Al otro día desperté excesivamente cansada. Tuve la pequeña esperanza de que al quitarme la sábana me encontraría con Margot, o incluso con una de esas chicas con las que dormía pero no cruzaba palabra. No fue así. Al frente mío yacía la profesora McGonagall sumamente alarmada, caminando de un lado a otro con brebajes que (¡sorpresa!) el profesor Snape tenía preparados en tres calderos.
— ¡I-nau-di-to! —negaba constantemente la profesora, aprovechando que los tres teníamos la atención en ella—. Pudieron haber quedado con deformaciones de por vida. ¿¡Qué estaban pensando, por todos los cielos!? Hemos tenido que informar a la Oficina del Uso Incorrecto de la Magia.
La miré perpleja.
— ¿Por qué? —solté con voz trémula.
— ¿Realmente estás haciendo esa pregunta, Black? —recriminó con voz severa el profesor Snape.
— Es ley el que el Ministerio deba observar de cerca a los magos o brujas que quieren transformarse en animagos —informó la profesora McGonagall—. Es un riesgo grave desde todos los aspectos posibles.
— Nosotros no queremos convertirnos en animagos, Minnie —intervino Fred, quien ya había recuperado la visión y ahora lucía los mismos dos ojos de siempre— . Sólo lo hicimos por un irresponsable acto de diversión.
George se rió entre dientes.
— Pues si con esas palabras se van a defender ante el Ministerio les deseo mucha suerte. Por lo pronto les informo que veinte puntos por cada uno serán removidos de sus casas.
— ¡¿Veinte?! —repetí.
— ¿Qué esperabas, Black? Pudiste haber perdido un pulmón o ambos brazos, por Godric Gryffindor —se volvió a Madame Pomfrey y a Snape y les dedicó un breve asentimiento— . Ahora tómense las pociones reparadoras del profesor Snape y arréglense para ir a clases si no quieren perder más puntos —y abandonó la enfermería muy digna.
— Nunca había visto así a Minnie —silbó George, estirándose para tomar su parte de la poción.
El jefe de mi casa me miró receloso cuando yo hice lo mismo.
— De seguir con este horrible comportamiento, habría preferido que eligieras otra casa —me dijo y también salió de la enfermería.
— Auch —solté en voz alta. Miré a los chicos—. ¿Cómo lograron que McGonagall les dejara llamar "Minnie"?
Se miraron.
— Eh, es verdad —dijo George. El único rastro que quedaba era la mitad del cuerno de unicornio que sobresalía de su frente—. No nos ha dicho nada esta vez —chocó la palma con su hermano y me invitaron a hacer lo mismo— . Aún tienes plumas —apuntó mis antebrazos.
— Sí... —intenté remover una de ellas de un jalón mas un corrientazo me paralizó el lado derecho por unos segundos— ¡Mierda! Creo que lo dejaré así por ahora —suspiré.
Los tres nos observamos en silencio y se me escapó una sonrisa.
— De haber sabido que dormiría en la enfermería, le habría pedido a la jefa de Hufflepuff que vigilara el castigo —bromeé.
— Espero que ya puedas dejar de tratarnos con tanto respeto después de haberte llenado de plumas y sacos aéreos —dijo George. Reí.
— ¿Alguna otra idea para la siguiente aventura? —me preguntó Fred.
— En realidad, debo correr a mi próxima clase —tomé mi capa y la puse sobre mis hombros para cubrir la pijama de la enfermería—. ¡Hasta luego!
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Sirrah Black Llega A Hogwarts | SBLAH #1
FanfictionLa historia donde dos mundos se cruzan y no pueden desentrelazarse de nuevo, donde la condena a la vida y la condena a la muerte están predestinados, donde dos profecías se encuentran. «Todos tenemos luz y oscuridad en nuestro interior, lo que imp...