~Sylvia~
Hoy había otra sesión, como cada semana. Todos comenzaban a entrar uno por uno, sentándose en las sillas de siempre. Todos los que ya estaban aquí veían curiosos la bocina a mi lado, pero ninguno preguntaba por ella.
Sólo faltaba una persona y era la más importante para esta terapia.
La puerta fue abierta y Connor distraído jugando con las llaves de su auto, se encaminó hacia su silla y antes de que tomara asiento presioné el botón de encendido del control que llevaba en mi mano.
La bocina hizo un fuerte sonido que provocó eco: un trueno. Todos voltearon a ver a Connor, sabían que no podían acercarse a ayudarlo.
Él estaba encorvado y cubriendo sus orejas.
~Connor~
Cuando escuché el fuerte sonido, lo primero que hice fue cubrirme las orejas y luego volteé a ver hacia la ventana.
Recordé las palabras de Sylvia "sentir nuestras fobias", quité las manos de mis oídos y volví a ponerme derecho caminando hacia mi lugar, todos no paraban de mirarme callados.
Me senté en la silla y le sonreí a Vania que me veía preocupada.
Sylvia comenzó a anotar en su libreta y volvió a presionar el botón y otro trueno se escuchó.
Todas las imágenes venían a mi cabeza, mi prima, el árbol.
Cerré los puños con fuerza. No pienses en eso, Connor, no pienses en eso.
-¿Qué piensas, Connor?-Preguntó Sylvia sin despegar su vista del cuaderno.
Tragué saliva y comencé a mover los dedos de mis manos intentando pensar en otra cosa.
-En muchas cosas...
-¿Qué cosas, Connor?
-Mi prima-dije rápidamente.
Sylvia volvió a anotar en su cuaderno.
-¿Tu prima provocó tu fobia?
-No-negué con la cabeza-. Fue el trueno que mató a mi prima...
La mano de Sylvia con la que escribía paró y ella volteó a verme. Ni siquiera tuve el valor de mirar las reacciones de los demás.
-Suficiente por Connor, por hoy.
~Damián~
Decidí caminar hacia la cafetería hoy, en las sesiones sólo estábamos sentados mientras Sylvia hablaba.
-¡Damián, espera!-Paré de caminar. No venía detrás de mí, ¿o sí?-¡Dios, Damián! ¡Caminas muy rápido!
-¿Por qué me sigues?
-Vamos hacia el mismo lugar-dijo obvio y sonrió. Una de esas malditas sonrisas de comercial apareció en su rostro. ¿Por qué siempre hacía eso?
Seguí caminando con él a mi lado pateando una roca.
(***)
Cuando llegamos, el lugar se veía igual de lleno que la vez anterior.
-¿Dónde estaban?-Preguntó Mandy.
-En la terapia-Le contestó Michael entrando en donde se cambiaba el personal.
-Tardamos porque veníamos caminando, perdón.
-Pues haían falta. ¡Ninguna chica quiere ser atendida por nosotras!-Dijo Lily al entrar-.Ahora ve y cámbiate, nosotros ayudaremos en la cocina.
Michael salió cambiado y rápidamente fue a atender algunas mesas.
-Tienes que salir, Damián. Michael no podrá solo-dijo la señora Mónica-. Además la mayoría son chicas, no pasa nada.
-Haré lo que pueda. ¿No tendrás una liga? La mía se rompió-pedí.
-Pero así te vez guapo-dijo sonriendo y moviendo mi cabello-. Ahora ve a ayudar a Michael-me dio un pequeño cuaderno con una pluma y me empujó fuera.
Me acerqué a la mesa más cercana, la cual estaba llena de chicas que hablaban entre ellas.
-¿Ya han ordenado?-pregunté pero ninguna me notó. -¿Van a pedir algo?-Levanté la voz esta vez y una de ellas por fin me puso atención.
-Queremos que nos atienda el otro mese-todas por fin voltearon a verme provocando que me sintiera nervioso-Oye, tú también eres guapo.
-¿Perdón?
Todas terminaron de pedir después de que les dijera todos los pasteles que teníamos para que al final escogieran todas el mismo: el primero que les ofrecí y así fue con las otras mesas.
-Amigo, ¿podías atendernos?-hablaron detrás de mí desde una mesa en la que se encontraban ter chicos, volteé a ver a Michael pero él estaba llevando el pedido de otra mesa.
No pasa nada, Damián, sólo son hombres. Hombres...
Comencé a acercarme a la mesa, ésta era una de las razones por las que odiaba ser mesero. Deja de temblar, Damián...
-Yo me encargo de esta mesa, Damián. ¿Puedes llevar esos platos a sus mesas?-Pidió Michael. Jamás estuve tan feliz de escuchar su voz.
~Michael~
Cuando vi a Damián tan nervioso decidí acercarme a ayudarlo.
Me puse enfrente de la mesa para escribir sus pedidos. El chico que le habló a Damián ahora lo seguía con la mirada ignorándome completamente.
-No te dejes engañar por su cabello largo, es un chico-volteó a verme por fin.
-Claro que es un chico, ¿es nuevo?
-No, lleva trabajando aquí más que yo, pero estaba en la cocina.
-¿Es tu amigo?
-Se podría decir...
-¿Cuál es su nombre?
-Damián.
-¿Qué edad tiene?-Okay, suficientes preguntas, comenzaba a ser molesto.
-¿Vas a pedir de comer o su número?
-¿Tienes su número?
-¡Mandy! ¿Podrías atender esta mesa?
******************
Hola, hola, hola. ¿Cómo les va por la vida?
¿Recuerdan lo del maratón? Bueno, debo confesar que la palabra "maratón" y "León" no deben ir en la misma frase :'v
Ya llegamos a los 9K, muchas gracias, recuerden que falta el capítulo extra ;D
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Fobia: El círculo de las sillas
De TodoEremofobia, filematofobia, androfobia, sociofobia, brontofobia y ataxofobia. Todo en una misma sala. Recuerda; no es miedo, es fobia...