Capítulo 8

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Ese beso había sido el mejor momento de mi vida. Cuando sus labios rozaron los míos fue muy hermoso y especial. Ryan me gustaba muchísimo. Y aunque habían pasado dos días después de aquel beso, todavía lo recordaba y sentía el sabor de sus labios.

Sí, se que suena cursi pero es que soy cursi, no puedo evitar expresarme de esta forma hacia el chico perfecto que hace unos días acababa de confesar que yo le gustaba también.

Era muy dichosa de tenerlo en mi vida. Estaba tan agradecida por qué hubiera llegado a cambiarlo todo. Me había dado la felicidad que ni siquiera mi familia me daba, me hacía sentir especial. Y eso era muy importante para mí, apreciaba que se comportará de esa forma conmigo. Después de aquel beso al siguiente día habíamos ido a comer helados después del colegio; amaba los helados especialmente el de fresa, a él le gustaba el de piña. La hora de almuerzo la pasábamos juntos en las mesas de madera que habían en el colegio. Ahí usualmente se sentaban las parejas, oficialmente no éramos nada pero nos gustábamos, habíamos confesado lo que sentíamos y eso era lo importante.

Ahora mismo solo quería que sonará la campana para que fuera el almuerzo y encontrarme con Ryan, además tenía mucha hambre.

La clase estaba muy aburrida, el profesor de literatura estaba explicando los detalles de un novela que hace tiempo nos había mandado a leer y que muchos no habían terminado. Yo la había terminado, a pesar de que no ame la escuela, hago siempre mis trabajos con tiempo.

Esa novela era muy semejante a mi vida, era sobre dos hermanos, uno era el bueno y otro el "malo". Realmente no es que fuera malo si no que era independiente y le gustaba tomar sus propias decisiones. El otro hermano siempre hacía todo lo que sus padres le pedían, a si fuera la cosa más mala, para ganarse privilegios. Realmente no amaba a sus padres ya que había descubierto que la herencia se la habían dejado al hermano "malo" por ser el primogénito. El quería a toda costa esa herencia y por eso hacía ver a su hermano como el malo.

Siempre por más aburrida que este la clase tomo notas y estoy atenta y más cuando se trata de la discusión de una novela, pero hoy ... No sé que me pasaba. No podía concentrarme, solo pensaba en él. En Ryan.

-Señorita Evans Collins, ¿Qué tiene que contestar a la pregunta que le acabo de hacer?, me dijo seriamente.

-No entendí su pregunta, ¿Puede repetirla?, dije para salir del paso y que el profesor no se diera cuenta de que estaba distraída pensando y que no prestaba atención a su clase.

-Señorita Evans, la pregunta que le hice era ¿Qué piensa usted de la relación que había entre los dos hermanos?

-Pienso que el hermano bueno era el malo porque realmente hacia todo por dinero. El hermano supuestamente malo, Erick, se fajaba trabajando mientras que el otro solo buscaba como obtener la herencia. La relación entre estos dos hermanos era fatal porque no es justo que los padres prefirieran solo a uno de sus hijos y al final terminaran cambiando la herencia y dándosela a Erick.

-¿Entonces piensas que los padres prefirieron a Erick?–preguntó el profesor.

Y ahí fue cuando comenzó mi DESAHOGO.

-Sí, ¿acaso no podían tratar de igual forma a los dos hermanos? ¿Donde está el amor de los padres? ¿Porque siempre ahí uno preferido? ¿Porque no pueden tratarlos a ambos con amor? Odio que esto pase en las familias. Hoy día a los padres no les importa los sentimientos de sus hijos, y como Erick era el que complacía todos sus chantajes pues claro era el mejor. Estoy harta de la desigualdad.

-Lo siento por ti, pero lo que el otro hermano le tenía a Erick se llamaba envidia–dijo Janice mientras interrumpió mi desahogo.

El Secreto de las Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora