CAPÍTULO 11.

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Día 6.

Hoy ya me decían si todas las pruebas estaban bien.

Estaba nerviosa.

Me levanté y me vestí, el médico vendría dentro de nada.

Abrieron la puerta.

- Hola Ainara. -Sonrió.

- Aina, por favor.

- De acuerdo Aina. Pues al parecer está todo bien.

-Bien. -Sonreí alegre.

- Pero metemo que hoy no podrás irte a casa. Tus defensas son muy bajas y prefiero que no te vayas y te quedes un día más, a irte y que posiblemente por este motivo vuelvas al hospital y te quedes 3 semanas más.

- Sí, lo entiendo.

Me estuvo explicando todos los resultados de las pruebas.

No me enteraba ni de la mitad.

Se fue y me quedé en la cama mirando al techo.

Abrieron otra vez la puerta.

-Hola.

-Hola José. -Le di un abrazo.

- ¿Te vas hoy?

- Que va, mis defensas son bajas y me tienen que dar no se que toda la noche. ¿Y tu?

- Parece ser que mi herida de la cabeza todavía no está del todo curada, así que, hoy tampoco me voy.

- Menos mal, no sabría que hacer aquí sola.

Él se me quedó mirando a los ojos, yo agaché la cabeza para jugar con mi pelo.

- Eh, ¿que te pasa? -Me cogió de la barbilla y me levantó la cabeza.

- Tengo miedo de muchas cosas José. -Mis ojos empezaron a brillar.

-A ver, cuentame.

-Tengo miedo que después de salir de aquí no me pueda controlar y me corte otra vez. -Miré mis muñecas.- Tengo miedo de que me hagas lo mismo que él. -Mis lágrimas parecían que deseaban salir de mis ojos.

- Oye, te juro que yo no te voy a hacer nada malo, siempre voy a estar ahí, te lo prometo. -Me abrazó.

No pude contener las lágrimas.

Me besó.

Este beso fue distinto, no fue como el primero. En este beso pensaba en Jesús.

Tengo que admitir que con todas las cosas que me ha hecho, sigo sintiendo algo.

La puerta se abrió de golpe y nos separamos de inmediato.

Era la enfermera porculera que venía a traer la comida, menos mal que mañana ya no la veria.

José se fue a su habitación.

Comí lo que había, la verdad que no estaba echando mucha cuenta a la comida.

Me preocupaba bastante por todo.

A pesar del daño, Jesús sigue siendo el único.

La tarde se pasó rápido teniendo a José a mi lado.

A las 8:15 nos tumbamos los dos en la cama.

Mirábamos hacia el techo.

Pensando.

No dijimos palabra.

Mis ojos se fueron cerrano hasta quedarme totalmente dormida.

En las buenas te quiero y en las malas también. {Gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora