Capítulo 31.- Sí, mamá

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~Mike~

Cuando llegué a la calle en la cual se encontraba nuestra casa noté como varios vecinos se encontraban fuera de sus viviendas mientras miraban hacia nuestro auto. Algunos señalaban y otros se acercaban a los oídos de sus familiares u otros vecinos secreteaban con voz baja, algo había pasado.

—¿Qué ocurre?—preguntó Jackon, quien también había notado el extraño comportamiento de nuestro vecinos.

No contesté a su pregunta y seguí conduciendo hasta llegar a casa donde afuera se encontraba una patrulla y dos oficiales, uno recargado en el auto y otro se encontraba hablando con mi madre. ¿Qué ocurre?

Estacioné el auto y bajé caminando hacia mi madre.

—Mike...—susurró mi madre al verme.

—¿Qué ocurrió aquí?—levanté la vista a nuestra casa; todo parecía estar bien, a excepción por una ventana que ahora se encontraba rota.

—Sólo fue Frank.

—¿Qué hacía él aquí?—preguntó Jackson.

—Tu madre lo llamó y ahora no quiere estés con nosotros... No lo dejé, entonces se molestó mucho y lanzó una botella a la ventana. Ahora la sala está llena de vidrios, así que tengan cuidado, ¿sí?—nos pidió—. Gritó muchas cosas y los vecinos salieron por el escándalo, supongo que alguno llamó a la policía pero él ya se había ido.

—Sra. Ann—habló uno de los oficiales a mi espalda—, ¿podría venir con nosotros?—ella asintió caminando hacia ellos.

Volví a pasear mi vista por todo mi alrededor. Los vecinos seguían fuera de sus respectivas casas, aún se escuchaban sus susurros, solo que ahora no eran nada más sobre mí o Jackson; sino también de madre.

—Se supone que son medios hermanos, pero míralos, no se parecen en nada...—susurró una de mis vecinas no lo suficientemente despacio. La conocía; antes solía cuidar a su perro.

—Según me contaron, el pelirrojo no es hijo de Frank. Sólo es el resultado de una simple aventura de Ann... ¡Oh! Y el otro muchacho es hijo de Frank, supuestamente—dijo la última palabra con sarcasmo—, porque su madre es una prostituta. Gran familia, ¿no?—a ella igual la conocía; una vez reparé la computadora de su sobrino y ella me hizo un pay de queso como agradecimiento... Y ahora las dos se ríen y crean chismes sobre mi familia.

—¿Estás bien, Mike?—habló Jackson a mi lado.

Y ahí estaba; mi fobia. Por suerte mis ataques de pánico no eran como los de la mayoría de la terapia. Estaba realmente enojado, tenía puños cerrados y seguramente tendría la cara roja. Cada que alguien hablaba mal de mí tenía aspecto de querer matar a alguien, y justo ahora quería hacerlo. Quería que dejaran de secretear sobre mi familia.

Aunque por dentro todo era distinto: Me sentía tan deprimido y culpable. Quería tirarme a llorar. ¿Dicen todo esto de mi madre por mi culpa? ¿Mi familia se destruyó por mi culpa? Sí, todo es mi culpa.

—Creo que entraré ya—le contesté e hice lo que dije—. No tienes que venir conmigo—dije al darme cuenta de que me seguía mientras subía las escaleras.

—Sé que tu fobia te está provocando esto. No deberías quedarte solo.

—Bien—lo dejé entrar.

—Puedo usar tus videojuegos—habló después de un rato de silencio.

—No—me miró confundido—. Hermano menor—lo apunte—. Hermano mayor—me apunté a mí—, o sea, yo jugaré mientras tú me ves esperando tu turno, cosa que sabemos no llegará.

Fobia: El círculo de las sillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora