CAPÍTULO XXII – Necesidad de normalidad.
A lo largo de la semana, cuando no tenía que estudiar para algún examen, me dedicaba a hacer borradores de mi carta de presentación para Yale. Mi hermana me había dado algunos consejos, indicándome que era lo que más valoraban en las universidades a la hora de aceptar nuevos alumnos. Por su parte, James me explicó que el haber estado en el periódico del instituto, me daba cierta ventaja, pues suponía experiencia en mi campo y cubría el cupo de créditos destinados a las actividades extraescolares.
Todo era muy complicado.
-Recuerda que debes redactar como si fueras una periodista de pies a cabeza –repitió por enésima vez Mía.
Me encontraba en la sala de estar, con miles de folios esparcidos por la mesa. Unos estaban arrugados, otros rotos, algunos eran de colores o, simplemente se encontraban apilados en el centro de la mesa. También tenía a mi alcance el ordenador portátil, un puñado de bolígrafos y una bolsa de patatas fritas.
-James y yo tenemos una reunión –informó mi hermana mientras metía unos dosieres en su bolso de Hermes-. No sé a qué hora llegaremos, así que pide unas pizza para ti y nos niños.
-Vale –asentí.
-Hoy es día libre del servicio, así que estás al mando, ¿entendido? –continuó con sus indicaciones.
-No te preocupes, Mía –la miré seria-. No es la primera vez que cuido de mis sobrinos.
Me miró de una forma que no supe interpretar pero que me inquieto. Se acercó a mí, para depositar un beso en mi frente, y después salió de la sala agitando una mano al aire a modo de despedida.
Volví a quedarme sola, aunque no me quedó otra opción que la de ir a por los niños, los cuales jugaban en el jardín. Los contemplé desde el enorme ventanal, por lo que también pude ver como Colin se desenvolvía con ellos. Era un chico realmente agradable, lleno de virtudes que hacían que me doliera el corazón por no poder quererle.
<<Todo sería más sencillo si Dylan no hubiera aparecido en mi vida>> lamenté sin dejar de mirar esa escena tan entrañable.
Caroline, la pequeña, trepaba por la espalda de Colin; mientras que el enano, Efram, se agarraba a una de las piernas.
Yaisy, mi preciosa perrita, ladró para llamar nuestra atención, por lo que todos los que jugaban en el jardín corrieron al interior de la casa. Los niños se abalanzaron sobre el animal, mientras que Colin prefirió ponerse a mi lado.
Nuestras miradas se encontraron, recordando el beso que habíamos compartido al principio de esa semana. Aún podía sentir la calidez de sus labios contra los míos, su mano acariciando mi rostro… Pero eso era todo.
-¿Te quedas conmigo? –intenté sonreír, tratando de disimular mi desazón.
-No querría estar en ningún otro lugar, Summer –susurró, acercándose a mí para besarme.
*** *** ***
La tía Mía necesitaba saber a qué atenerse, por lo que había pedido que nos reuniéramos todos en el jet privado pues, al parecer, era el mejor lugar para poder esconderse de la prensa que la acosaba.
ESTÁS LEYENDO
Amor de Contraportada [en edición]
Romance(Se recomienda leer antes "Amor de Portada") Soy Summer Blackwell y mi sueño es ser una gran periodista para poder, así, tomar las riendas de la revista que dejó mi madre al morir. Pero, ¿Quién iba a decirme a mi qué mi último año en el instituto ib...