-¿Y ahora? -me preguntó Dani.
-Ahora tienes que darle la vuelta -le di un sorbo a mi café que ya había empezado a enfriarse por esperar a Daniel; una tortita, una simple tortita, ¿cómo podía tardar tanto?
-¿Cómo? -lo miré arqueando una ceja-. A ver, sé que tengo que hacerlo girar en el aire, pero ¿cómo hago para que no se caiga al suelo?
-¿Se lo estás preguntando a ella? ¿A una negada del deporte y todo lo que implique puntería y velocidad? -interrumpió mi prima que se estaba zampando uno de los croissant que había traído Lucas. Solo había traído dos, uno para ella y para él; idiota.
-Oye, se me daba muy bien el beisbol -me defendí. Daniel agarró con fuerza el asa del sartén y de un movimiento rápido lo tiro al aire y le dio la vuelta victorioso-. ¡Genial!
-Enhorabuena -le felicitó mi prima-. Y por cierto, jugabas al beisbol de pequeña, eso no cuenta.
-También se me da bien el volleyball.
-¡Ni hablar! -contestó Daniel dejando la única tortita en mi plato-. Ahora otro para mí.
-¿Quieres que lo haga yo? -le preguntó Lucas-. Llevas siglos preparando el desayuno
-Yo te dejaría pero si el abuelo de Katy se entera me pondrá a trabajar en el huerto hasta que me de un golpe de calor o me desmayé del agotamiento.
-Eres un exagerado -murmuré antes de comerme un trozo de la tortita-. Se te ha quemado un poco -mi novio me miró boquiabierto.
-Eres una desagradecida. Ahora me lo como yo -me quitó el plato y comenzó a comer.
-¿Va en serio? Espero todo este tiempo para que me prepares el desayuno ¿y ahora me lo quitas? -no contestó y siguió comiendo-. ¡Hey! ¡No te comas mi desayuno! -intenté arrebatarle el plato pero él lo agarró por el otro lado-. ¡Glotón!
-¡Glotón y orgulloso de ello! Si tan experta eres hazte tu el desayuno -me sacó la lengua. Lo único que me faltaba.
Dejé el plató y me bajé de la silla. Intenté darle un puñetazo en el brazo y cuando lo esquivó me lancé sobre su espalda con la intención de inmovilizarlo y tirarlo al suelo.
-¡Por Dios! Iros a una habitación, que se me indigesta la comida -dijo mi prima.
Se terminó su croissant y se levantó agarrando a su novio por el brazo y arrastrándolo hacia fuera sin dejarle terminar su taza de café.
-Recuerda que vendré a las cinco y media para que nos preparemos juntas -dijo antes de que ambos saliesen de la casa.
Oímos la puerta cerrarse y Dani giró la cabeza para mirarme; seguía montada sobre su espalda.
-¿Qué? -pregunté.
-¿Nos vamos a alguna habitación?
-Idiota -me bajé de su espalda y le pegué con una servilleta que había sobre la mesa-. Anda, ponte a hacer más tortitas -cogí de vuelta mi plato y me senté a comer mientras mi novio volvía con la "ardua" tarea de preparar el desayuno.
(***)
Al llegar las cinco y media de la tarde, Lucy volvió a nuestra casa para que nos preparásemos. El baila comenzaría hacia las siete y media. No solo bailaríamos, también habría mucha comida. A la gente no le hacía gracia cenar tan tarde estando acostumbrado a cenar a las seis, pero por una noche, a nadie le hacía daño cambiar un poco la rutina.
Siguiendo el consejo de mi prima, me puse una falda negra con vuelo hasta un poco más arriba que las rodillas y una camisa vaquera sin tirantes, junto a unas camperas en el mismo tono que la camisa. Lucy, que siempre había sido mucho más atrevida que yo, se puse unos shorts blancos y una camisa de tirantes a cuadros negra y blanca con unos botines con flecos
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El amor conlleva sacrificio
RomanceSegunda parte de la novela Enamorada de mi hermanastro. © Todos los derechos reservados. Esta totalmente prohibida la copia o adaptación de la historia. En caso de plagio, se tomarán medidas legales de manera inmediata. Obra registrada en Safe Crea...