Tu eres mi limbo

Capítulo 11 Las cosas buenas llegan solas

Fue el gran sacrificio que hicieron Mike y Frankie lo que los hizo pasar el examen. Al fin teníamos tiempo libre para practicar para el concurso y hablar sobre el plan de san valentín. Quedamos de acuerdo en que el 14 de Febrero llevaríamos pequeños obsequios para darnos entre nosotros, serían ''sorpresa''. Pasaban los días y se me ocurrían miles de ideas pero no supe como ordenarlas. Le pedí un poco de ayuda a Ximena y parece que se emocionó más que yo. Sacó ideas muy locas y nos llevó a mamá y a mí a varios supermercados y tiendas de repostería para comprar los ingredientes.

La cocina quedó hecha un asco pero lo que hicimos estaba delicioso. Preparamos cupcakes de chocolate con relleno de crema de avellana y cobertura de más chocolate; otros cupcakes eran de vainilla con relleno de mermelada de fresa y cobertura de betún de vainilla. Ximena es toda una artista, ya que hizo de mis cupcakes toda una obra de arte. Hizo adornos de fondant, coberturas de grajeas de colores, y mil cosas más. Tengo que aceptar que gracias a ella mis pastelillos quedaron perfectos.

Se hizo demasiado tarde y olvidamos comprar algo muy importante: la caja en donde los íbamos a guardar. Todas las tiendas estaban cerradas a esa hora y la única solución era pedir una prestada. Mi tía abuela vive cerca de nosotras así que mamá me pidió ir con ella y pedírsela. Mamá se ocupó y Ximena estaba demasiado cansada, así que tuve que ir sola.

Para ir a su casa, se tiene que atravesar un parque muy grande. Era muy oscuro y el clima era fresco. Se veía tan solo y callado, parecía un cementerio en lugar de un parque. Los columpios se movían y los árboles se tambaleaban dejando caer sus hojas gracias a las fuertes ráfagas de viento. A lo lejos se podía escuchar un sonido algo ahogado y no sabía si era el mismo vendaval o un animal sollozando. Lo único que quería era atravesar rápido ese lugar.

Para salir del parque, tenía que pasar por un puente que atravesaba un pequeño río. Era extraño ya que sin haber estado ni un poquito cerca, el agua se escuchaba correr. Es ''extraño'' ya que no había llovido en los últimos días y ese río comúnmente estaba seco. La banca que esta situada cerca del puente siempre estaba sola, pero ahora era diferente. Estaba siendo ocupada por alguien, pero por la oscuridad, no lograba distinguir quién era. Me acerqué más y más y por cortesía, saludé.

Era una mujer con un semblante muy cansado y triste. Su cabello era largo y negro. Tenía puesto un huipil floreado, blanco y opaco. Cubría su cabeza y sus hombros con un rebozo. Estaba descalza y temblaba. No quitaba su vista del río y logré ver que movía sus labios, pero no lograba escuchar nada.

- Buenas noches - Dije a la mujer

- Mira el río correr. Con tan sólo verlo muero de frío.

Hubo una pequeña pausa.

- ¿Se siente usted bien? Tiembla mucho y su ropa se ve húmeda.

- Me he ahogado en sentimientos. Tengo mis penas hasta el cuello y me muero de frío.

- Bueno..No tengo nada que ofrecerle para cubrirse, lo lamento.

- El calor no sólo se da arropando. Las palabras cálidas sirven para el frío del corazón.

- ¿Quiere decir.. que quiere que le haga compañía?

- Hace mucho, mucho tiempo que nadie me hablaba. Vivo atrapada y nadie me encuentra.

No entendía absolutamente nada de lo que estaba diciendo. Hablaba como si estuviera muy triste y jamás volteaba a verme. Me senté a su lado y pareció como si la temperatura hubiera bajado más en tan sólo esos minutos.

- Señora.. ¿Le ha pasado algo?

- Han pasado muchas, muchas cosas. Mira la noche tan hermosa, mira el río tan vivo, mira las estrellas. Soy sólo un pensamiento y al fin alguien pudo escucharme.