Capítulo XI - Verdades como puños

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CAPÍTULO XI – Verdades como puños.

Un nuevo día me saludaba a través de las rendijas que dejaban las cortinas. Hoy era el día, por fin iba a contar la verdad y podría estar más tranquila. La tarde anterior le había pedido a Max que fuera a buscar a Dylan y le diera un recado: Hoy, justo después de clase, le esperaba en la cafetería donde Max trabajaba.

Me apresuré a vestirme con el uniforme del instituto, recogí mi pelo rojo en una coleta alta y salí de mi cuarto para desayunar en la sala. Mi padre ya estaba sentado al frente de la mesa, leyendo el periódico mientras tomaba su taza de café; mi madre estaba sentada a su derecha, y cuando me vio sonrió para darme los buenos días, como todas las mañanas. Era una rutina, pero la adoraba.

-Hoy llegaré un poco más tarde -mentí en cuanto ocupé mi lugar a la izquierda de mi padre. -Tengo una práctica de biología.

-¿Quieres que pase a recogerte? -sugirió mi madre, dando un sorbo a su vaso de zumo.

-No hace falta, me vendré en el autobús. -volví a mentir, pues la tía Miranda se encargaría de acercarme a la casa.

-De acuerdo, pero llama si hace falta -concluyó mi padre mientras dejaba el periódico.

Continuamos desayunando casi en silencio, ya que mis padres si estaban manteniendo una conversación animada. Sin embargo, yo estaba demasiado nerviosa como participar, y eso mi madre lo notó.

-Cariño, -llamó mi madre cuando estaba saliendo para reunirme con Summer e ir a clase -sabes que puedes contarme lo que quieras, ¿verdad?

-Claro, mamá. -me acerqué a ella y le di un sonoro beso en la mejilla.- Todo está bien.

-De acuerdo -respondió no muy convencida.

Después de eso me apresuré a llegar al coche y poner rumbo al instituto. Para mi suerte, Summer me entretuvo contándome lo ocurrido durante su fin de semana en Nueva York, así como me pidió, o más bien suplicó, que le acompañara a la fiesta de la revista. He de admitir que no es que me hiciera mucha gracia ir, y menos cuando me dijo que iba a pedirle a Mark que la acompañara, pero debía estar cerca de ella. En cuanto al tema de Dylan, por lo que parecía el sentía algo por ella. Debía averiguarlo, pues no quería que alguien hiciera a mi prima.

<<¿Todo tiene que pasarle a ella?>> me preguntaba en mi fuero interno.

Summer aparcó cerca de las gradas, por lo que tenía que andar un buen trozo hasta llegar al edificio donde se impartían mis clase. Me despedí de ella con un suave abrazo y me encaminé hasta mi clase de geografía con el señor Lennon. Desde luego, eso de tener clase de geografía tan temprano era un maldito pecado capital. Pero solo debía aguantar seis horas y podría dar rienda suelta a mi plan.

*** *** ***

Llevaba más de media hora despierto, contemplando a Sheyla dormir recostada en mi pecho. No me había fijado en lo guapa que se había puesto en los últimos años, pues cuando era más pequeña tenía una cara redonda y su pelo era algo desgreñado. Sin embargo, ahora, su pelo estaba alisado con cuidado, tenía una piel perfecta, su rostro había perdido la redondez infantil, sus labios estaban llenos y jugosos...

Amor de Contraportada [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora