Él-Capítulo 2: Seres oscuros sin corazon

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Al día siguiente me desperté tarde porque a la madrugada me costó volver a dormir, ya eran las 12 del mediodía cuando me había levantado del colchón que tenía guardado para casos de emergencia cuando durmiera en la oficina, aunque jamás pensé que la emergencia podría ser perder mi vida.

Unos segundos más tarde sonó el teléfono, era el arquitecto que estaba reformando mi casa destruida, me aviso que estaba por terminar los últimos detalles pero que ya podía volver. Antes de regresar decidí visitar a Mark, mi amigo de las juergas, de las fiestas, de la diversión. Seguro lo encontraría en el bar pero no cualquier bar, el bar de su familia.

Me dirigí hacia allí pero solo camine dos cuadras por que la vi, si la vi de nuevo, la chica de cabello rosa, la cuida almas. Me altere porque no quería perderla de vista de nuevo pero ella se fue alejando rápidamente y casi ni la podía ver, su cuerpo por momentos se veía y por otros no. Eran como parpadeos que no venían de mí, seguí corriendo hacia ella, de pronto se detuvo, le hablo a una persona que parecía deprimida, no escuche lo que le decía pero pareciera que la estaba animando.

En ese instante escucho un estruendo, miro mi camisa y veo sangre. Ella volteo a verme, al igual que la persona la cual estaba animando y todo comienza a desvanecerse. Me habían disparado por la espalda pero no me importaba en lo más mínimo, lo que me molestaba es que la tenía ahí en frente con un rostro de preocupación, no podía hablarle ni acercarme y otra vez la había perdido de vista.

Desperté en el hospital y Melani estaba junto a mí, aún estaba aturdido asi que no escuche lo que me dijo, parecía una pregunta pero no le preste mucha atención. Yo seguía pensando en la chica de pelo rosa. De pronto, Melani se acerca a mi cara, me da un beso en los labios y empieza a subirse a la cama.

Cuando ya me doy cuenta de la situación ella ya me había abierto la camisa y estaba sobre mí, entonces le digo.

― Mel, este no es el lugar, ni el momento.

Ella hace un berrinche y se va de la habitación enojada, entonces aparece Dimitri y dice.

― Buena forma de quitártela de encima, tú sí que sabes.

Me sorprendo y grito de felicidad.

― ¡Dimitri! ― me rio ― tu apareces cuando se te da la gana.

― Yo no aparezco, tú me ignoras amigo.

Le pido disculpas y me cuenta sobre el documento que dice:

"El señor Marcelo Juárez deberá abonar la suma de US$ 2.000.000

(dos millones de dólares) por servicios integrados que le debe al comisario

Juan Aguirre López de Santo por un asusto confidencial entre los asociados a estos servicios y cargos generales."

Sorprendido por la palabra "comisario" alrededor del nombre Juan, empiezo a recordar de donde conocía a ese hombre. Escuche de él cuándo estudiaba en criminología, se suponía que lo arrestarían por corrupción, él había cometido varios delitos pero por falta de pruebas siempre quedaba impune y aunque había cometido aberraciones jamás le habían quitado el cargo de comisario. Una mano negra había detrás de ese hombre y se llamaba "la mafia". Un mafioso, era obvio, alguien sin escrúpulos que no podía ser tocado por la ley, puesto que era un hombre de la sociedad más turbia que pudiera haber y el pobre de Juárez cayó en sus malditas garras. No sé en qué negocios se metió con el pero cayó muy bajo y ahora deber tanto dinero es su perdición, para mi esa suma no era nada pero para Juárez era cavar su propia tumba. Por desesperación un hombre puede hacer cualquier cosa, él está más cerca de ser el culpable pero aun necesito más pistas.

Antes y después de mi muerte (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora