-¿Ya estás lista? -preguntó de nuevo, golpeando la puerta del baño. Abrí la puerta y le hice un gesto hacia el cepillo de dientes que tenía en la boca-. Lo siento, pero hay una luz buenísima ahora mismo y la perderé si no salimos en seguida.
Me giré y escupí en el lavabo. Me enjuagué la boca con agua y tras aclarar el cepillo lo dejé en el vaso de porcelana donde estaban los demás.
-Tranquilo, ya estoy -le dije malhumorada. Todavía no podía creerme que me hubiese despertado a las siete menos cuarto para ir a sacarnos fotos.
Bajamos las escaleras y mientras Daniel salía pitando hacia el establo, pegué en la nevera, con la ayuda de un imán, explicando que a Dani se le había cruzado un cable y que habíamos ido con los caballos a sacar fotos.
Me subí la cremallera de la sudadera y me ajusté las asas de la gran mochila negra que había llenado de ropa, porque esa era otra, Daniel había insistido en hacer una especie de sesión de fotos usándome de modelo, así que tendría que andar cambiándome de ropa en el bosque.
Cuando entré en el establo Daniel me estaba esperando sosteniendo las riendas en las manos, el hecho de que estuviese tan emocionado por la sesión de fotos no cambiaba el hecho de que seguía teniendo miedo de los caballos y prefería no acercarse demasiado a ellos; y eso incluía que tampoco le gustaba ensillarlos.
Ensillé a Cobalt y a Canela. Dani y Canela habían tenido tiempo para conocerse, y parecían haberse cogido algo de confianza. Ambos nos montamos y salimos del establo. Daniel había metido su equipo en una bolsa negra. Había colocado las cosas de manera que su equipo fuese a prueba de galopes, pero aun así me pidió que fuésemos despacio. No puse objeción alguna, a las siete y diez de la mañana lo último que me apetecía era echar una carrerita a caballo.
Fuimos hasta el claro de la No-me-olvides. Daniel parecía preocupado porque ya casi había amanecido y le preocupaba no tener tiempo para sacar unas fotos del amanecer, pero montó el equipo lo bastante rápido para poder sacar unas pocas fotos.
Mientras mi novio se movía por todas partes sacando fotos a cualquier cosa que le pareciese que se merecía una foto, me quité la mochila y me puse el primer conjunto. Se trataba de un vestido marrón con pequeñas florecitas blancas y un cinturón ancho.
-Ya estoy lista -anuncié. Daniel apartó la vista de su nueva cámara y me miró de arriba abajo. Me hizo un gesto para que me acercara a él y en cuanto lo hice su mano derecha fue directo a mi pelo y me lo echó para atrás.
-¿Puedes atártelo?
-¿En una coleta?
-En un moño. ¿Puedes? -asentí y volví a acercarme a mi mochila.
Saqué de dentro un pequeño neceser negro donde había metido algunas cosas esenciales de belleza. Daniel solo me había hecho una vez una sesión de fotos seria. La primavera Alicia acababa de regalarle una pequeña canon a Luis como regalo de aniversario y Daniel no tardó en pedírselo prestado. Así que en cuanto lo tuvo en las manos me pidió posar para él. Al principio me sentí ridícula, Daniel se ponía realmente serio cuando se ponía a sacar fotos y aquello me hacía muchísima gracia; jamás pensé que Daniel se tomase tan en serio la fotografía.
Durante las próximas horas, Daniel se movió de un lado para otro sacando fotos de distintos ángulos, colocándome en distintas poses y diciéndome cómo quería que me comportase frente a la cámara. Recuerdo, y me es imposible no sonreír, al recordar cómo me pidió que le enseñase la caja donde tenía guardado todo mi maquillaje. Se puso a mirar todo el contenido y rápidamente comenzó a decirme qué pintalabios o sombra quería que me pusiese. No tenía ni idea de cómo maquillar, pero era muy pero que muy bueno combinando colores.
ESTÁS LEYENDO
El amor conlleva sacrificio
RomanceSegunda parte de la novela Enamorada de mi hermanastro. © Todos los derechos reservados. Esta totalmente prohibida la copia o adaptación de la historia. En caso de plagio, se tomarán medidas legales de manera inmediata. Obra registrada en Safe Crea...