Esteban-Capítulo 3: Seamos amigos

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Mientras Melani iba campante fuera del sendero, Maicol observaba el camino. Las cenizas impregnaban un olor a muerte como cuando él iba a la morgue, por el corto tiempo el cual estuvo trabajando, pero esta esencia amarga era diferente. Ignorando el hecho del color del lugar, continúo su caminata detrás de ella para preguntarle algo que tenía atragantado hace mucho tiempo.

― ¿De dónde conoces a miguel?

Luego de esa pregunta el tarareo de Melani se detuvo, dejo de mover sus caderas y se hizo silencio.

― ¿No me vas a contestar? ― Maicol vuelve a preguntar.

Aunque Maicol seguía insistiendo, Melani no se detuvo para contestarle, ni para mirarlo a la cara. Ella continuo su camino sin detenerse pero completamente callada.

― ¡Hey! Te estoy hablando ― le tira del brazo.

Le ve el rostro pero no hay signos de que le vaya a responder, así que la conversación no pudo ni siquiera empezar. Luego de un rato, Melani parece olvidarse de lo sucedido y vuelve a cantar en un tono bajo.

Alejados del sendero Maicol le hace otra pregunta.

― ¿Sabes a dónde vamos?

― Esteban quiere recuperar a su amor, así que tenemos que ir al lugar principal ― esta vez le responde.

Al ver que ella le contesta, él procede con cautela y hace una acotación.

― No quieres hablar del pasado porque duele ¿Cierto?

― No, es solo que no me gusta hablar de un tema que no tiene nada que ver conmigo ― negando su pregunta.

― Bueno has un esfuerzo por mí, si en realidad te gusto.

― Bien, te mentí, nunca hubo un novio de la Melani humana.

― ¿Qué quieres decir? ― él le pregunta intrigado.

― Melani... esa chica, iba a ser un ángel. Miguel demostró amabilidad hacia ella e intento ayudarla pero... se equivocó. Ella se enamoró de él ― ella deja de hablar y Maicol le pregunta.

― ¿Quieres decir que tenía el don como yo? Podía ver más allá.

― Ella quería estar con miguel lo más pronto posible y dejar su horrible vida de prostituta... olvidando que había matado, bueno... lo hizo... pero cuando murió, decidieron que debía reencarnar y nací yo, pero en vez de enviarme al infierno, me dejaron con un castigo diferente.

― No comprendo ¿Qué castigo?

― El amor no se desvanece así nomás, reencarnar no es la acepción, no podían dejar que esa alma naciera con un vacío que no puede llenar, por lo tanto lo incrustaron en mí.

― No comprendo, entonces... ¿Tienes algún tipo de relación con el arcángel?

― ¡No puede haber algo así con un ser como él! ― Melani se enoja al escuchar la pregunta despreocupada de Maicol.

― bueno no te enojes, solo preguntaba.

― La relación... ― Melani continua hablando con un tono mucho más bajo ―... es, yo enamorada y él...

― ¿No sabes sus sentimientos, verdad?

Melani se sonroja y mira para otro lado.

― Eso no importa, no soy la otra muchacha y aunque este defectuosa con estas sensaciones, sigo siendo un demonio. Si para un ángel es imposible para un demonio lo es más.

Maicol viendo lo tensa que se estaba poniendo la conversación volvió al tema inicial que siempre ella insiste.

― ¿Y qué cuadro pinto aquí? ¿Soy su repuesto? ― él pone una mueca como para hacerla reír.

Ella se ríe y dice.

― ¿Eres tonto? ¿Por qué eres amable con la persona que te cae mal?

― No me caes mal, somos amigos, siempre lo fuimos.

― Sí, es cierto, somos amigos ― Melani sonríe con vergüenza mirando hacia el suelo.

Seguían caminando y ya no se veía el sendero, solo un lugar lleno de tierra roja que parecía sin fin.

― ¿Necesitamos un mapa? ― Maicol exclamo.

― No, tengo un amigo que nos llevara hasta allí.

De repente se ve a lo lejos un auto que viene a toda velocidad. Este vehículo era uno de esos todoterreno que puedes ven en las películas de junglas, un jeep.

Cuando se detiene haciendo un giro, Maicol y el conductor no pueden creer lo que ven.

― ¡¿Tu?! ― Los dos exclaman.

El demonio Fer estaba nuevamente frente a sus narices.

― ¿Qué? ¿Se conocen? ― Melani pregunta sin importarle sus reacciones ― bueno no importa ¡Vámonos!

Sin poder ninguno de los dos opinar al respecto porque Melani era la que tenía mayor jerarquía entre los tres, comenzaron su viaje. Maicol solo tenía una duda, "Este tipo ¿Cómo es que esta aquí?"

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Mientras tanto, Naiara y Esteban por fin llegaban a la ciudad de la sangre. Como su nombre lo dice era un lugar lleno de edificios pero que de sus ventanas brotaba sangre sin explicación alguna.

El viento comenzó a resoplar como si el calor de antes se estuviera yendo, mas caminaban, más fresco se hacía. La sangre que caía por las ventanas llegaba hasta las veredas, pero el aire no era el culpable, no podía serlo, ya que esta continuaba por el cordón con movimientos inusuales y a gran velocidad. Ellos iban por la calle, alejados de allí. La situación era extraña pero seguían caminando.

― Por aquí es el camino ― acoto Esteban.

― Pero por ahí... ― Naiara señalaba que la sangre se dirigía hacia allí.

― Prefiero pasar por un montón de sangre, que pasar por un lugar mal llamado: "Locamente el puente del dolor".

Al llegar al final del recorrido, la sangre adelante de ellos, toda la que se acumuló, formaba una barrera que no los dejaba seguir. Esta, ya no era liquida, se había coagulado, tenían en frente una pared sólida y que seguía aumentando. Al continuar viniendo más sangre que luego pasaba de liquida a viscosa y después siendo solida formaba una capa inmovible.

Esteban observo y descubrió que no había más paso, tampoco podían regresar (no había mapa de esta zona). Frustrado y sin saber qué hacer, se sentó en el suelo a pensar.

Naiara al verlo preocupado exclamo.

― La extrañas ¿cierto?

― ¿Quién te dijo que podías preguntar? ― él responde enojado al haberse equivocado el camino, sin preocuparse por lo demás.

― Entiendo cómo te sientes ― ella se sienta al lado ignorando su enojo.

― ¿Ah sí? ― pone una mano en su mejilla, apoyando el codo en su pierna y mirando hacia otro lado.

― Entiendo, porque yo también extraño a Maicol y sé que aunque eres mi secuestrador tienes sentimientos, por lo tanto tu enojo tiene que ver con la impotencia de no poder verla y darle un abrazo.

Esteban se da cuenta se da cuenta que ella tiene razón y se voltea para mirarla.

― ¿Y entonces vas a ayudarme?

― No me iré de aquí hasta que te encuentres con esa persona especial.

Al igual que Melani y Maicol, Esteban y Naiara se habían vuelto a llevar bien (eran amigos), así que era tiempo de cooperar.

― ¡Bien! Ya que no puedes usar tus poderes de demonio por estar en el infierno, yo me encargare ― Naiara exclama con toda confianza y se levanta.

Saca sus alas de ángel y las extiende para utilizar toda su energía espiritual, no podía volar por el terrible viento que hacia pero podía extender su energía para abrir un hueco en esa barrera roja. Al abrirlo y poder pasar, Naiara guarda sus alas, desvaneciéndolas dejando un hermoso recuerdo de ese color de plumas totalmente blanco.

Mirando hacia lo lejos podían ver "El castillo disfuncional".

Antes y después de mi muerte (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora