CAPÍTULO 19.

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Abro los ojos poco a poco.

No veo borroso, buena señal.

La cabeza ya no me duele.

Otra buena señal.

No hay nadie en la habitación.

Me han dejado comida en la mesilla.

Tostadas con colacao.

Tendría que ser por la mañana.

Veo que la puerta se abre, y aparece Jesús.

- Buenos días. -Dijo cerrando la puerta detrás suya.

- Buenos días. -Sonreí.

- ¿Estás mejor?

- Sí, parece que sí.

Se sentó en un hueco de mi camilla.

- Menos mal que no te ha pasado nada.

- ¿Pero que me ha pasado en verdad?

Jesús dio una insonora carcajada pero la pude escuchar.

- Tus cortes aun no estaban cicatrizados lo suficiente y casi te desangras.

- ¿Y cómo me empezó a salir sangre?

- En aquel momento en el que casi tu y yo... ya sabes -me miró- han dicho los médicos que tuviste pulsaciones muy fuertes y, claro, la sangre empezó a ir más rápido y en mayor cantidad.

- En fin... Que no puedo estar contigo de aquella manera hasta que se me curen del todo.

- Los médicos te han metido plaquetas para que los cortes se cicatricen antes.

- Menos mal.

Jesús se limitó a sonreír y a jugar con mis manos.

- Todo lo que te pasa es por mi culpa, ¿te das cuenta?

- ¿Que hablas? No, eres tonto.

- Aina, asumelo.

- Por tu culpa no es, ni por la de nadie, no puedes echarte las culpas de lo que me pasa cuando ha sido un accidente. Ni tu ni yo sabíamos que iba a pasar esto.

Jesús se levantó y se acercó a darme un beso en la mejilla.

- Esta tarde de vendré a buscar cuando te den el alta.

- ¡Menos mal que no me tengo que quedar aquí una semana dios! -Grité.

- Estás loca. -Rio.

- No hace falta que vengas, seguro que vendrá mi hermana y Dani.

- Es verdad.

- Oye, ayudame a comerme el desayuno, por favor.

- Es para ti, te lo tienes que comer tu.

- Es que no tengo hambre. -Puse pucheros- Por, favor.

- Ains, está bien. Pero no me pongas más esa cara.

- Gracias. -Sonreí victoriosa.

Jesús se sentó al lado de mi camilla otra vez, y estuvimos comiendo el desayuno entre risas.

La verdad que este niño me daba vida.

Mientras tanto...

Las 11:12.

Tenía tanto sueño...

Me quedé hasta las seis de la mañana con mi hermana en el hospital.

Yo sola con ella, le dije a Dani que se fuera.

Me levanto y me visto.

Unos pantalones cortos negros y una camiseta de mangas cortas rosa palo que ponía "Believe in you" en blanco. Con unas zapatillas de suela alta negras.

Me peiné, tenía mas enredos que por poco me dejo calva.

Al tener el pelo liso natural, se te enreda más y es un coñazo.

Me lavé la cara y tenía ojeras.

Fuck.

Cogí el corrector de mi hermana y me lo eché.

Lista.

Cogí el móvil y llaves y me fui directa a la parada de autobús para ir al hospital.

No había nadie en el autobús y la verdad que no me sentía segura.

Empezó a sonar "Ya no -Manuel Carrasco" en mi móvil.

"Danielín♥"

Lo cogí.

- Dime. -Contesté nada más descolgar.

- ¿Ya estás en el autobús?

- Sí, voy de camino. ¿Y tu?

- Ya estoy aquí con tu hermana.

- Vale.

- ¿Hay gente por ahí?

- No, estoy sola en el autobús. -Reí.

- Si te pasa algo llámame eh.

- No me va a pasar nada, pero vale. Tranquilo.

- Aquí te espero tonta.

- Hasta ahora. Te quiero.

- Y yo.

Colgué y seguí mirando por la ventana del autobús.

15 minutos después...

Ya, por fin llegué al hospital.

Entré y pregunté por la habitación.

228.

Cogí el ascensor y me metí en su habitación con una sonrisa.

La vi allí sentada hablando con Dani.

- Hola mi niña. -Fui a abrazarla.

- Hola Lucía.

- ¿Estás mejor?

- Sí. -Me sonrió cuando nos separamos.

- Esta tarde ya le dan el alta. -Intervino Dani.

- Vamos a venir a recogerte ¿vale?

- Vale.

Estuvimos un rato hablando los tres hasta que Dani se fue a por unos refrescos.

- Aina. -Me senté a su lado.

- Dime.

- Lo siento por dejarte tantas veces sola, de verdad. Me siento tan culpable...

- No pasa nada tonta, no te tienes que sentir culpable. Tampoco tienes que estar pendiente de mi las 24 horas del día. Además, tampoco soy tan pequeña, tengo la misma edad que tu. -Rio.

- Pero desde que te pasó aquello me prometí a mi misma que te iba a vigilar, pero...

- Eh, que no pasa nada ¿vale? Además no me gusta ser el centro de atención. -Rio.

- Eres la mejor. -La abracé.

En ese momento vino Dani.

- Toma Aina tu Coca-Cola, Lucía tu Fanta y yo mi Nestea.

- Que buena memoria tienes.

- ¿Has visto nena? -Me dio un beso en la mejilla.

Y así nos pasamos hasta la hora de comer.


En las buenas te quiero y en las malas también. {Gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora