Save me (parte 1)

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Cuando la conoció sintió que el mundo dejo de girar.


Fue casi irracional, su atracción por la mujer de palabras fuertes y cabello dorado brillante, pero lo cambió todo. 

Ella tenía talento en manejar una espada para defenderse, de hecho es así como la conoció.

Acababa de bajar del Jolly Roger cuando una pelea se desató delante de él. Ella estaba enojada, sus ojos verde esmeralda llenos de concentración, su postura fuerte y segura al enfrentar a su oponente. Su cabello, atado en una desordenada cola de caballo, se mueve de lado a lado mientras pelea con su oponente, aparentemente un cobarde borracho y tonto. Pelean hasta que ella logra deshacerse de la espada de él.

- ¡Devolveme mi dinero! - Exclamó ella apuntando su espada en el cuello de su oponente. Su respiración estaba agitada por la pelea, pero su voz clara como el día.

El idiota se niega a devolverle el dinero, negando con su cabeza. Ese es el momento en que Garfio decide intervenir. 

- Ya la escuchaste compañero. - Dijo Garfio acercándose al hombre tirado en el piso. - Dale lo que te pidió, no le hagas hacer que te lo repita. - Indicó con seriedad.

El hombre tiembla al verlo y hace lo que le dijo. Emma guardó su espada y se volvió hacia él.

- ¿Puedo invitarte un trago? - Preguntó Garfio.

- Lo siento pero no tomo con extraños. - Respondió ella comenzando a hacer camino lejos de él.

- Mi nombre es Garfio, quizás escuchaste hablar de mi. - Se presentó él con una sonrisa.

- ¿Capitán Garfio? - Preguntó ella deteniéndose y dedicándole una mirada llena de curiosidad mientras lo estudiaba.

- Entonces escuchaste hablar de mi. - Afirmó él sintiéndose a gusto con su reconocimiento. 

Por un momento, ella se dedica a pensar y considerar su ofrecimiento. Ella parece dudosa, pero él sabe que al final de la noche la va a estar llevando a su barco.

- Solo un trago, después de todo te ayudé a deshacerte de ese ladrón. - Comentó él observándola fijamente a los ojos.

- Podría haberlo hecho sola. - Dijo ella cautelosamente. Su mirada todavía llena de curiosidad, como si tendría millones de preguntas en su cabeza.

- Si, no lo dudo. - Asistió él y dio un largo suspiro. - Estaré en la taberna hasta media noche, si decidis aceptar mi invitación ya sabes donde encontrarme. - Informó.

Él se fue sin ella. A ella no le llevó mucho tiempo unirse a él. Él sonríe alegremente cuando ella se sienta a su lado en una mesa de la taberna y pide unos tragos para disfrutar a la vez que se conocen. Es obvio que ella lo encuentra interesante. Ella tiene esa mirada en su cara que dice sentirse atraída, como la mayoría de mujeres a las que él seduce, pero ella es diferente. Ella revolea sus ojos de manera frustrada ante sus comentarios seductivos y devuelve sus intentos de coqueteo con la misma intensidad. 

- ¿Quién es Milah? - Preguntó ella al amanecer, después de que él pasara horas acariciándola y besando sus labios hasta quedarse sin aliento.

Los ojos de ella estaban enfocados en el tatuaje que había en su brazo y él no pudo evitar tensarse en su silla. Después de varias horas, finalmente estaba listo para irse.

- Alguien de hace mucho tiempo atrás. - Respondió él suavemente.

De repente sintió como el dolor lo invadía en gigantes olas. 

Él no solía ofrecer que a mujeres ir a su barco. Él prefería tener encuentros con ellas en hoteles, tabernas o callejones. Él no quería darles falsas esperanzas, no quería ilusionarlas, ni que se encariñen con él, ni que tampoco se aprovechen de su bienvenida.

Mi Captain SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora