Fair Fight

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Es tarde, ya esta por anochecer, y al siguiente día van a pelear contra Pan para recuperar a Henry; el presente se siente pesado en sus hombros, y la humedad de la isla presente hasta en los árboles, hace que le sea difícil respirar. Emma recorre el campamento de lado a lado, como si fuera un animal enjaulado a punto de entrar en pánico. 

Después de observarla por varios minutos, Garfio decide intervenir. 

- Swan, una palabra por favor. - Dice él en tono bajo para que solo ella pueda escucharlo. Mira por su hombro y ve que la madre de ella todavía está ocupada acomodando y afilando sus flechas. El príncipe está montando guardia con la Reina, y Bealfire (Neal, como le dicen los otros) está dormido.

- No estoy de humor - Dice ella intentando sacárselo de encima, sin tener una verdadera excusa más que no puede seguir teniendo conversaciones significativas y confesiones que la hagan perder su estabilidad.

- Lo lamento, pero esto no puede esperar. - Insiste él, invadiendo su espacio personal. 

- De acuerdo. - Acepta ella, cruzándose de brazos. - ¿Qué quieres? - Pregunta.

- Mañana, cuando vayamos a recuperar a tu hijo... - Dice él y se toma una pausa para rascarse detrás de una de sus orejas, costumbre que tiene cuando está nervioso. - Quizás tengas que usar tu espada. - Finalmente suelta. 

- Si, bueno, no espero que Pan me entregue a Henry como si nada. Gracias por la advertencia. - Dice ella, algo confundida ante su comentario. Intenta irse, pero el la de tiene agarrándola del brazo.

- Sobrestimar a Pan y Los Niños Perdidos sería un error. - Informa él con cierta urgencia en su voz, haciendo que ella comience a molestarse. - Parecen niños, pero no lo son. - Le recuerda. 

- Ya lo sé. - Dice ella frustrada. - ¿De qué se trata todo esto? - Pide saber.

- Déjame enseñarte un par de movimientos y trucos con la espada. - Expresa él su verdadera intención con todo eso.

- Gracias pero no, lo hago suficientemente bien por mi cuenta. - Dice ella girando su mirada para demostrar que estaba molesta. Él nunca dudaba de ella, y la idea de que pueda llegar a insinuarlo no le gustaba.

- No eres mala manejando la espada. - Dice él despacio. - Pero dudo que uno de esos niños te dejaría ganar. - Agrega, llevando su mano hacia su cinturón en una pose de superación.

- ¿Qué estás diciendo Garfio? - Cuestiona ella, su voz amenazante porque quiere saber la verdadera intenciones de sus comentarios. ¿Dejarla ganar? Ella no puede recordar ni una pelea que haya afrontado y él haya presenciado. Bueno, solo una, la del Bosque encantado. Pero ella le había ganado, así que... Salvo que él la haya dejado ganar. Su cara se transforma al darse cuenta de lo que él estaba queriendo decir. 

- Sabes exactamente lo que estoy diciendo Swan. - Dice él retándola y acercándose un paso hacia ella, para quedar frente a frente. 

- Eres tan arrogante que hasta incluso la isla no soporta tu nivel de testosterona. - Lo desacredita ella, sacudiendo su cabeza.

- Lección número uno: un mal entendido puede puede distraer a tu oponente solo si usas un vocabulario que puede entender. - Dice él, sin verse afectado ante los comentarios ofensivos de ella.

- No necesito tus lecciones, la última vez que peleamos... - Comenzó a decir ella.

- La última vez que peleamos te tenía caída de espalda al piso, atrapada con mi espada. - La interrumpe él, con un poco de brusquedad. - ¿Realmente crees que te podrías haber escapado si no lo habría permitido? - Dice él, su voz sonando sexy y su acento acentuándose en cada una de las palabras. 

Mi Captain SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora