Capitulo 2 Orquídeas Moradas

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Era antes de mediodía cuando partimos al funeral. A pesar de que los días habían estado muy fríos, hoy era un día agradable. Hacía un poco de sol y la ciudad estaba algo alborotada, como de costumbre.

Bajamos del auto y nos dirigimos a la entrada. A un lado del estacionamiento, se encontraban unas bancas que estaban siendo ocupadas por un grupo de chicos y chicas. Todos vestidos de negro y una cara muy seria. Cuando pasé frente a ellos, los vi en cámara lenta. Tenían sus mentes perdidas, se reflejaba en su mirada. Un silencio los agobiaba ya que unos movían sus dedos en señal de inquietud pero ningún tema de conversación era interesante por hablar. Una de ellos tenía sus lentes de sol puestos pero, no podía ocultar nada. Sus lágrimas caían como fuente alrededor de sus mejillas. 

Entramos y lo primero que se podía observar, era una foto grande de Eliana. Además, había un par velas blancas y un florero con las orquídeas mas bonitas que he visto.

Mi madre se encontró con su amiga Flora, la cual conozco desde que era niña. Nunca cambió. Chaparrita, un poco robusta, cabello estilo bob que cambiaba de tinte cada mes, una sonrisa encantadora y un humor muy simpático. Un amor de mujer. Se acercó pero esta vez, no tenía una sonrisa en su rostro.

- ¿Cómo estas, Cielo? ¡Te extrañé tanto! Esto de irme con mi marido a Gales me hizo perderme en el tiempo.

- Hola tía. También la extrañé.- Aclaré con una sonrisa.

- Flora, hay que ir a ver a Martha. ¿La haz visto? - Preguntó mi madre

- Si, se encuentra al fondo, con su niña. - Refiriéndose a Eliana - ¿Quieres ir ahora?

- Vamos.

Mi madre me tomó del hombro y me encaminó junto con Flora, hacia la señora Martha.

Llegamos. Mi madre la llamó y Martha volteó. Se mostraba demasiado cansada, agitada y algo confundida. A pesar del clima, Martha tenía puesto un vestido negro arriba de las rodillas, tacones bajos y una chaqueta negra demasiado ancha. Su cabello de veía despeinado, aunque lo tenía recogido. Tenía puestos lentes de sol a pesar de estar adentro. Ella quería hacer lo mismo que la chica de afuera, tapar los ojos hinchados; pues la misma tristeza le estaba consumiendo los ojos.

Se acercó y nos abrazó. No entendí ninguna palabra de lo que dijo. Lo único que se me ocurrió decir fue "Lo siento mucho."

Me acerqué al féretro. Mi madre me dijo que fuera a despedirme y claro que lo iba a hacer. Me acerqué y fue cuando la vi. Vi a la misma bella duermiente. Eliana tenía su cabello rizado, cara perfectamente pintada, una bufanda café claro y un lindo vestido con mangas largas color blanco. En sus manos, tenía un rosario y cuatro rosas rojas "Nunca se te quitó lo bonita. Espero un día entenderte " Pensé.

En el camino a casa, sólo estaba pensando en lo que dijo la señora Estela -Otra compañera de mi madre- cuando se encontró con Flora y mi madre. Por lo que dijo, pude deducir que era familiar de Mónica, ya que sólo abría la boca para hablar mierda. "Que tragedias, ¿Verdad?. La chica tan bonita y mira como se desperdició. Dijo Martha que no entiende que pasó. La última vez que habló con ella, Eliana se la pasó «pegada» al celular. Sólo terminó de cenar y se subió a su habitación. En la madrugada, cuando fue a verla para preguntarle sobre su actitud, la encontró en su armario, con la soga al cuello. Que cosa tan espantosa "  Dijo Estela con una mano en la mejilla mostrando preocupación. 

Lo que sea que te haya pasado Eliana, sólo espero que estés bien.




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