Capítulo XV - Los conflictos

17 4 0
                                    

Darling como la mayoría de los hombres no puede mantenerse fiel por más tiempo a su esposa. Después de diez años de matrimonio tratando de no hacer una monotonía de su relación, cede ante las propuestas indecorosas de algunas de sus pacientes, enfermeras y doctoras.

El matrimonio parece ir en declive por la falta de intercambios físicos y de palabras afectivas que no tienen, pero Araiza trata siempre de que los problemas no les afecten a sus hijos. Araiza con el tiempo se da cuenta que Darling dejo de ser ese que la hizo conquistar a Marte desde Saturno, una noche de luna llena en primavera sostienen una discusión que los hizo dormir en cuartos separados durante un periodo de seis meses.

—Araiza le dice—. ¡No podemos seguir así, tenemos que darnos tiempo sobre todo, tú, Darling, te desconozco!

—Araiza, cielo, sabes que ¡te amo! Pero el deseo de la carne me cegó y me hizo ser más débil y caer.

—No, ahora te crees un semental, lo mejor es que yo duerma en el cuarto de visitas hasta que se te pase ese calor de bestia en busca de placer. —le dijo Araiza, enfurecida y cayéndole a almohadazos.

—Por favor, piensa en los niños. —le grita Darling, nervioso y pensando que ella se iría de la casa.

—Porque pienso en ellos es que no te abandono.

Al parecer este periodo solo contribuyo a que Leónidas conquistará a Araiza, aprovechando su vulnerabilidad por la ausencia del hombre de sus sueños. La enreda, le hace creer que es una mujer más especial que todas las demás, le compra sus fantasías con su tono de voz que penetran sus oídos haciendo que ella pierda la autonomía de su cuerpo. Con ese tiempo Araiza no supo apreciar el silencio de su vida más solo soltó la mano que la ataba a su esposo.

El sofá de la sala es frío y duro. La sala de la casa tiene una decoración que no permite conciliar el sueño. Es muy clara, llena de luces que les permitan a los niños disfrutarla sin quedarse dormido. Por eso Darling no pega un ojo en toda la noche. En la mañana cuando intento dormir un poco Araiza lo levanta lanzándole un cojín.

—Tonto. Estuve esperándote toda la noche para que me hicieras sentir que peleamos por cosas sin importancia.

—Mujer que tratas de hacer. Me quieres matar de un susto. —gritó él perturbado.

—Matarte es poco cobarde. Esperé por ti, toda la noche. Hasta deje la puerta abierta a ver si llegabas. —le gritó Araiza, esperando que él la tome de los brazos y la haga suya en ese instante antes de que los niños bajen.

—Pero me dejaste claro que no querías tenerme cerca y ahora me dices todo lo contrario. La verdad que no hay quién entienda a las mujeres.

—ah... pues ahora me estas comparando con una de tus cualquiera mujer.

—No, no es eso. Es solo que sí quería poder tocarte y sentirte mía.

—Mejor no digas nada, porque ni ahora te esforzaste por ver el vestido tan corto que llevo para que me hagas tuya. Tonto, estúpido... me voy llego tarde al hospital.

La discusión se escucho hasta la habitación de los niños, que no tuvieron más remedio que salir a ver la escena.

—Papi has hecho enojar a mamá. —dijo su hija menor.

—No hija, eso son las hormona. —le contesto para no dar más explicaciones.

—¿Qué es eso las hormonas, papi. —pregunto la pequeña.

—Yo me entiendo hija. Ve a bañarte que es tarde parair al colegio.


Vota y comenta.


Araiza [La médico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora