Capítulo 5 | Una fiesta infernal.

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Capítulo 5 | Una fiesta infernal.


El llegar a la casa fue toda una odisea, puesto que mi madre constantemente estaba detrás de mí para que me apurara porque ya los invitados estaban llegando y por consiguiente los primero invitados en llegar son mis amigos con sus padres. Pase directamente a mi habitación al menos ya estaba todo preparado, me duche rápidamente y al salir me encuentro con dos caras muy familiares.


── ¿Chicas que hacen aquí? ── digo en tono preocupado, puesto que ellas tenían una expresión de preocupación.


── Tenemos algo que decirte son dos cosas, pueden que te agraden. ── dijo Carolina en tu tono serio que me preocupo mucho además que su expresión seria no ayudara a la situación.


── Primero que nada te ayudaré a vestirte y a maquillarte. ── dice Mónica mirándome con dulzura.


── ¿Y cuál es la otra noticia? ── digo con un tono de enfado y un tanto angustiado en mi voz.


── ¡Que Eduardo me pidió casarme con él! ── grita Carolina con emoción y alegría. Mientras me acerco a ellas para abrazarlas, se abre un poco la bata de baño en eso se abre la puerta y entra quien menos pensaba.

Las chicas se sobresaltaron porque al abrir bien la puerta, vieron que era Paddy el hermoso lobo siberiano blanco que saltó por encima de las chicas para estar a la altura de la ventana en la cual se veía una vista horrible, un conejo decapitado, sin piel estaba colgado de una rama de un árbol cercano, los gritos de terror no solo por el conejo sino por la nota que estaba adherida a él, la cual estaba escrita con sangre.

Nota: Athenea, tú nunca vas a escaparte de mí.

Los gritos no se hicieron esperar, Atenea estaba de pie mientras que Carolina cayó de rodillas y Mónica que es una de las personas más sensible a ese tipo de visiones estaba desmayada en la alfombra.

Eduardo escucha los gritos y sollozos de las chicas y el ladrido de un perro, se dirige al origen de estos ruidos, al atravesar las majestuosas puertas francesas rojas, ve una imagen totalmente perturbadora, su visión era de una chica con vestido tirada en suelo de granito blanco, otra a su lado de rodillas mientras llora y grita desconsoladamente mientras que la otra joven estaba de pie cerca de la ventana mirando fijamente a lo que el perro le estaba ladrando. Y solo pudo sacar el teléfono y llamar a emergencias.

 Y solo pudo sacar el teléfono y llamar a emergencias

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Una Hora Después.

── Lo siento mamá, tu reunión se ha arruinado y todo por ese loco psicópata con su insana obsesión con nosotras ── Dice Athenea con una mueca que solamente ella podría llamarla sonrisa.


── No lo sientas cariño, pasó todo esto por mi culpa... que no te sofoques, hoy dormirás conmigo. ── dijo mientras la abrazaba y le daba pequeños masajes en la espalda descubierta del vestido.

Las horas pasaron y la policía ya se había ido de la casa dejando a dos de los oficiales custodiando la casa mientras tanto la fiesta había sido cancelada después de semejante espectáculo dado, todos los invitados que habían llegado se fueron después de hablar con Fernanda y dejarles sus respectivos obsequios y palabras de aliento tanto a ella como a su hija, los muchachos ayudaron a limpiar y ordenar la casa, también el patio trasero de la misma.

Para cuando todo estuvo limpio las mujeres se dirigieron a la recámara de la Señora; ya después de ducharse y refrescarse, cambiar sus vestidos de fiesta y tacones de plataforma por pijamas de telas suaves y pantuflas, se dirigieron a la cocina para comer de la comida que había traído el servicio de catering, bastaron unas horas para que sus cuerpos se sintieron agotados y tanto como madre e hija se fueron a dormir y las otras dos jóvenes a su habitación asignada.

Mi Segunda Oportunidad de AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora