04 de julio de 1991
-Hija, hay alguien en la puerta preguntando por ti -le dijo la madre a su hija.
La rubia se levantó de la cama y dejó sobre su escritorio el ejemplar de El Árbol de la Ciencia que le había regalado Elise. Observó el pálido rostro de su madre y comprendió que algo no andaba bien.
-¿Quién es mamá?
-Eso querría saber yo. Al parecer es tu novio.
-Oh Dios mío.
Salió de su habitación sin esperar a su madre. Bajó corriendo las escaleras tropezándose dos veces al resbalarse, pues solo llevaba puestos un par de calcetines. Al llegar a la entrada vislumbró al joven que la esperaba con una enorme sonrisa en su rostro. ¿Cómo podía estar ocurriendo aquello? ¿Cómo podía estar él ahí? En Inglaterra.
-¿Qué haces aquí? -preguntó completamente anonadada.
-No podía aguantarlo más, no podía pasar un año más sin verte -se acercó a la londinense y le abarcó las mejillas con ambas manos-. Hace dos años que te conocí, y todavía no había tenido ocasión de hacerlo. No podía esperar más.
Sin darle tiempo a responder, el texano besó a la joven que tenía delante, y esta le devolvió el beso olvidándose por un momento de su madre, la cual los miraba desde lo alto de la escalera, de su padre, que se enfadaría muchísimo al enterarse, y de Richard, el cual aun seguía pensando que su corazón le pertenecía y que un día se convertiría en su esposa.
-Te quiero Heather -murmuró con los ojos cerrados apartándose escasos centímetros de su rostro.
-Y yo a ti Jacob -le contestó antes de volver a besarlo.
(***)
Matthew se levantó de su sillón y se dirigió al mueble-bar. Se sirvió un poco de coñac y le dio un lento trago, esperando que el alcohol solucionara de alguna manera aquel desastre que había provocado su hija.
Se giró y miró a Heather. ¿Qué había hecho mal? ¿Qué había pasado? La había educado lo mejor que pudo. La llevó a los mejores colegios, tuvo los mejores tutores, la llevaba a la opera, al teatro, le enseñó mundo e intento que se enriqueciese culturalmente lo máximo posible. ¿Cuál había sido su error? Se había prometido, con el hijo de su futuro socio. Las cosas no podían irle mejor y de pronto aquel maldito vaquero se había presentado en su casa; irrumpiendo en su familia, en su vida.
-Papá, di algo, por favor.
-Ni Richard ni sus padres pueden enterarse de esto; jamás. Si lo hacen vuestro compromiso podría anularse.
-¿Qué? Papá, no quiero casarme con Richard.
-¿Qué? -preguntó alarmado. Dejó el vaso de cristal sobre su escritorio y se sentó en el sillón de cuero frente al que ocupaba la rubia- ¿Qué quieres decir con eso?
-Papá, estoy enamorada de Jacob, no puedo casarme con Richard, no lo amo.
-¿Acaso te has vuelto loca? -preguntó alzando la voz. Se levantó de golpe y se aflojó el nudo de la corbata que le había empezado a agobiar de mala manera-. ¿Y qué piensas hacer? ¿Romper con él?
-¿Qué otra cosa puedo hacer? No puedo casarme con alguien a quien no amo.
-Has perdido la cabeza, no hay otra explicación posible. Richard es lo mejor que te ha pasado nunca. Te dará todo lo que quieras en la vida, nunca te faltará nada junto a él. Serás una mujer respetada e importante en la sociedad. Ese vaquero no hará nada más que traer problemas.
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El amor conlleva sacrificio
RomanceSegunda parte de la novela Enamorada de mi hermanastro. © Todos los derechos reservados. Esta totalmente prohibida la copia o adaptación de la historia. En caso de plagio, se tomarán medidas legales de manera inmediata. Obra registrada en Safe Crea...