Capítulo 30: Mensaje nuevo

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—¿Llevas una diadema? -pregunté riendo al ver a mi amigo aparecer en la pantalla. 

—Podría ser... -rió. 

—¿Tan largo tienes el pelo?

—Un poco. Bueno, ¿a qué hora llegas?

—Todavía no me he hecho ni las maletas. El vuelo sale mañana a la tarde así que todavía tendrás que esperar para verme. 

—"Tendrás que esperar para verme" como si tu no estuvieses deseando verme -se cruzó de brazos. 

—He tenido un verano entretenido, puede que ni te haya echado de menos... -bromeé; lo había echado muchísimo de menos. 

—Pues vale. 

De pronto su cara desapareció y vi que había cerrado la cesión de Skype. Solté una tremenda carcajada y volví a mandarle una petición de videollamada. 

Cuando volvió a aparecer en la pantalla, unos cinco minutos más tarde, las lágrimas se asomaron a mis ojos. Se había puesto una americana negra y estaba acariciando un gato de peluche; reconocí el peluche de la habitación de su hermana menor. 

—Holmes, Holmes, Holmes... deberías de mostrar un poco más de respeto por tu mejor amigo... -dijo con un acento forzado y sin dejar de acariciar al gato. 

—¿De quién se supone que vas? -dije porque aunque sabía a quién estaba imitando, sabía que meterme con su película favorita lo sacaría de sus casillas. 

Volvió a finalizar la videollamada o yo volví a reírme como loca. Le mandé una nueva petición pero no me contestó, no podía haberse enfadado de verdad, ¿no?

De pronto escuché como alguien caminaba hacia mi habitación y entraba sin llamar. Daniel me miró de arriba abajo como asegurándose de que estaba bien. 

—¿Estás bien? -preguntó. 

—Sí, ¿por qué? -fruncí el ceño. 

—Raúl acaba de mandarme un mensaje diciendo que estabais hablando por Skype y que te has dado un golpe en la cabeza y has empezado a decir cosas sin sentido. Me ha dicho que venga a ver si te ha dado un derrame o algo por el estilo. 

Sin poder parar de reír, acepté la nueva videollamada de mi amigo. En cuanto se abrió ambos empezamos a reírnos como locos. 

—¡Serás idiota! -le dije a duras penas pues no podía dejar de reír. 

—¡Nunca te metas con Vito Corleone! -contestó riendo, también-. Lo siento por haberte preocupado Daniel. 

—¿Va en serio? ¿Era broma? -preguntó mi novio mirándonos a los dos-. ¡Iros a tomar viento! ¡Me he preocupado! Paso de vuestras tonterías. ¡Madurad! -se dirigió a la puerta. 

—¡Te quiero! -le dije, pero no pude dejar de reír ni para decir aquello haciendo que Daniel saliera dando un portazo. 

—Creo que tu novio se ha enfadado -dijo secándose las lágrimas. 

—Déjalo, tiene hambre y está malhumorado, en cuanto coma se le pasará el enfado. 

—Es cierto, hoy coméis todos juntos, ¿verdad?

—Sí, la última comida todos juntos antes de volver a Londres. Los echaré mucho de menos.

—Lo sé. ¿Qué tal está Cobalt? 

—Mucho mejor, ayer a la tarde dimos una pequeña vuelta y está mucho mejor; el medico ha dicho que se le pasará del todo en un par de días. 

—Me alegra saber eso. Un día debería de ir yo a Houston y montamos juntos. 

—Pues no es mala idea, no hemos ido a montar juntos desde que éramos unos niños. Seguro que ya se te habrá olvidado como montar -le guiñé un ojo y él me sacó la lengua. 

—Montar no es algo que se olvida así como así. ¿Acaso a ti se te olvida montar durante los nueve meses que dura el curso? No, y a mí tampoco se me ha olvidado como se monta. Es como montar en bici, te montas encima y arre. 

—Mejor deja de decir "montar" porque empieza a sonar muy raro. 

—¿Por qué? -me miró arqueando una ceja-. ¿Por qué te suena raro que diga tanto "montar"? Estoy deseando que montemos juntos, podemos montar durante horas. Y si ves que se me ha olvidado como se monta, te montas tu primero mientras yo me quedo quieto mirándote, así recuerdo cómo se monta, luego me monto yo y... 

Antes de que volviese a decir montar una sola vez más cerré la videollamada. Cuando se lo proponía mi mejor amigo podía ser un idiota. Esperé un rato antes de aceptar las constantes peticiones de chat de mi amigo. 

—No volveré a decir esa palabra -dijo. 

—Más te vale. 

—Oye Katy -dijo mi madre entrando sin llamas. ¿Por qué nadie tocaba la puerta?-, oh, perdón, no sabía que estabas en Skype. Hola Raúl -saludó. 

—Buenas Heather -le sonrió. 

—Katy, tus tíos ya han llegado, vamos a poner la mesa y a comer. 

—Vale, ahora mismo voy. Voy a despedirme. 

—Bien. Adiós Raúl, nos veremos pronto. 

—Adiós -esperé a que cerrara la puerta de la habitación para seguir hablando con mi mejor amigo. 

—Bueno, esto es un adiós, por ahora, al menos. 

—Nos vemos en dos días. 

—Nos vemos en dos días. 

Cerré la sesión de Skype y seguí durante un par de minutos mirando mi Facebook. Luis y Alicia habían subido una foto de los dos juntos y María una foto con su hermana; se me hizo raro que no hubiese subido otra foto besándose con su novio.

Entré a mirar mi correo electrónico pero solo tenía mensajes de propaganda. Seleccioné la carpeta de papelera para borrarlas definitivamente, y cuando iba a cerrar mi sesión, me llegó un nuevo mensaje. 

De: pesadillaenelmstreet14456@gmail.com

¿Qué tal te ha ido el verano? Me enteré de que ibas a salir del país. Que ganas tengo de que vuelvas. Al fin podré tomar venganza, y tu tomarás lo que te mereces. Disfruta de lo que queda del verano, zorra. Nos veremos pronto. 

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< ¡¿Qué demonios era ese mensaje?! >

Fin de la segunda parte de Enamorada de mi Hermanastro 


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Aquí estamos, ya se ha acabo, pero solo la segunda parte. Aun es pronto para terminar la historia de amor entre estos dos, y creedme, queda mucho drama y romance por delante. 


El amor conlleva sacrificioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora