Capítulo XII: El Dragón de Hagrid

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El invierno se estaba quedando en el pasado. Con los primeros rayos del sol primaveral sobre los rastros de hielo, me di cuenta que en las últimas semanas había comenzado a sentirme diferente. No era nada malo. En realidad, sentía mucho más energía, especialmente en las mañanas luego de mi té. No podia explicarlo, pero era evidente en mi magia; podía ejecutarla mejor.

Reflexionando, anduve con cautela. Había escapado de la clase de Herbología cuando tuvimos que rondar el campo y ahora hacía mi camino hacia el interior de la Torre. Tan solo faltaban seis minutos para que sonara la campana del descanso.

Subí varios escalones y me apresuré a recorrer los pasillos cuando una figura de mi mismo tamaño se cruzó corriendo y chocamos. Todos mis libros, y mi persona, cayeron al piso.

— ¡Auch! —se quejó una chica. Me erguí y encontré a Granger recogiendo sus textos un tanto adolorida. Maldije mentalmente— ¡Black! ¿Qué estás haciendo aquí? Aún no es hora del descanso.

— Bueno, terminé más rápido y la profesora Sprout me permitió salir más temprano —mentí ágilmente. Ella me observó con sospecha por unos segundos así que añadí:— ¿No deberías estar en clases?

— La profesora McGonagall me dio permiso para salir más temprano también, sabe que estoy estudiando para los exámenes y ya había hecho la actividad cuando se lo pedí —asentí, poniéndome de pie ya con mis libros en la mano— . Oye, este... Harry y Ron me dijeron que fue tu idea buscarme en el baño de niñas la noche del troll.

— Sí —afirmé. No veía el lío en aceptarlo.

Granger sonrió.

— Pues quería agradecerte. No imaginé que fueras a... Bueno, me dejé llevar por los prejuicios. Cuando estuve tratando de aprender acerca del mundo mágico, los libros siempre hablaban de esas familias... tu familia... como partidarios del Lado Oscuro en la Primera Guerra Mágica y luego descubrí que gran parte de la comunidad mágica les tiene miedo —se arregló la garganta, mirando al suelo.

— Comprendo.

— Creí que serías igual a tu primo. Pero admito que me equivoqué —extendió su mano hacia mí con una sonrisa— . Espero que me disculpes y que, tal vez, podamos ser amigas —medité por unos segundos, observando su mano fijamente.

— Yo... yo lamento el haberte juzgado por tu sangre; porque lo hice hasta cierto punto —admití en voz baja— . Supongo que Draco y yo no somos tan diferentes después de todo —ella negó.

— Lo son —rió— , lo has demostrado. Y te perdono, Sirrah ¿Amigas? —continuó agitando su mano. Lo pensé y, tomando un enorme valor, opté por abrazarla. Ella me correspondió con energía.

— ¡Tengo una amiga hija de muggles! —celebré, pensando en lo que me diría mi yo antes de Hogwarts.

— ¿Y eso está bien? —dudó tímidamente.

— Está Percy —sonreí— . Digo, perfecto —observé sus libros emocionada, se sentía como un pequeño triunfo en mí— ¿Para qué materias estás estudiando?

— En este momento me estoy enfocando en la práctica de todas. Creo que el realizar hechizos es lo que más se me dificulta. Aunque tengo entendido que a ti se te hace más fácil que la teoría, ¿no es así? —asentí— Entonces... ¿te parecería bien si nos ayudáramos mutuamente?

— Claro —tomé uno de sus libros y lo abrí confundida, el título era curioso— ¿Te interesa hacer magia sin varita?

— No, yo... estaba investigando porque conozco a alguien que puede —ignoré su mirada insinuante ¿Yo había sido tan descuidada al hacerlo que se había dado cuenta?

Sirrah Black Llega A Hogwarts | SBLAH #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora