Capítulo VIII - Broadway

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CAPÍTULO VIII – Broadway

Max me había llevado a su casa, aprovechando que sus padres estaban trabajando. La casa era bastante más pequeña que la mía, pero me resultaba tan acogedora que sería capaz de quedarme allí eternamente, siempre y cuando él estuviese a mi lado.

Entramos a su habitación abrazados, pues notaba como él quería reconfortarme. Me depositó en su cama y yo me giré para quedar tumbada sobre mi lado izquierdo con la mirada perdida. Las imágenes se agolpaban en mente, aún notaba las asquerosas manos de Mark recorriendo mi cuerpo.

-¿Puedo ducharme? -susurré con cierta timidez.

-Claro, ya sabes dónde está el baño.

Notaba que estaba preocupado, pero no podía decírselo. No quería que ese desgraciado hiciera daño a nadie. Sin embargo, sabía de alguien que podría ayudarme.

Me adentré en el cuarto de baño que había en la habitación de Max, saqué unas toallas de un mueble, dejé que el agua de la ducha corriera mientras me desnudaba, y me metí bajo el ardiente chorro de agua. Automáticamente mis músculos se relajaron y me mete empezó a vagar sin rumbo. Dejé que el agua se llevara las lágrimas que empezaba a desbordarse por la comisura de mis ojos, ahogué un par de jadeos contenidos y, finalmente, salí de la ducha para envolverme en una esponjosa toalla blanca. Cuando volví a la habitación no había nadie, pero yo me volví a tumbar en la cama. Poco después noté como la cama se hundía detrás de mí y un brazo me abrazaba por la cintura. Me acurruqué un poco más contra él, suspirando.

-Valery...- besó mi cabeza.- ¿Vas a contarme qué te ha ocurrido?

Me giré para quedar frente a él. Cruzamos una larga mirada en la que intenté transmitir todo lo que sentía por él, pero necesitaba sentirlo más cercano. Sin poder remediarlo me abracé a Max con fuerza, escondiendo mi rostro en su pecho.

-Prometo que lo haré,- dije al fin.- pero ahora no quiero...no puedo hablar de ello.

-Pero...

-Por favor,- le miré con intensidad a los ojos.- solo abrázame.

Max, antes de abrazarme, me besó suavemente en los labios y me abrazó con fuerza. Eso era lo que necesitaba. Podría decir que en ese momento lo único que conseguía que yo me mantuviese entera era él. Max.

No sé en que momento me quedé dormida en brazos de Max, pero cuando desperté lo veía todo con más claridad. Sonreí al ver como Max también se había quedado dormido, pero pareció que notaba mi mirada porque sus ojos se abrieron y me devolvió la sonrisa.

-¿Estás mejor? -asentí.- Eso está bien... No soporto verte así y no saber que hacer.

-Cariño, has hecho mucho. -me lanzó una mirada escéptica.- Lo digo de verdad y prometo contártelo, pero primero necesito hablar con alguien. Así que... ¿me acercas a casa?

-Por supuesto.- respondió, sin soltarme.

Amor de Contraportada [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora