Capítulo 21.- Mamá Julia

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~Vania~

Vi el cuadro una vez más. Era una fotografía que fue tomada en la boda de Julia y Daniel. En la foto salía ella con su vestido blanco y yo a su lado con uno más corto color celeste. Aunque nos teníamos nueve años de diferencia nos parecíamos demasiado.

Te extraño tanto...

Siempre fui muy apegada a ella. Yo formé una gran parte la crianza de Ele y cuanto más crecía, más se parecía a ella e igual a mí.

—Cada vez Eleanor es más parecida a ella—habló Daniel detrás de mí.

—Sí...—volteé a verlo—. No te oí entrar.

—Tú también cada vez te pareces más a ella—metió su mano en el bolsillo de su chaqueta—. Te he traído esto...

Otro regalo.

—Debes de dejar de comprarme estas cosas.

—No. Ya me prohibiste pagarte por cuidar de Eleanor, ¿ahora también esto? No—se sentó—. Además te debo mucho, no sólo por ahora, sino también cuando...

—...Murió Julia—terminé su frase y él levantó su mirada para verme y asintió.

(***)

—¡Daniel! ¡Abre la puerta, por favor!—no había visto a Daniel desde la muerte de Julia y el nacimiento de Eleanor. Uno de los vecinos me llamó diciendo que la niña lloraba mucho, creían que estaba sola en la casa. El llanto se podía escuchar desde afuera—. ¡Daniel!

La puerta se abrió de golpe, Daniel estaba irreconocible. Tenía unas horribles ojeras, una barba de días, llevaba el cabello revuelto y con la misma ropa manchada de sangre que tenía el día del accidente.

—¿Dónde está Eleanor?—no dijo nada, sólo apuntó hacia la habitación a su derecha. Caminé por el pasillo que se encontraba sucio, toda la casa estaba hecha un desastre. No podía pensar mucho en eso, Eleanor me necesitaba.

En la habitación estaba la cuna con Eleanor, me acerqué a ella y la comencé a mecer para calmarla.

—Tranquila, todo estará bien—continué susurrando hasta que se tranquilizó y por fin se durmió.

Salí del cuarto cerrando la puerta detrás de mí e intentando no hacer ruido. Entré en la sala, Daniel estaba tirado en el sofá aún, se podían oír sus sollozos.

Tomé lo primero que encontré: una almohada. Me acerqué a él y comencé a golpearlo con ésta.

—¡¿Cómo se te ocurre?! ¡Eres un idiota! ¡¿Hace cuánto no come?!—le grité mientras él intentaba esquivar los golpes.

—¡Para!—me gritaba de vuelta.

—¡No!—lo miré molesta—. ¡Ve a ducharte, ahora!

—No tengo ganas.

—No me interesa si no tienes ganas—volví a golpearlo.

Se levantó y gruñendo entró al baño azotando la puerta de éste.

Eleanor... El ruido la despertó y comenzó a llorar de nuevo.

—Ele, cálmate—la levanté de la cuna y la cargué entre mis brazos, era tan pequeña—. Shh—la volví a acostar para después cambiar su pañal. Preparé un biberón y se lo di para que volviera a dormir.

Tomé unas bolsas de basura de la cocina y comencé a limpiar todo: Pañales que había en el piso, trastes sucios, manchas y envolturas de comida comprada, polvo en los muebles, ropa de bebé y algunas cosas rotas.

Fobia: El círculo de las sillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora