Capítulo 3.- Niña estúpida

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~Michael~

- ¡Paren! - Gritó de repente Sylvia con una sonrisita n el rostro -. Tú y ella - apuntó a Mike y Kenia -, serán el primer equipo. Después tú y él - ahora apuntó a Connor y Vania -, serán el segundo, y ustedes por lógica serán el tercero - dijo viendo hacia mí y el chico.

Todos dejamos de hablar de golpe para voltear a ver a Sylvia confundidos.

- Espere... está diciendo que... - comenzó a decir la chica llamada Kenia pero Sylvia no la dejó terminar.

- No, no, no. Nada de usted, no estoy tan vieja, háblame de "tú". Y primero que nada, antes de las quejas, vuelvan a sentarse - ordenó. Todos nos sentamos aún confundidos.

Kenia levanta la mano pidiendo permiso para hablar y Sylvia asiente dándole la palabra. - ¡¿Mi equipo es Mike?!

- ¿Crees que yo estoy feliz? - contestó Mike con ironía.

- Yo estaría feliz de ser mi propio equipo - le sonrió sínicamente.

- ¿Puedo ser el equipo de Kenia? - pregunta Damián mirando a Sylvia con una expresión seria. ¿Por qué no quiere estar en mi equipo?

- Sí, sí, sí. Quiero ser el equipo de... - hace una pausa para leer su gafete -... ¡Damián!

- Por supuesto que no, los puse en equipo por fue por algo, no al azar- contestó aún con calma. Ella estaba totalmente diferente a nosotros, ella estaba tranquila -. Bueno... - se levanta de su silla -. Esto no fue una sesión de terapia, solo quería que se conocieran un poco ya que se verán por mucho tiempo.

Esto cada vez se parecía más al primer día de clases. Ridículo.

~Damián~

No lo puedo creer, no lo puedo creer. ¿Acaso no sabe cuál es mi fobia? ¡¿Cómo se le ocurre ponerme en equipo con un hombre?!

­- Es todo por hoy ­- dijo tomando sus cosas -, los espero mañana por la tarde.

Genial, esto era genial. Nadie estaba feliz con su pareja -a excepción de Connor y Vania que no parecieron tener ninguna queja- ¿cuál era el problema en cambiarnos?

Solo tenía que decir unas cuantas palabras y ya.

Salí de la sala y todos los otros chicos estaban afuera, tenía que tomar el autobús, olvidé decirle a mamá que viniera por mí.

Connor, el que parecía ser el mayor de todos -pero el más bajo de estatura- subió en el que parecía ser su auto. Michael tapó su rostro con un casco y después subió en una moto la cual hizo demasiado ruido al ser encendida. Las dos chicas hablaban juntas, se veían amables, tal vez algún día hable con ellas.

Seguí caminando y al llegar a la parada del autobús distinguí al chico de la terapia, el pelirrojo. Ahora mismo no recordaba su nombre pero igual no necesito saberlo.

Me senté a la otra orilla de la banca. Tenía miedo, era un hombre.

Mis manos comenzaron a temblar. Lo había controlado en la terapia porque había mujeres presentes pero ahora no, solo estábamos él y yo.

"Todos soltaron una carcajada

- Hay que verlo muy bien para notar que es un niño.

- Cualquiera pensaría que es una niña.

- Dejen de decir todo eso ¿no ven que lo incomodan? - les dijo y todos callaron"

Él igual era pelirrojo como este chico. Por favor, Damián, deja de pensar en eso. Fue hace demasiado tiempo.

"- Así que defiendes a tu novia...

- Vamos, se supone que tú sí eres un hombre.

- ¿Cómo pueden decir todo eso? ¡Ustedes son familia!"

No quiero recordar, no quiero recordar. No necesito esto...

~Mike~

- Oye... - lo llamé. Se veía realmente mal. Tanto como yo cuando alguien me critica...

Mi mente hizo "click". Estaba nervioso, estaba recordando algo obviamente malo.

- Oye, amigo. ¿Estás bien? - El autobús se detuvo frente a nosotros y se levantó para subir a él. Yo hice lo mismo, pagué al conductor y busqué un asiento con la mirada. Solo había uno disponible y era al lado del chico de la parada del bus.

¿Tendría algo en contra de mí?

Antes de que el autobús avanzara me senté a su lado y vi que seguía temblando.

- Hermano, no voy a hacerte nada, si quieres no te dirijo la palabra - y eso fue lo que hice, unas cuantas calles más adelante el autobús se detuvo y él bajó sin dirigirme si quiera una mirada.

Me encogí de hombros, igual no necesitaba socializar.

La siguiente parada era la mía así que bajé y caminé unas cuantas casas para llegar a la mía.

Al estar frente a la puerta saqué las llaves y la abrí.

- ¡Mamá, ya estoy aquí! - grité.

- ¡Estoy en la cocina! - Dejé mi mochila en el perchero y entré en la cocina. - ¿Cómo te fue?

- Genial - le respondí sin ganas acercándome para ver qué cocinaba.

- Eso no suena exactamente "genial" - imitó mi voz.

- Lo admito, no me gustó. ¡Es como pre-escolar! No, no, no ¡peor! - solté a lo que ella se burló -. No te rías, no es divertido. Primero nos hicieron sentarnos en círculo, después usar unos estúpidos gafetes con nuestros nombres y luego está esa pequeña chica que parece una niña y... ¡Arg!

- ¿Qué chica?

- Esa chica de la terapia, me saca de quicio. De verdad no sé lo que le pasa, se cree perfecta y quiere que todos hagan lo que ella dice. ¡Solo tiene diecisiete años! No la voy a tomar en serio. Ella no tiene ninguna autoridad sobre mí. Y encima de todo tiene que ser mi equipo, lo que significa soportarla. Estúpida - esto último lo susurré pero no lo suficientemente bajo como para evitar que mi madre lo escuchara. Por eso justo ahora me miraba con una ceja alzada -. ¿Lo siento?




Fobia: El círculo de las sillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora