. -Sonrió.

Dios, cada vez que sonreía me mataba.

Espera.

No puede ser.

Creo que José me gusta.

Aunque no estoy segura.

- Aina. -Dijo chascando los dedos en mi cara.

- Ah si, lo siento, estaba en mi mundo.

Hoy tampoco vinieron los amigos de José, y Dani y Lucía iban al cine; hoy no venía nadie.

- Dios, me aburro. -Dije sentandome en el sillón.

- Y yo. Ve a preguntar a la mujer de recepción si puedo salir. No aguanto más.

- Vale. ¿Que habitación es?

- La 212.

Fui a recepción que estaba a tomar por culo de la habitación.

- Perdone. -Dije amablemente.

- ¿En que le puedo ayudar?

- El de la habitación 212 me ha dicho que le pregunte si puede salir de su cuarto.

- Espera, que llamo a su doctor.

Estuvo mirando el ordenador, cogió el telefóno, se dio la vuelta y empezó a hablar.

Cuano colgó se dirigió hacia mi.

- Dice que si, que si no está mas de dos horas continuas andando si puede.

- Vale, gracias. -Le sonreí.

- Espera, ¿tu de que habitación eres?

- De la 602.

Me fui de allí y subí a la habitación de José.

- Si. Me han dicho que si puedes.

- Ole, ole.

- Pero no puedes estar mas de dos horas continuas andando.

-Tranquila, que yo controlo.

- Venga, vístete y nos vamos.

Y así hizo, se vistió. La verdad que estaba muy guapo.

Fuimos a la cafetería y compramos chuches.

Inspeccionamos cada sala del hospital.

A las 9:30 me fui mi habitación, me duché y me puse mi bata.

Me senté en la ventana, cogí el móvil y hablé con José.

Le mande fotos de donde estaba, ya que insistió para que se las mandase.

Me dijo que me bajase de ahí que me iba a caer, tal y cual.

A las 4 de la madrugada me despedí de él y me fui a la cama.

No sabía si me gustaba o no.

Me tenía comiendo la cabeza.

- Menudo lío macho. -Dije antes de dormir.

En las buenas te quiero y en las malas también. {Gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora