-Gire a la derecha.
Giré a la derecha como me había indicado la aplicación del GPS del móvil y en cuanto lo hice me topé con el gran edificio de enormes cristaleras que había visto en google maps. Era gigante. No tuve problema alguno en aparcar el coche en el enorme aparcamiento que había junto al edificio.
Entré y me dirigí a la recepción. Una chica menuda, de unos veintisiete años me dijo que esperara. En seguida otra mujer, algo más mayor que la recepcionista me dijo que la siguiese. Entramos en un ascensor y pulsó el botón once. Mientras procedíamos el lento ascenso, no podía de mirar la ropa impecable que llevaba y compararla con mis vaqueros y mi blusa blanca. ¿Tendría que haberme puesto algo más elegante? Me sentía fuera de lugar, identificado con Anastasia de Cincuenta Sombras de Grey la primera vez que vio a Christian.
Caminamos hasta llegar a dos grandes puertas grises con picaportes plateados. La chica abrió la puerta y en cuanto entré la cerró. Ya no había escapatoria.
Richard colgó el teléfono y se levantó. Me hizo un gesto para que me sentara en uno de los sillones que había frente a su mesa y él se sentó a mi lado.
-Espero que no hayas tenido ningún problema para llegar aquí.
-No, he llegado fácilmente. Me alegra que hayamos podido quedar.
-Espero poder ayudarte. ¿Por dónde quieres que empiece?
-Desde el principio. No sé nada de nada, nadie me ha dicho nada. Hace unos días no sabía de tu existencia.
-Oh, vale, entiendo -se recostó en el sillón de cuero-. Mis padres habían sido grandes amigos, así que tu madre y yo pasábamos mucho tiempo juntos. Hacia el noventa y uno, la empresa de mis padres comenzó a expandirse y tus abuelos se interesaron en fusionar las empresas.
-¿A qué se dedicaban mis abuelos?
-Tenían varios proyectos, parecido a los de mis padres pero ellos se centraban más bien a las cadenas de radios. A finales del noventa y dos nuestros padres comenzaron a negociar la fusión. Tu madre y yo cada vez pasábamos más tiempo juntos, yo me enamoré como un bobo de ella, estaba loco por ella, y a ella no le disgustaba -esbozó una triste sonrisa-. Nos comprometimos en marzo, íbamos a casarnos en noviembre. Pero entonces tu madre y tus abuelos se fueron a Houston a pasar un verano. Se había muerto una hermana de tu abuelo y tenía que arreglar algunos asuntos de la herencia.
» Cuando me pidió que aplazásemos la boda, dijo que había tenido mucho tiempo para pensar y que le gustaría terminar los estudios de medicina antes de atarse a alguien de aquella manera. Ni a mis padres ni a los suyos les hizo gracia, pero yo estaba enamorado así que respeté su decisión. Pero el año siguiente, de pronto un joven texano apareció por Londres, diciendo que estaba enamorado de tu madre y que había venido a pasar el verano junto a ella.-¿Mi padre?
-Sí, tu padre. Resulta que tu madre y él se habían conocido aquel verano que pasó en Houston y luego se pasaron todo un año escribiéndose cartas. Nadie lo sabía, solo ellos dos. Crearon una relación basándose en papel y tinta, y consiguieron una intimidad y una confianza que yo nunca había conseguido con tu madre.
» Tu madre admitió estar enamorada de él, y me dijo que no quería casarse conmigo, que jamás podría corresponderme. Me quedé destrozado, sí, pero amaba a tu madre, y lo único que quería era que ella fuese feliz, así que acepté el hecho de que solo podría ser feliz con Jacob. Sin embargo a mis padres no les hizo ni pizca de gracia y amenazó a tus abuelos con deshacer la fusión. Yo traté de convencerlos de que no lo hicieran, pero no pude conseguir nada. Entonces tus abuelos enloquecieron y le dijeron a tu madre que tenía que romper con tu padre. Pero tu madre no podía, estaba enamorada de tu padre y simplemente no podía dejarlo.» Entonces tu abuelo la echó de casa, le dijo que podía hacer lo que quisiese pero que si decidía irse con tu padre no podría volver nunca. Lo que menos se esperaba era que su única hija, su perfecta hija, le abandonase y se fuese con el texano. Pasó lo que quedaba de Julio en la habitación de hotel con tu padre. Hasta que un día le llamó tu abuelo, le dijo que ella había decidido y que él también. Le dijo que iba a dejar de pagarle la universidad y que a partir de ese momento tendría que arreglárselas por su cuenta, porque su familia no iba a ayudarle más.
Richard hizo una pausa para respirar hondo. Yo había comenzado a sentir de nuevo aquella horrible angustia en el pecho, y viendo la expresión que tenía Richard en su rostro sabía que él no se sentía para nada mejor que yo. De hecho, estaba convencida de que lo estaba pasando peor, al fin y al cabo, él vivió todo aquello en primera persona.
-Tu abuelo, paterno, accedió a que tu madre fuese a vivir con ellos -prosiguió-. Fue un gesto realmente generoso, tu madre tuvo muchísima suerte de conocer a un hombre con una familia tan amable. Así que se fue a América con Jacob. Yo no tenía ni idea de qué hacer para ayudarla, había cruzado el océano y no había manera de ponerme en contacto con sus padres para intentar convencerlos de que cambiasen de opinión.
» Así que decidí hacer lo único que estaba en mis manos. Nunca he tenido problemas financieros, el negocio de mi padre iba muy bien, y mientras estudiaba en la universidad trabajaba en la empresa familiar, y el sueldo era bastante generoso, debo decir. Intenté ayudarla lo más que pude, y le mandé una carta diciendo que haría lo posible para que pudiese seguir con su vida de la manera más próspera. Le pagué la universidad. Supongo que tu madre no estaba muy convencida con la idea, pero no le quedaba otra opción y aceptó que le pagase los estudios. Así que lo hizo, acabó sus estudios en América.-¿Y qué pasó luego?
-Recibí una carta unos... siete-ocho años después. Me decía que había acabado el doctorado y que Jacob y ella se habían casado y que iban a mudarse a Londres. También me dijo que le habían ofrecido un puesto fijo como cirujana, y que iría devolviéndome el dinero de la universidad. Me lo devolvió todo, como si se tratase de un préstamo, pero yo no lo hice nunca con esa idea, lo hice porque la quería, y aun la quiero, tu madre siempre será muy importante para mí.
-¿Qué fue de mis abuelos?
-Siguieron adelante con sus vidas, dejando a un lado lo que había pasado. Se olvidaron de todo, incluyendo a Heather. Se olvidaron de que tenían una hija y siguieron adelante.
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El amor conlleva sacrificio
RomanceSegunda parte de la novela Enamorada de mi hermanastro. © Todos los derechos reservados. Esta totalmente prohibida la copia o adaptación de la historia. En caso de plagio, se tomarán medidas legales de manera inmediata. Obra registrada en Safe Crea...