All the Pieces of the Puzzle

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- Podes tenerlo devuelta. - Dijo Hades.

- ¿Así cómo si nada? - Preguntó Emma, instantáneamente dudando de que fuera tan fácil. Ella no sería una experta, pero se suponía que convencer al Dios de la muerte de que los deje liberar un alma no iba a ser sencillo. 

Se suponía que bajar al Inframundo y pedirle amablemente al Dios de la muerte liberar una alma no iba a ser sencillo, se suponía que no iba a aceptar. Y sinceramente ella ni siquiera había sido amable al pedírselo, ni educada cuando lo encontraron al en medio de esa versión destruída de Storybrooke. Incluso lo amenazó con "romperle su trasero vestido de Armani", cuando le preguntó por qué se había tomado la molestia en venir a rescatar el alma de un roto hombre con una mano, cuando según sus razonamientos habían almas que merecían mucho más ser salvadas. Probablemente no había sido la mejor primera impresión que podía dar, pero al diablo con eso, ella no se encontraba de buen humor en ese momento.

- Así como si nada. - Asistió Hades con una sonrisa tan fría, que lo que menos lograba era dar convencimiento.

- ¿Sin trucos, ni trampas? - Cuestionó Emma.

- Es el Inframundo Emma, por supuesto que habrá trampas. Te daré una pista, nada puede ser dejado atrás para que puedan regresar al mundo de los vivos. Ningún pequeño pedazo de lo que es Killian Jones puede quedar aquí, porque sino cuando crucen el portal no podrá irse. - Explicó Hades, mientras revoleaba sus ojos de manera que expresaba su poca paciencia. - Tenes una sola oportunidad de hacerlo, y si no lo logras no podrás volver a verlo... al menos hasta el día que mueras. - Agregó con un tono algo misterioso.

- ¡¿Qué se supone que significa eso?! - Preguntó Emma frustrada, cansada de todos los trucos y tramas de cada personaje mágico con el que se cruzaban. De repente la idea de romperle el trasero con una patada, o unas cuantas, era demasiado tentadora.

Pero antes de poder dar una respuesta, Hades desapareció, haciendo que todos a su alrededor tiemblen. No tenían mucho tiempo, así que decidieron dividirse para cubrir más terreno. Su padres por un lado; Regina, Robin y Henry por otro; y Gold por supuesto también desapareció. Emma no confiaba en el Oscuro, pero sabía que no podían irse del Inframundo sin él. Así que era una cuestión de todo o nada.

- Entonces, aquí vamos por nada. - Dijo Emma aferrándose al anillo que colgaba de su cadena en búsqueda de fuerzas.

Emma fue hacia el muelle. Las palabras de Hades quedando grabadas en su cabeza.

Nada puede ser dejado atrás.

El muelle no estaba donde se suponía que tendría que estar, nada estaba en el lugar que tendría que estar. Es así que terminó en la playa, sus botas hundiéndose en la arena con cada paso que daba.

- ¿Puedo ayudarla en algo señorita? - Preguntó su dulce y familiar voz, logrando aliviarla por completo. 

- Killian. - Dijo Emma dándose vuelta al reconocer su voz. 

Pero el hombre que la recibió no era quien ella esperaba, y eso la hizo quedarse congelada en su lugar del shock. La cara que conocía tan bien lucía más joven, suave, y el oscuro cabello mucho más largo recogido en una cola de caballo. Estaba vistiendo un uniforme que parecía sacado de una vieja pintura o un libro de historia; pantalones blancos, chaqueta naval azul con cuello, y una de sus manos estaba sobre su espada.

Una de sus manos.

Tenía dos.  

- Killian, vos... - Dijo ella mordiendo sus labios de los nervios y mirándolo de pies a cabeza.

- Teniente Killian Jones de la Majestuosa Real Marina, a tu servicio. - Aclaró él, presentándose.

Él le hizo una reverencia al presentarse mientras la chequeaba con sus ojos azules. Teniente Jones. En ese momento las ideas en la cabeza de Emma se acomodaron y se dio cuenta que ese era el Killian antes de que su hermano muera. Lucía joven, valiente y confiado. La miraba con gran curiosidad, pero sin ningún reconocimiento.

Mi Captain SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora