Capítulo XXXVI - El derrumbe

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Los días han pasado desde que Leónidas se llevo a Araiza, él, ha hecho con ella lo que ha querido, cinco horas después de haberla llevado al sótano abuso de ella, la golpeo y la dejo desnuda en aquel sótano oscuro porque ella se opuso y le mordió el labio, cortándolo y haciéndole sentir cuan miserable es él.

—Cobarde, poco hombre. No logro creer como fui capaz de entregarme a ti.

—Cállate perra... Ahora soy el hombre más vil, pero cuando disfrutabas de mis caricias y tus gemir eran auténticos sino era yo un cobarde —le grito Leónidas después de haberle dado una cachetada.

—Me estás haciendo daño. Por favor déjame ir —le imploró Araiza.

—No, de aquí vas a morir conmigo, porque no serás de otro hombre. Serás eternamente mía y después de la muerte también.

Daniel que está en el hospital psiquiátrico para dar el alta a un paciente que lleva recluido siete años, observa por una ventana la placa de un auto que está cubierto por una lona roja, en una propiedad abandonada detrás del sanatorio.

Recordando la placa del auto de Leónidas que la grabó como todo lo que ve, esté tiene memoria eidética y no olvida nada. Cuando da el alta decide dar una vuelta por los alrededores de la propiedad.

Después de la inspección como si fuera agente del FBI, se dirige a casa de Darling para comentarle sobre lo que encontró. Al llegar a casa, es Paulo que abre la puerta.

—Saludos, ¿Usted es?

—Soy Daniel, amigo de la familia —contesta Daniel para no causarle más choque de identidad, si le dice que son medio hermanos.

—¿Amigo de la familia?

—Si conozco a la familia desde hace ya muchos años atrás.

—Muy raro, pues, nunca le vi en unas de nuestras reuniones familiares.

—Lo que pasa es que apenas llevo un mes en el país.

—Ahh... Papá te buscan —grito para luego dejarlo pasar hasta la sala.

Después de varios segundos de platica lo deja pasar hasta la sala para buscar a su padre que está arriba bañándose, la sala está repleta de retratos familiares, nota que en cada lugar donde hay fotos de los hijos de Araiza siempre aparece un retrato en blanco.

Darling baja a recibirlo. Le cuenta sobre el hallazgo del auto y planean como procederán para ir al rescate de Araiza.

—He encontrado donde tienen a mi madre.

—Dónde, cómo lo sabes, vamos ya.

—Tenemos que ser cautelosos e ir sin llamar mucho la atención para que esté malnacido no le haga daño a mi madre —dijo Daniel con lágrimas en sus ojos.

Paulo le hace muchas preguntas a su padre.

—¿Cuándo regresará de ese viaje?

—Muy pronto regresará —le dijo admitiendo que ese supuesto viaje tuvo que hacerlo para salvar vidas.

Ese día es la última terapia de Paulito quien está a punto de dejar la silla de ruedas.

Al salir de la casa Darling le hace saber a Daniel que explore el lugar y que se verían al caer la tarde allí. Esa propiedad pertenece al sanatorio y está pautada para ser demolida en la noche. Daniel explora el lugar y se percata que desde el sanatorio hasta la propiedad hay un pasadizo secreto que lleva de la propiedad al psiquiátrico, y está abandonado.

Al caer la tarde Leónidas va hasta el lugar donde tiene secuestrada a Araiza y vuelve a abusar de ella. En su lugar de trabajo no lo echan de menos porque compró un boleto de avión con destino a Islas Vírgenes por cuatro meses.

Darling y Daniel se reunieron en el lugar como acordaron sin contarle a nadie sobre lo sucedido. Proceden a entrar a la propiedad, revisando de arriba abajo hasta que Darling llega al sótano y enfrenta a Leónidas, llenándose de impotencia al ver a Araiza tirada en el suelo, desnuda y hecha un animalito indefenso. Araiza se despierta perturbada y un tanto fuera de la realidad.

—¡Estás bien amor!, bastardo te mataré —le dice Darling a su esposa y a Leónidas.

—Mejor baja el arma para no matarla a ella y a ti, hijo de la mala muerte —le gritó Leónidas, enfurecido y decidido. Este tiene un arma en cada mano apuntando a Darling y a Araiza, se cansa de escuchar las palabras de Darling.

—Te voy a matar y vas hacer un ángel caído. Mejor vete de aquí para no matarla a ella primero y después te dejaré vivo para que sufras.

—No vas hacer nada, cobarde —le gritó Darling creyendo que Leónidas tiene algo que perder.

—Hijo de perra, me arrastraste hasta esto —disparándole...

Araiza al no resistir se desmaya, el edificio sederrumba en ese preciso momento, porque esa noche estaba pautada su demolicióny estaba repleto de explosivos en sus columnas, quedando enterrados entre losescombros. Daniel que llego hasta el sótano, pero también está bajo losescombro. Ahora todos están perdidos con la posibilidad de haber yacido aqueldía.

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Araiza [La médico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora