Capítulo V - Concierto con sorpresa

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CAPÍTULO V – Concierto con sorpresa.

El maldito jarrón se resistía a mis pinceles. No conseguía perfilar su contorno de forma adecuada, es más, conseguía que pareciera un frutero amorfo. Arranqué por enésima vez la hoja del bloc y la tiré al suelo para comenzar de nuevo. Sin embargo, justo cuando la punta del carboncillo se posaba sobre el papel la secretaria del director llamó a la puerta.

-Disculpe la interrupción.- le dijo al profesor.- Tengo que llevarme a la señorita Blackwell.

Creo que en ese momento toda la sangre de mi rostro me abandonó. Seguro que Sheyla había ido con el cuento a la dirección y por eso me llamaban al despacho del director. Y, para colmo, seguro que habían avisado amis padres.

Miles de cuchicheos y gritos de provocación empezaron a sonar por toda la clase cuando me levanté y me dirigí hacia la puerta, mientras rezaba todo lo que sabía.

La secretaria me condujo por los largos pasillos del instituto hasta el piso inferior, don estaba el despacho del director y la sala de profesores. Me mandó esperar en la pequeña sala que estaba decorada con las orlas de antiguos alumnos del centro, y con diplomas y trofeos deportivos. No pasó mucho tiempo desde que había entrado cuando la secretaria me ordenó entrar a lo que a mí me parecía un matadero.

Solté una maldición por lo bajo cuando identifiqué la larga melena roja de mi madre y el pelo castaño oscuro de mi padre. Sus manos estaba entrelazadas, como si mi padre intentase evitar que su esposa saltase al cuello de la mujer rubia teñida que estaba de pie detrás de Sheyla.

-Señorita Blackwell, - llamó el director.- la señorita McDowell dice que usted...

-No hace falta que diga nada.- grito la mujer rubia.- Mire como le ha dejado la cara mi hija.

-¡Seguro que esa hija tuya le hizo algo! -intervino mi madre mientras se levantaba y encaraba a la rubia.

-Si educaras mejor a tu hija esto no pasaría- espetó la otra como si tal cosa.

-No te atrevas a insinuar que soy mala madre...- gruñó mamá.

-Cariño, olvídala.- papá intentó calmar a mi madre.- Ya sabes como es.

-Señores, por favor, no demos malos ejemplos.- todos obedecieron y volvieron a sus posiciones.

El director me pidió las explicaciones pertinentes, en tanto que la madre de Sheyla intervenía para insultarme, cosa que mis padres o toleraban bajo ningún concepto. Al final, lo que tendría que haber sido una reprimenda para mí, terminó transformándose en una batalla entre mis padres y la rubia esa estirada.

Pasada media hora de reproches entre padres, el director nos mandó salir a todos para arreglar nuestras diferencias, pues, según lo que estaban reprochándose, nuestros progenitores se conocían de antes. Mis padres me tomaron por los hombros y me arrastraron hasta el aparcamiento del instituto, donde un BMW reluciente los esperaba.

-Tesoro, lo que has hecho no está bien.- dijo mi padre con severidad.

-Seguro que se lo merecía.- me defendió mi madre.

-Sarah, tu no a alientes.- regañó a su esposa.

No sé cuanto tiempo pasó hasta que ambos me permitieron volver a clase. Pero se ve que alguien no tenía intención de dejarme marchar.

-Sarah.- la voz femenina de la madre de Sheyla nos sobresaltó.- Mantén a tu hija alejada de la mía.

-Stella, vete al agujero del que has salido y deja en paz a mi familia.- se giró hacia mí y me dio un beso en la cabeza.- Ve a clase, cielo. Nos vemos luego en casa.

Amor de Contraportada [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora