Capítulo 22.- Ocho meses

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~Damián~

¿Por qué me siento así? ¿Por qué le dije eso? ¿Por qué lo dejé besarme?

—Estaré durmiendo en el sofá—dijo separándose de mí y evitando el contacto visual—. Si necesitas algo, háblame.

¿Por qué? ¿Por qué? Acabo de besar a un hombre.... No, un hombre me acaba de besar a mí.

Y me gustó...

Todo el alcohol que llevaba en la sangre desapareció y mi cabeza se llenó de preguntas.

¿Por qué me siento tan nervioso? ¿Por qué mi corazón late tan rápido? ¿Por qué no me molesta pensar en lo mucho que me gustó ese beso?

Solté un suspiro pesado, tirándome en el colchón, y abrazando la sábana.

—Damián, estás loco—me dije a mí mismo.

~Michael~

Él dijo que le gusto, él dijo que le gusto, él dijo que le gusto... ¿Por qué no puedo dejar de pensar en eso?

También lo besé...

Diablos... No fue mi primer beso, éste me tiene aún más perdido que el primero.

¿Y si lo asusté? ¿Y si no me vuelve a hablar...? ¿Y si de verdad no quería besarme?

Debo dejar de pensar en eso, debo dormir... Él está tan ebrio, seguro todo lo que dijo es falso...

¿Y si lo que dijo es falso? ¿Y si no recuerda nada mañana? ¿Y si...?

—Soy un idiota, ¿cierto?—le pregunté a Pluto que me veía desde el sofá.

~Kenia~

—¿Podrías dejar de cubrirme los ojos?—le pedí. No dije ningún nombre, podría ser mi hermano, Josh o incluso Mike—. Oh, tú.

—Oh, yo—se sentó frente a mí.

Noah.

—Es agradable encontrarte moviéndote y no tirada en el suelo tratando de parecer un cadáver—rio por su propio chiste—. ¿Esperas a alguien?—preguntó mientras jugaba con el aro que llevaba en el labio.

—Sí, unas amigas.

—Oh, reunión de chicas—hizo una voz chillona—. Será mejor que me vaya, así pueden hablar tranquilamente de chicos atractivos. Recuerda mencionarme—me guiñó el ojo y salió de la cafetería.

—Que estúpido.

—¿Quién es estúpido?—preguntó Mad.

—¿Quién era ese chico?—le siguió Dalia. Ambas se sentaron en la mesa—. Primero Josh, después el pelirrojo y ahora éste tipo. ¿No puedes dejarme algo a mí?—se quejó.

—No es nadie.

—Pues nadie es muy guapo—dijo la más bajita, Mad, quitándose su bolso del hombro.

—¿Podemos dejar de hablar de nadie?—ambas se voltearon a ver y se sonrieron—. Se llama Noah, ¿felices?

—Sí—me miró Dalia y después alzó su mano para llamar al mesero y ordenar.

—¿Ya me van a decir porqué hay un mensaje en mi celular que dice "súper importante, nos vemos en la cafetería"?—volvieron a sonreírse, cómplices.

—Nos invitaron a una fiesta, tienes que ir—habló Mad después de soltar un gritito.

—¿Si quiera pueden decirme de quién es la fiesta?

Fobia: El círculo de las sillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora