Mi Captain Swan

Last Rites

Emma estaba enojada y muy triste. Estaba en la biblioteca intentando buscar una solución a todos sus problemas, pero su mente estaba demasiada perturbada y no le permitía concentrarse.

Nada de lo que había querido y se había propuesto hacer había funcionado. La idea de haber ido al Inframundo había sido una locura. Por supuesto que ella por Killian estaba dispuesta a hacer lo que fuera, pero haber llevado a su familia con ella y haber expuesto a todos a grandes peligro había sido una tontería. No tendría que haber dejado que la acompañen. Lo peor de todo es que ahora Hades estaba suelto en Storybrooke planeando algún maligno plan, y su ayuda no había sido aceptada ya que estaba emocionalmente inestable. Ella odiaba que no la dejen ayudar, más cuando todo eso en parte era su culpa (en el fondo sabía que no era su culpa, pero lo sentía así). 

Tenía que encontrar una manera de devolver a Hades de donde vino antes que fuera demasiado tarde, antes de que haga algún mal irreparable. Mientras Hades estuviera en Storybrooke, nadie iba a estar a salvo. Y ella era la salvadora, lo que significaba que ella era la encargada de salvar a todos. Pero, ¿Cómo iba a hacer para salvar a todos si ni siquiera había podido salvar al hombre que amaba? ¿Cómo iba a hacer para seguir devolviendo los finales felices cuándo propio final feliz le era siempre negado? Quizás ese era su destino. Quizás ese era el precio a pagar por su magia y por ser la salvadora, era que nunca iba a poder tener un hombre que la ame sin que implique perderlo. 

Agarró el libro de Cuentos de Hadas de Henry y miró la imagen de ella y Killian bailando en el pasado. Ese viaje juntos había sido tan especial e importante, había sido el momento donde finalmente aceptó que se estaba enamorando profundamente de él. Todos los momentos que vivieron juntos pasaron por su mente, toda la felicidad que él le hizo sentir... y unas lágrimas cayeron de sus ojos, incapaz de poder contenerlas. Dejó el libro a un lado, y decidió que lo mejor iba a ser enfocarse en buscar algo que la ayude a derrotar a Hades. Y no sólo por su amada familia, y todos los habitantes de Storybrooke, sino también por Killian. Porque como ella le había dicho a sus padres, él no iba a ser capaz de seguir adelante sin saber antes que ella estaba a salvo. Así que tenía que derrotar a Hades para que ambos puedan cumplir su promesa, por más que su corazón se partía en mil pedazos ante todo lo que eso significaba. 

De repente sintió un viento invadir el ambiente donde se encontraba, y el libro de Henry se abrió mágicamente hasta quedar abierto en una página, una nueva página. Emma tomó el libro y vio que la página contenía la información sobre cómo derrotar a Hades con el rayo de Zeús. También vio que había nuevas páginas que contenían los planes de Hades de conquistar el mundo, y la traición que él había hecho a ella y Killian. Sonrió sabiendo con plena seguridad que esa página había aparecido gracias a Killian. Le agradeció mentalmente y le dedicó una pequeña sonrisa, luego empezó a planear que hacer con todo eso.

Lo primero que hizo fue llamar a Regina a su celular. Pero ella no contestaba. Preocupada ante el hecho de que ella y Robin puedan llegar a enfrentar a Hades, sin tener esa información a su alcance y exponiéndose al peligro de la fuerza de Hades, decidió que lo mejor iba a ser intervenir. Fue a la mansión con las nuevas hojas en sus manos y empezó a intentar atravesar la barrera de magia protectora que Hades y Zelena le habían puesto. A los pocos segundos Zelena se unió a ella. 

- ¿En verdad crees que vas a poder atravesar nuestra magia? - Preguntó Zelena furiosa. 

- Zelena, por favor tengo algo muy importante que decirte... - Comenzó a decir Emma. 

- ¡¿Qué viniste a hacer?! ¡¿Queres vengarte de Hades por qué tu amor y el de tu pirata no fue suficiente?! ¡¿O queres robarme a mi hija?! - Cuestionó Zelena alzando el tono de voz.

- No quiero nada de eso, sólo que me escuches un segundo. - Pidió Emma con calma. - Mi amor y el de Killian era suficiente, pero Hades nos tendió una trampa. Por lo único que quiso venir aquí es para conquistar el mundo. - Expresó con sinceridad, alcazándole las páginas cuando la notó más calmada.