Sirrah Black Llega A Hogwarts | SBLAH #1

Capítulo III: El Callejón Diagon

Abrí mis ojos perezosamente y me encontré con una preciosa habitación decorada con cortinas de lino doradas. Era gigantesca y contenía repisas con colecciones de antigüedades hechas de varios metales. La madera estaba recién encerada y uno que otro lápiz escribía en pergaminos flotantes.

Me hallaba en la mansión de los Nott, mi madre me había traído ayer en la mañana a escondidas de mi padre. Theodore, el hijo menor y mi mejor amigo, aún no había llegado de su viaje por Lituania, así que pasé el tiempo jugando con sus juguetes mágicos y leyendo uno que otro libro que se veía interesante en la biblioteca familiar.

Tuve que alistarme deprisa cuando Trich, uno de los elfos domésticos, me avisó que el mejor amigo de mi madre y su hijo estaban por llegar. Una vez me encontraba arreglada me acomodé en un enorme sillón de cuero enfrente de la chimenea, esperándolos mientras dibujaba en el aire con una pluma. Luego de media hora los elfos se agruparon alrededor de la sala en la que me encontraba y le dieron la bienvenida a sus amos.

— ¡Sirrah, cómo has crecido! —habló el Sr. Nott con hospitalidad— . Nos disculpamos rotundamente por no haberte recibido, pero estuvimos cortos de Polvos Flu y fue difícil comprar más —explicó, sacudiendo la ceniza de su cuerpo.

— ¡Delta Pegasi, hola! —me saludó Theo con un abrazo. Me reí por su manera de llamarme; él me bautizó con ése nombre desde que supo el origen de mi nombre, pues es lo mismo que Sirrah, pero menos común, cosa que le agrada— . Te extrañé un montón —lo abracé de nuevo— ¿Irás a Hogwarts? —sacudió su carta en el aire con una sonrisa.

— Sí, bueno, creo que es la idea. Mi padre quiere enviarme a Durmstrang, pero como mi madre no está de acuerdo y tiene un carácter... determinado, aquí estoy.

— Oh, están huyendo de él —habló el Sr. Nott con una sonrisa en el rostro— . No la culpo, nuestro legado reside en Slytherin. Dime, ¿tienes hambre?, ¿cómo estuvieron tus vacaciones? Escuché que en junio estuviste en Suecia de nuevo. A tu padre sí que le interesan esas viejas leyendas nórdicas sobre brujas, ¿no es verdad? —nos sentamos en los asientos del comedor. 

Las antorchas a nuestro alrededor se encendieron con un chasquido de los dedos de un elfo e iluminaron a los otros que servían la comida en bandejas de plata.

— Sí, señor. Estuvo recolectando varias leyendas y pude leer algunas. Son muy interesantes. En uno de los pueblos en los que nos quedamos había una fuente de mármol pulido con azulejos que supuestamente es una réplica de la original, que en realidad era un hombre. Se dice que el fundador adquirió esa forma al intentar crear un sistema mágico que le brindara agua a todas las viviendas. El encantamiento "Aguamenti" le parecía insuficiente —finalicé. 

Al disponerme a comer, intenté no apoyar los codos en el comedor y tomar el par de cubiertos que iba según el plato. Curiosamente, mis manos comenzaron a sentirse mojadas, ¿por qué estaba sudando?

— Los nórdicos siempre guardan historias muy curiosas. Yo conocí a una familia que vivía en una casa construida con las varitas de sus antepasados, una sobre otra —rió extrañado ante la expresión de sorpresa de su hijo y la mía— . Entonces disfrutaste el viaje, Sirrah —asentí enérgica— . Me alegra mucho. Lyra casi no se contactó con noso... ¡Oh, Lyra! —se detuvo de golpe, aparentemente acometido por un recuerdo— . Muchachos, había olvidado decirles que hoy iremos al Callejón Diagon a comprar los útiles. Le diré a Lyra que ya estamos de salida, tengo que recoger algo en Knockturn—se levantó, tomó un pergamino, una pluma y comenzó a escribir a la par en que Theo y yo nos mirábamos con entusiasmo. Finalmente el Sr. Nott llamó a una lechuza para soltarla por la ventana— . Ya está, ahora... Theodore, ve a tu habitación y te arreglas, que tienes ceniza en todo el cuerpo —él obedeció, se levantó y me haló de la mano para que lo acompañara, no permitiéndome terminar mi comida.