Capítulo II - Gritos de auxilio

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II – Gritos de auxilio

Aquellos delincuentes en ningún instante perdieron de vista a Araiza, entienden que el momento es ahora para ultrajarla y acabar con su ingenuidad.

Ella pasó la noche debajo de un puente que conecta la 27 de Febrero con López de Vega, piensa que la vida le está haciendo pasar tantos malos ratos por ser tan terca y para que regrese a su hogar, pero ella no desiste y continúa su éxodo por la vida.

<Qué difícil me está resultando empezar una nueva vida donde el pasado solo sea eso, un olvido y el presente sea parte de un nuevo comienzo>, se dijo Araiza para sí.

Con las maletas Araiza deambula de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, con una decepción que embarga su corazón, pero pensando qué esas situaciones que le acontecen solo serán el génesis de sus dolores. Para poder comer aquel día decide comprar dulces para vender en el semáforo que le queda más cerca.

—Dulces, dulces, llévese el suyo. Son riquísimos.

En eso, se encuentra con Darling un chico que prácticamente lo tiene todo, él está montado en su vehículo, parado en aquel semáforo.

—¡Señor, puede usted comprarme algún dulce. –le dice Araiza, nerviosa y perpleja por ser la primera venta de ese día.

—Sí joven. —contesta él. Con un respecto que lo caracteriza.

Ocultando su mirada con timidez... Darling queda impactado con su belleza, pero no la aprecia con continuidad por el descuido que ella presenta.

—¡Cada vez que pase por esté lugar y me observe. Acérquese a mí qué siempre le compraré, quédese con el cambio!

Darling es un chico apasionado por la fotografía, hijo de padres que residen en el extranjero por negocios, falto de cariño maternal y paternal, está cursando estudios universitarios en la carrera de medicina en la misma universidad que ella.

Araiza hace de la venta en el semáforo su trabajo para poder pagar el cuartito que rento en casa de una anciana la cual vivía sola y es ciega de nacimiento, ella acogió a Araiza para no pasar sus últimos días de existencia con su soledad abismal, sino para poder darle a otro lo que no se pudo dar a ella. Con el tiempo Araiza se encariña con Roberta la anciana, cuidándola y viendo en ella una madre y amiga.

Darling ahora pasa todos los días por aquel semáforopara ver a esa chica que siente necesita cariño y una mano amiga. Sobre todopor su belleza, la cual trata de esconderse en su desarreglo. Cuando Darling lave su corazón siempre cambia su ritmo cardíaco, a punto de salirle por la boca.El amor es el sentimiento que más demostraciones afectivas necesita para serexpresado sobre todo porque de eso depende su autenticidad y veracidad.

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Araiza [La médico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora