Miré por la mirilla a ver quien era el más oportuno.
José.
Me giré a ver a Jesús que me estaba mirando... El culo.
Mala idea de ponerse mayas hoy.
- Ejem. -Tosí falsamente, haciendo que Jesús me dejase de mirar el culo.
- Lo siento. -Dijo sonrojado, y un poco con el volumen alto.
Le hice un gesto para que se callase y vocalice cuidadosamente la palabra 'José'.
Jesús abrió los ojos y se escondió en el cuarto de baño.
Chico listo.
Abrí la puerta.
- Aina, que de tiempo. -Me dio un abrazo.
- Hola José. -Correspondí a su abrazo, no tenía otro remedio.
- ¿Puedo pasar?
- Claro. -Me quité de en medio de la puerta y lo dejé pasar.
- Ya no me hablas. No me mandas mensajes. Pasas de mi. -Me dijo de sopetón.
- Lo siento. -Miré al suelo.
- ¿Hay otro chico? -Dijo nervioso.
- No, no hay otro. -Mentí.
- Dime la verdad.
- No hay otro José, de verdad. -En estas cosas se me da bien mentir.
- ¿Entonces? Dime un motivo.
- Es que... -pensé en una excusa creíble- no me gustas como antes.
Ouch, le tuvo que doler.
- ¿En serio?
- S-Si.
- Te ayudé mucho con el tema ese del tal Jesús.
- Y te agradezco muchísimo lo que hiciste.
- Oye. No será que ese tal Jesús y tu...
- No, José, no. -Le miré antes de que pueda decir nada.
- Bueno. Si es así, que te vaya bien.
Cogió el camino hacia la puerta y se fue.
Pobrecito, me dolía haberle dicho todo eso.Pero es la verdad y ya esta.
Si no lo quiero a él, es lo que hay.
- Jesús, puedes salir.
Y Jesús no salía.
¿Que estará haciendo?
Me acerqué a la puerta y grité.
- ¡Como te estés haciendo una paja en mi cuarto de baño te enteras!
- Aina, estas gilipollas.
- ¿Entonces que haces?
Entré y vi que Jesús estaba quitando todas las cosas puntiagudas de mi cuarto de baño.
- No se porque lo haces si ya no tengo motivos para cortarme. -Dije cruzada de brazos apoyada en el marco de la puerta.
- Por si acaso. Mejor prevenir que curar.
Cogió todo lo que veía puntiagudo y los tiró a la basura.
- Pobre José, es un buen amigo. No se porqué le has dicho eso.
- Porque no me gusta él, y punto.
- ¿Porque no quieres decirle que estás conmigo? Osea, es que ni estamos juntos ni nada pero...
- Ya se que no estamos juntos, pero como tu dijiste que si estaba preparada que tu estabas ahí. Además, no quiero decirle a nadie que el que me ha hecho mas daño en mi vida, osea tú, estamos juntos otra vez.
Jesús agachó la cabeza, parecía ¿decepcionado? Sí, creo que esa es la palabra que lo describía ahora mismo.
- Aunque has sido muy capullo, te sigo queriendo.
Jesús solo me miraba.
- ¿Sabes? Dicen que quien repite amores, repite errores. Pero eso se queda sólo en una frase.
Jesús me cogió de la cintura de tal manera que mi cuerpo quedó pegado al suyo.
Mientras tanto...
Iba andando por la calle cuando siento un dolor muy fuerte en mis ovarios.
Vale. A Lucía le acababa de bajar la regla. Que alguien me aplauda.
- Dani. -Dije
- Dime.
- Mírame el culo.
- ¿Cómo? -Dijo con cara de no tener ni idea.
- No preguntes, tu solo miramelo.
- Ya te lo miro todos los días pero por una vez más no pasa nada.
- Tonto. -Reí.
Yo andé para al ante y Dani se quedó detrás mía.
- Buen culo. -Dijo acercándose a mi.
- ¿No tengo nada raro?
- Mmm... No. -Dudó.
- Dani, como se nota que no eres mujer chaval. Creo que me ha venido la regla, solo te estoy pidiendo que mires si estoy manchada.
- Joder, lo podrías a ver dicho antes.
Yo solo negué con la cabeza diciendo 'este niño no tiene remedio.'
- Sólo un poco.
- ¿Se nota?
- No.
- ¿Seguro?
- Que sí coño. -Rio.
- Dani, tenemos que irnos a casa.
- ¿Qué? Está muy lejos y creo que te mancharás mas si andamos.
- Es verdad. Pero no tengo compresas.
- Tengo una idea. Ponte una hoja de un árbol y listo.
Yo solo me limité a reír a carcajadas por su comentario.
- Dani, porque eres mi novio, si no te hubiera tomado por un malito.
- Oye. -Se hizo el ofendido.
- Vale tengo que ir a mendigar compresas. Ahora vengo.
Y así fue, a cada chica que veía le preguntaba por una compresa.
Que vergüenza pasaba, pero si quería estar con Dani tendría que sufrir.
Al final conseguí una y me fui a cambiar a un bar.
Volví con Dani que estaba con el móvil en un banco sentado.
- Dani, lo siento. -Me senté a su lado.
- ¿Porqué?
- Por esto. Que mis ovarios están fatal.
- No pasa nada. -Puso su mano en mi muslo.
Se fue acercando y me sursurró.
- No somos una pareja que se están besando todo el rato. Pero cuando nos besamos me siento el hombre más afortunado por tenerte.
Se me erizó el cuerpo al sentir su aliento en mi oído.
Me acerqué a sus labios y él comenzó a moverlos y yo pues lo seguí obviamente.
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En las buenas te quiero y en las malas también. {Gemeliers}
De TodoLa vida de la protagonista dará un giro de 360° que ni ella ni nadie se esperaba. SEGUNDA PARTE DE 'Un invierno único {Gemeliers}