Capítulo I - La partida

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I - La partida

Seis de la madrugada y Araiza se monta en el autobús con destino a Santo Domingo, dejando atrás todo lo que le importa con la seguridad de qué el futuro que la espera será no solo por ella y su familia, sino por todos esos futuros pacientes que se beneficiarán de sus aportes a la medicina.

El autobús en el que viaja, próximo a Piedra Blanca, se avería, retrasando su llegada dos horas, perdiendo el cuarto dónde se hospedaría y la entrevista para la admisión a la facultad de ciencia de la salud en la escuela de medicina.

Como están arreglando el autobús ella entabla una conversación con un joven que va para la capital también. Él trata de seducirla por la inocencia tan marcada en su rostro. Le agarra la mano izquierda para saludarla, besándosela y haciendo que ella le pegue una cachetada.

En la capital unos individuos que parecen delincuentes no le pierden la vista, al verla inofensiva y vulnerable entienden qué es una presa fácil. Araiza al llegar va a la universidad, cansada y toda vuelta una chusma, pero es muy tarde la sede cerró sus puertas por el día de hoy en los días de admisiones solo trabaja hasta la una de la tarde. No puede hablar con nadie en vista de que la Ciudad Universitaria está desolada. Parte a dónde se hospedaría. Dónde no la admiten, tras no llegar, le cedieron el cuarto a otra persona.

—Por favor, no me dejen en la calle. No tengo a nadie a quién recurrir para asentarme en esta nueva ciudad. A quién recurriré. —le gritó Araiza a la dueña de aquella mujer.

Sin comer casi nada y con maletas en brazos. Araiza está cansada y decepcionada, no le queda más que vagar por toda la ciudad capital tocando puertas para ver quién le extendería una mano amiga. Subir, bajar y caminar de derecha a izquierda sin encontrar rumbo es todo lo que ahora hace ella desesperada para que no entre la noche y no tenga dónde recostar su cabeza.

Llegando la noche no le queda más opción que regresar a la Ciudad Universitaria (se le llama así por el tamaño y la dimensión que la hace parecer toda una ciudad, la sede de la Universidad Autónoma de la República Dominicana). Intenta cruzar los alambrados esto le cuesta mucho por lo pesado de sus maletas. Por suerte, encuentra un baño abierto donde pasa la noche. Llena de miedo y despertando del sueño con cada ruido extraño logra pasar la noche en la universidad.

En la mañana se levanta muy temprano para que nadie note que ella durmió en la Ciudad Universitaria. Se arregla para su entrevista de admisión siendo la primera y así poder ganar tiempo para ver dónde se quedará.

Araiza es una joven muy hermosa, pero descuidada, alta, pelo dorado y rojizo lacio, de piel canela, ojos verdes como una almendra y delgada como una modelo de Vogue. Completando el papeleo y ganando tiempo para vagar en busca de un techo, Araiza parte primero hacia los hoteles para ver si necesitan chicas en el área de limpieza, pero todos los intentos parecen imposibles y fracasados. En la tarde cansada y con hambruna se postra en un comedor para hablar con la dueña.

—Saludos, necesito hacer alguna cosa con la cual usted me pague dándome que comer.

—¡Claro, hija mía!, te podemos regalar la comida si nos ayudas en la cocina, solo por el día de hoy... ¡Está claro!

—¡Gracias señora que Dios se lo pague! –le contesto Araiza, alegre y desesperada por probar esa comida.

Esa mañana a punto de iniciar la noche, llega el momento, Araiza tiene que salir de aquel lugar que la acogió por unas horas y la alimentó. Ella nunca olvidará aquel viernes de enero. La hambruna hace qué el ser humano cale los más hondos mares turbulentos por tan solo saciar esa necesidad tan biológica que unos segundos más tarde vuelve apoderarse del ser. Muchos seres humanos hasta los animales se convierten en bestias irreconocibles capaces hasta de hacerse esclavos de amos que solo le provean esta necesidad.

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Araiza [La médico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora