CAPÍTULO 26

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Cuando estuve lista para salir y lo hice el ya estaba comiendo, me acerque y tomé el lugar que me corresponde en la mesa justo enfrente de él.

Ninguno de los habla o levanta la cabeza del plato, sólo nos dedicamos a comer.

Cuando Elliot término su plato se volvió a servir.

-¿Qué trajiste? -pregunta rompiendo el silencio incómodo que se había creado.

-Un vestido, y zapatos -levanté mi vista y él ya me estaba viendo fijamente, como si nada hubiera sucedido.

-¿Qué color es el vestido?

-Ivory

-Buen color.

-Si, ¿tú que llevarás?

-Un traje, gris.

-Muy bien.

Nos mantuvimos callados mientras nos veíamos a los ojos sin comer, sin movernos, sólo viéndonos a los ojos.

-Aún no puedo creer que seas la chica de la farmacia.

-No es una farmacia -reí levemente.

-Eres tan distinta -dijo ignorando lo que dije.

-¿En que sentido?

-Empezando por tú físico.

-Si, yo aún no me acostumbró a verme en el espejo.

-Eres tan distinta, la otra chica era... diferente -Volvió a ignorarme.

-Pero ¿En qué sentido?

-La Nicole, la primera que yo conocí, era... Terca, rebelde, luchadora, bondadosa, todo lo opuesto a lo que eres ahora.

Sentí un golpe en el pecho.

-¿Y como soy ahora?

-Débil, insegura, miedosa.

Otro golpe en el pecho.

Trague saliva con dificultad.

-Cualquier persona que está fuera de su zona de confort es Débil, Inseguro, y Miedoso -Puse énfasis en esas tres palabras.

-Yo no.

-No todos reaccionamos de la misma manera, Elliot.

-Tienes razón, pero yo jamás lo hice. Jamás fui Inseguro, ni tuve miedo cuando fui a la ciudad de los mortales.

-La diferencia aquí -me recargue en la mesas por los codos y me acerqué más a él-, es que tú tenías quien te cubriera en la ciudad de los Mortales. Yo no.

Dicho eso termine de comer y recogí mi plato llevándolo al fregadero.

Elliot sigue en la misma posición, sin moverse, sin mutarse.

-Voy a bañarme -me fui a la regadera sin esperar su respuesta.

Cando ya había terminado de bañarme pongo una toalla alrededor de mi cuerpo y salgo del baño Encontrándome a Elliot sentado a los pies de la cama dando la espalda.

Doy por alto su presencia y voy al armario pasando enfrente de él.

Una vez que me puse mi ropa interior necesariamente blanca me pongo una bata negra y salgo del armario, dejó la toalla extendida para que seque en un sillón de la habitación, voy al espejo que hay en el baño y cepillo mi cabello aún húmedo.

Me ondulo el cabello con un aparato, después me hago unas trenzas tomando pequeños mechones en los costados, empezando por mis cienes hasta llegar a la parte de atrás en la nuca dejando el demás cabello suelto.

No Me AbandonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora