Día 4.
Me levantaron a la hora de la comida.
Ayer me acosté muy tarde y ahora me arrepiento.
La enfermera de la comida ya me cae mal, me despierta gritando, y a mi eso como que no.
- Aquí le dejo la comida, espero que esta vez coma algo eh. -Me dijo.
- No lo se, no tengo mucha hambre.
Me dejó la bandeja e inspeccioné la comida.
No había nada raro, era ensaladilla y salchichas. Y de postre piña.
Me lo comí todo, tenía mucha hambre.
Me vestí con unos pantalones vaqueros largos rotos, hoy el aire de todo el hospital estaba muy alto y hacía frío. Me puse una camiseta de los emoticonos del WhatsApp y umas sandalias negras. Y el pelo suelto.
Fui a la habotación de José. Estaba comiendo.
-¿Se puede? -Le sonreí.
-Claro, pasa. -Me devolvió la sonrisa.
- Que aproveches.
- Gracias.
- Hoy parece que la comida está mejor, otros días es para quemarla dios.
- No veas, ¿puré de acelga? Quien coño come eso.
- Es verdad. -Reí.
A los cinco minutos ya había termimado de comer.
- Ala, a tomar por culo. -Dijo mientras recogía la bandeja que se le había caído.
- Yo te ayudo torpe. -Reí.- Menos mal que los recipientes son de plástico.
Vino la mujer de la comida.
Era la misma mujer que me la traía a mi.
Por dios, esta mujer está hasta en la sopa.
- ¿Y que haces aquí?
- Ayer me dijiste que viniera a tu cuarto a la hora del almuerzo.
- Es verdad. -Rió.- ¿Que hacemos?
- Eso digo yo. ¿Tu puedes salir de tu habitación?
- No, pero si quieres salgo.
- No, no, dejalo, si no puedes será por algo.
- Bueno, hablame de ti.
Le conté toda mi vida, desde que me fui a Madrid hasta que quedé en coma.
Él se quedó con la boca abierta.
- Lo siento por lo de tu madre y por lo de Jesús.
- No pasa nada. Lo de mi madre está asumido aunque lo pasé muy mal. Y lo de Jesús... intemtaré olvidarlo. -Sonreí falsamente.
- ¿Y si te enamoras otra vez?
Me quedé callada.
No sabía que contestar.
Nunca me había hecho esa pregunta.
- Supongo que... No se. El amor no se puede controlar. ¿Y tu tienes novia? -Dije cambiando de tema.
- No. Aunque eso no es lo más importante ahora. -Sonrió.
Dios, cada vez que sonreía me mataba.
Espera.
No puede ser.
Creo que José me gusta.
Aunque no estoy segura.
- Aina. -Dijo chascando los dedos en mi cara.
- Ah si, lo siento, estaba en mi mundo.
Hoy tampoco vinieron los amigos de José, y Dani y Lucía iban al cine; hoy no venía nadie.
- Dios, me aburro. -Dije sentandome en el sillón.
- Y yo. Ve a preguntar a la mujer de recepción si puedo salir. No aguanto más.
- Vale. ¿Que habitación es?
- La 212.
Fui a recepción que estaba a tomar por culo de la habitación.
- Perdone. -Dije amablemente.
- ¿En que le puedo ayudar?
- El de la habitación 212 me ha dicho que le pregunte si puede salir de su cuarto.
- Espera, que llamo a su doctor.
Estuvo mirando el ordenador, cogió el telefóno, se dio la vuelta y empezó a hablar.
Cuano colgó se dirigió hacia mi.
- Dice que si, que si no está mas de dos horas continuas andando si puede.
- Vale, gracias. -Le sonreí.
- Espera, ¿tu de que habitación eres?
- De la 602.
Me fui de allí y subí a la habitación de José.
- Si. Me han dicho que si puedes.
- Ole, ole.
- Pero no puedes estar mas de dos horas continuas andando.
-Tranquila, que yo controlo.
- Venga, vístete y nos vamos.
Y así hizo, se vistió. La verdad que estaba muy guapo.
Fuimos a la cafetería y compramos chuches.
Inspeccionamos cada sala del hospital.
A las 9:30 me fui mi habitación, me duché y me puse mi bata.
Me senté en la ventana, cogí el móvil y hablé con José.
Le mande fotos de donde estaba, ya que insistió para que se las mandase.
Me dijo que me bajase de ahí que me iba a caer, tal y cual.
A las 4 de la madrugada me despedí de él y me fui a la cama.
No sabía si me gustaba o no.
Me tenía comiendo la cabeza.
- Menudo lío macho. -Dije antes de dormir.
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En las buenas te quiero y en las malas también. {Gemeliers}
LosoweLa vida de la protagonista dará un giro de 360° que ni ella ni nadie se esperaba. SEGUNDA PARTE DE 'Un invierno único {Gemeliers}