Michael Gunn (Butcher)// Eremofobia

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Eremofobia: Fobia a sentirse o estar solo

-Recuerda no abrir la puerta a nadie.- Dijo y luego beso mi frente.- ¡Te quiero! .- Gritó antes de cerrar la puerta.

Ese es el último recuerdo que tengo de mi madre, solíamos vivir de una manera poco económica, mi madre  salia por unos días y después regresaba con dinero suficiente para pagar la renta y algo de comida, alguna que otra vez, ropa. Nunca supe de donde conseguía el dinero, a mi mente de un infante de seis años nunca le importó eso, tampoco el saber donde estaba mi padre.

Sin importarme la partida de mi madre, yo seguí normal en la casa; comer, ver televisión y esperar viendo desde la ventana a mamá para luego ir a dormir.

Pero... mi madre tardaba en llegar, y la comida se terminaba. Un mes, mi madre solía tardar uno o dos días.

La rutina siguió por unos días hasta que la comida se había terminado. Al oscurecer no lograba ver nada por la falta de luz, así que corría hacia la habitación de mamá y me escondía debajo de sus sabanas, esperando a que al día siguiente ella regresara a casa.

¿Y si mamá se había perdido se regreso a casa?, fue la pregunta que pasó por mi mente a mi corta edad, me levante de puntillas y abrí la puerta.

Me perdía entre la multitud de las personas y al cruzar una calle tenía que seguir a una persona, me había perdido y las gotitas de lluvia empezaron a caer. Empapado, cansado y con un horrible frío; ya que había salido sin algún abrigo, además de el hambre que sentía.

Corrí hacia un callejón donde, desde la parte de atrás, se lograba ver como la gente pasaba.

-No quiero estar sólo, No quiero estar sólo.- Me repetía sin parar, con los ojos cerrados ya que las sombras me hacían ver figuras que a todo niño aterrarían.

Y sin más, mi cuerpo cayó rendido, por el hambre y la fiebre que me había provocado la lluvia.

Los meses pasaron y yo vivía en la calle, caminaba con la cabeza baja y una que otra persona que pasaba a mi lado me miraba.

Algunos se apiadaban y me daban cosas de comer o de vestir.

Gabriela, la señora que me había recogido, era como mi ángel. Ella me había cuidado por un día y había llamado a mis padres adoptivos.

(***)

Desperté con un horrible dolor en el cuello por la mala posición para dormir.

Voltee hacia todos lados alterado al no ver a nadie.

-¿Mama?.- Hablé sin tener respuesta, me levanté del sofá y corrí hasta la cocina , donde la mujer se encontraba dando la espada , sentada en la mesa.

Corrí hacia ella y la abracé.

-Oh, Michael me sacaste un susto.- dijo con una risita.

-Me asuste al no encontrarte.- le contesté.

Tenía fobia a estar sólo, o sentirme sólo. Eremofobia.

-No seas exagerado.- Dijo, y luego se levantó .- Mira lo que encontré .- me dijo extendiéndome un papel.

>>Terapia grupal<<

Se leía, junto a número telefónico.

-¿Que es esto? -pregunté confundido.

-Ya te eh inscrito.

-Yo no tengo ninguna fobia.

-Michael, sabes que lo necesitas-me sonrió.

Lo sabía, no podía engañar a mi madre, aunque no la conozca de toda la vida , ella me conoce bien.

(***)

Vi la dirección de nuevo en el papel y al comprobar que era la correcta abrí la puerta y entre con confianza, como solía ser yo.

Saludé a la que parecía ser la psiquiatra y me senté al lado de una chica que mantenía su cabeza abajo, cubriendo su rostro con los mechones ondulados de su cabello. Y ella se alejó hacia un asiento más. ¿Se dio cuenta que la veía?


Fobia: El círculo de las sillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora