Prefacio // Capítulo I - El partido. (editado)

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Historia registrada en SafeCreative bajo el Código: 1207161979117.

AVISO: Esta historia es una secuela de otra historia mía que se llama AMOR DE PORTADA. Si quieres leer esta historia lee antes la otra :)

Aquí os dejo la historia. No olvidéis leer los comentarios del final

Prefacio.

Despertar y ver su hermoso rostro era lo mejor del día. Podía levantarme de mal humor, triste, cansada... Pero sólo con el simple hecho de verlo ahí, dormido, con sus labios entreabiertos, su respiración regular, o su pelo revuelto, mi mundo volvía a tener sentido.

Lo único que temía era despertar de mi sueño y ver que todo esto no era real. Comprobar que él nunca me amó.

CAPÍTULO I - El partido.

Ahí estaba. El despertador sonaba anunciando el inicio de un nuevo día, un día tortuoso de instituto. Este último año estaba siendo muy duro, los profesores habían cambiado, los deberes eran más difíciles, los exámenes tan complicados que era casi imposibles pasarlos, la vida social se había acabado. Bueno, en realidad mi vida social era imposible que se terminara, y no porque tuviera un montón de amigos, un novio perfecto o algo de eso. En absoluto. Pero lo cierto era que yo crecí entre alfombras rojas, revistas, flashes de paparazzi, y trepadores que buscaban tu mal para su propio beneficio. Y no, no era una súper estrella. Mi hermana era la estrella.

—Summer, —llamó mi hermana desde el piso de abajo—. Llegarás tarde.

Me apresuré a ducharme y ponerme el uniforme del instituto. Una vez lista me miré al espejo, comprobando que la falda de cuadros escoceses rojos y mi camisa blanca estuvieran en su sitio. Recogí mi pelo en una coleta alta, me puse las calzas blancas del uniforme, los zapatos negros, maquillé un poco mis ojos azules y bajé corriendo al comedor.

Mi hermana me esperaba dando de comer a Caroline mientras Efram le daba vueltas a su vaso de leche con cacao. A pesar de ser mellizos eran muy distintos. La pequeña niña rubia tenía los ojos azules de su padre, pero por lo demás era igual a mi hermana. Por su parte, Efram era la viva imagen de James, excepto por el color de ojos.

—Por fin —dijo Mía, limpiando la boca de su hija—. Pensé que tendría que subir a echarte un cubo de agua para despertarte.

—Te habría matado  —sonreí mientras me sentaba al lado del pequeño—. ¿Vas a la revista de mamá hoy?

—Sí, los directivos quieren hacer una reunión para comprobar que la revista va bien y bla bla bla. —Limpió la boca de Caroline—. Luego iré con Kayla a una sesión de fotos. ¿Quieres venir?

—Claro, será divertido—. Mientras bebía de mi zumo apareció James, vestido con ropa de deporte.

—Buenos días preciosidades —. Besó en los labios a su mujer, mientras que a mi sobrina y a mí nos besó en la coronilla—. ¿Cómo estás colega? —chocó los cinco con su hijo.

James estaba en mi vida desde que tenía uso de razón. Solo recuerdo una etapa en la que él no estaba conmigo: cuando él se fue a estudiar a Alemania y su relación con Mía terminó. Pero, según cuentan, se querían tanto que en cuanto el volvió a Los Ángeles no pudieron evitar que esa llama, que los había unido en el pasado, volviera a prender. Lejos quedan esos días ahora, cuando él consiguió abrir, junto a mi hermana, una clínica de investigación que cada día contaba con más éxito. Además, Mía, continuaba con su carrera de modelo y, hasta el momento en el que yo terminara mis estudios, se encargaba de la dirección de la revista que fundó mi madre.

—Bueno, tengo que irme —miré la hora de mi teléfono—. Tengo que ir a por Valery aún.

—Dile a Sarah que los resultados de Alemania ya han llegado  —gritó mi cuñado mientras salía del comedor.

Amor de Contraportada [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora