You May Kiss The Bride (part 2)

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Killian no podía evitar sonreír, incluso si quisiera. Pero no quería evitarlo, quería sonreír. Emma lo había encontrado, incluso en el Inframundo, incluso en la muerte.

La miró observarlo por un instante y luego acercarse hacía el lentamente. Ella estaba con los hombros tensos y la postura rígida, sus manos en forma de puño para no advertir a los demás que no se acerquen a interrumpir el reencuentro.

- Emma. - Dijo él mirándola maravillado, sin poder creer que ella estuviera ahí. 

De repente sintió un pequeño dolor en su mejilla, ella acaba de pegarle una cachetada. Más que cachetada un golpe, algo muy parecido a una piña. La reacción de ella lo confundió y quiso unir sus manos para calmarla, pero ella se lo impidió dando un paso hacia atrás alejándose de él. 

- ¿¡Qué demonios Killian!? - Exclamó ella. - ¡No podes ir por ahí diciendo que sos un sobreviviente, pedirme matrimonio, y luego matarte! - Gritó enojada, dejando salir afuera todas sus frustraciones. 

- Pero... - Comenzó a decir él.

- ¡No te atrevas a decir que no mataste, porque sacrificarte voluntariamente cuenta como suicidio para mí! - Lo interrumpió ella y le dio un par de golpes en su pecho. 

- ¿Ya tuviste suficiente amor? - Preguntó él con una sonrisa cuando ella se tomo una pausa de golpearlo para recuperar sus fuerzas.

- No, ni siquiera comencé. - Dijo ella con lágrimas en los ojos.

Al ver las lágrimas de ella caer de sus ojos no pudo contenerse más, la rodeo con sus brazos y unió sus labios en un beso. Un beso lleno de amor y alivio de que finalmente estaban juntos de nuevo. El beso no duró mucho, ya que estaba toda la familia de ella mirándolos. 

- Nunca vuelvas a hacer algo así. - Pidió ella con la voz empapada de tristeza y cansancio. 

Él no sabía que responderle porque si tendría que volver a elegir, haría lo que hizo una y otra vez. Así que la abrazó con cariño. La abrazó demostrándole que ahora no tenían nada de que preocuparse, ya que estaban juntos. 

Y así, desde que regresaron del Inframundo comenzaron sus sesiones de besos. Siempre encontraban un momento indicado para besarse. Besos que les recuerden que el otro era real y estaba presente. Los besos eran lo único que les daba calma luego de la separación Inframundo.

Emma y Killian eran inseparables, más de lo que eran antes. 

Casi todos los días solían sentarse en una mesa de Granny's, o caminar tomados de la mano hasta el muelle a ver el océano. Se tomaron todo el tiempo que necesitaron para volver a armar una rutina, para conocer la casa que él había elegido y ella había conseguido, para reparar juntos los pedazos rotos de sus corazones.

La relación que tenían había tenido problemas, había tenido dolorosos sacrificios, y malas decisiones. Pero nunca se habían cuestionado el estar juntos. Ellos se amaban y no podían vivir sin el otro, eso era algo que nunca nada ni nadie iba a cambiar. Y así, de a poco, empezaron a formar el futuro que tanto habían deseado y se estaba volviendo un constante presente. Siempre disfrutando de los pequeños momentos, la seguridad de un abrazo, la alegría de una risa, la calidez de una caricia, el amor de cada beso. 

Él la besa cada vez que ella le abre la puerta de la casa y llega de la comisaría. La besa cada vez que la ve, una pequeña hermosa costumbre. Se ríe mientras la escucha quejarse de la lentitud que tiene el sistema de computadoras, un montón de cosas de las que él no entiende nada. Le da un beso en su mejilla y la lleva a la cocina, para que juntos puedan elegir el vino con el que van a acompañar la cena que él preparo. 

Ella se pone de puntas de pie afuera de Granny's, lo besa con ternura mientras le acaricia sus mejillas. Sus labios se unen resultando más cálidos que la luz del sol, más reconfortantes que una taza de chocolate caliente con canela, más satisfactorios que un queso a la parrilla con aros de cebolla.

Él la besa y aprisiona contra la pared, la que está repleta de cuadros con fotos que ellos eligieron. Se ríe cuando siente que ella le muerde su labio, siendo insaciable, queriendo y necesitando siempre más de él. La ama de esa manera, pasional y ardiente como él. La besa con el mismo fervor y a veces la sorprende levantándola en sus brazos. 

Se sientan y acomodan en el sillón, la luz de la televisión la única que hay presente en la habitación. Miran historias de héroes que probablemente nunca conocerán, o quizás algún día si. Ella se acurruca contra su cuerpo, y él la recibe con los brazos abiertos. Ella no tiene idea de cómo ni cuándo comienzan a besarse, pero se detienen cuando Henry los interrumpe y se queja de lo "asquerosos" que son, generando que ambos estallen en risa. 

Ella se retuerce debajo de él, mientras él besa lentamente cada centímetro de su piel. Él sonríe, una de esas sonrisas perfectas y todavía llenas de sueño. Ella le besa la nariz, adorando la forma en que sus ojos siempre brillan ante ese pequeño gesto. Él la rodea con sus brazos y le da un beso, un beso de esos que la dejan sin aliento. Cuando se separan y se miran a los ojos, ambos saben que hay algo maravilloso en hacer las cosas de la manera correcta. Él la besa con pasión, callando el sonido de sus gemidos. Ella acaricia su cuello. Ella quiere golpearlo en el pecho o hacerle cosquillas, pero prefiere despeinarle su cabello mientras ambos se respiran diciendo sus nombres. Ella quiere llorar porque no puede perderlo, no después de todo lo que pasaron para estar juntos. Él adivina y comparte sus sentimientos, así que la abraza con más fuerzas y se mantienen aferrados juntos.

Emma mira a sus padres con su hermano. Su padre tararea una canción, mientras su madre se acerca a la cuna bailando y juega con los dedos de su hermano. Killian la acerca hacia él, la abraza por la cintura y le da un beso en tierno en la frente que la hace sonreír. Después de un rato se despiden de sus padres, y cuando están devuelta en su casa, en su habitación se unen nuevamente al ritmo de su amor. Se besan, se besan de la manera que promete que agrandaran la familia en un futuro. 

 También hay besos reconfortantes por las madrugadas. Besos que necesitan robarse para quitarse las sensaciones de las pesadillas, y callar a los demonios que todavía a veces los persiguen. Esos besos son acompañados con caricias contenedoras y delicadas. Son como curitas en grandes heridas, pero de a poco van sanando. 

Sus brazos la rodean por detrás, mientras ella termina de preparar la sopa. Ella sonríe y gira su cara para darle un beso en la mejilla. Las orejas y la nariz de él están coloradas por el frío de la nieve. Ella le alcanza una cuchara para que pruebe la sopa, pero antes que sus labios puedan saborear liquido le roba un beso. 

Y un día, se besan en el día más perfectos de sus vidas, su boda. En teoría ya estaban casados, pero querían volver a hacerlo. Querían hacerlo de la manera apropiada, querían hacerlo un momento tranquilo y especial, brillante como un diamante. Es primavera y las flores están más hermosas que nunca, la cálida brisa haciendo que el tiempo sea perfecto. El sonido y el olor del océano rodeándolos y haciéndolos sentir como en casa. Se besan frente a sus amigos y sus familias. Se besan en un vestido color blanco y un traje con muy pocos detalles de pirata. Se besan, y es un para siempre. 

   


Mi Captain SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora