Capítulo 10.- Porque merece ser insultado

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~Kenia~

¿Debería correr, gritar, vomitar o separarlos? Tuve que recargarme en un buzón de correo para evitar caerme.

Comencé a sudar y mi cuerpo a temblar. ¿Por qué la gente tenía que besarse en la calle?

Un auto estacionó junto a mí pero no pude ver quien era, estaba muy ocupada cubriendo mis ojos con mi mano.

- Kenia, ¿estás bien? - Ni siquiera la voz de la señora Ann me tranquilizó, mi respiración seguía acelerada.

Sus brazos me envolvieron en un abrazo que correspondí para después llorar, era algo que no podía controlar.

(***)

El camino en su coche había sido silencioso pero no incómodo. Me hizo una invitación a comer la cual acepté.

Si iba a casa estaría sola y después de lo sucedido no tenía muchas ganas de estarlo.

- Mike solía tener ataques parecidos a ese cuando era pequeño - dijo cuando llegamos a su casa -. Sé que estás en la misma terapia, ¿ese ataque tiene que ver algo con tu fobia? - Me pasó la bolsa de vegetales que usaríamos.

- Sí, son horribles, por ahora solo quisiera olvidar eso. Lamento haberla preocupado - me disculpé.

~Connor~

Un coche negro frenó a unos cuantos metros de mí causando un fuerte rechinido con los neumáticos. Un hombre bajó de él, se acercó a una niña que caminaba por la acera y trató de tomarla por la fuerza para meterla en su coche. Ella pataleaba e intentaba gritar pero el hombre le cubría la boca, corrí hacia ellos y le di un golpe al hombre para que la soltara, el cobarde corrió a su auto y arrancó.

- ¿Estás bien? - le pregunté a la niña que intentaba tranquilizar su respiración, limpiaba sus lágrimas intentando de llorar. Debió ser un susto horrible.

- S-sí... - Dijo en un murmuro. Estaba temblando, seguro seguía asustada.

- Ya, tranquila, yo no te haré daño - la intenté calmar -. ¿Estudias en la escuela de aquí? - Callada asintió con la cabeza -. Te llevaré ahí para que llamen a tu madre.

Su mirada aún reflejaba miedo. La entendía, yo también dudaría de un extraño después de lo sucedido.

~Damián~

Observé de nuevo el árbol frente a mí y seguí dibujándolo. No tenía nada que hacer y hoy tenía el día libre así que decidí venir un rato al parque.

Estaba a punto de terminar mi dibujo cuando una respiración bastante entrecortada me hizo levantar la cabeza para ver un perro frente a mí. Parecía ser un labrador blanco, sostenía una pelota en su boca y me miraba fijamente.

- ¡Pluto! - gritó alguien haciendo que "Pluto" moviera su cola y corriera en dirección a su dueño para después entregarle la pelota y volver conmigo.

¿Por qué me miraba así?

- Hey, Damián. Hola

¿Aquí? ¿También aquí tenía que estar? Sé que es un lugar público pero ya era demasiada coincidencia.

-Hola - saludé con una sonrisa forzada.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó mientras acariciaba a su perro.

- Lo que una persona normal hace en un parque... - contesté cerrando mi libreta. Una sonrisa se formó en sus labios y su perro se acercó más a mí. ¿Debía acariciarlo? ¿Jugar con él? ¿Decirle que se fuera? ¿Irme yo? Nunca había tenido una mascota... me alejé un poco de él, nunca había sido amante de los animales.

Fobia: El círculo de las sillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora