Epílogo.

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Frank.

Cathy comenzó a cerrar los ojos, y el brillo en ellos se fue apagando, al igual que mi mundo. Ella se había convertido en mi mundo y en lo único que me mantenía de pie,  ahora se había ido... Ya nada tendría ningún sentido.

Su piel comenzó a ponerse grisácea y algo agrietada, la abracé contra mi pecho y le prometí en un susurro que aquello de verdad iba a terminar esta noche.

Me coloqué de pie y volteé a ver a Maxim quien observaba la escena burlesco y comenzó a aplaudir.

—¡Bravo! Ha sido mejor de lo que yo esperaba, ahora si puedo morir en paz.

Sonreí haciendo una mueca y corrí, abalanzándome sobre él y enterrándole la daga que había sacado de la chaqueta de Cathy en el pecho.

—Está usted en lo cierto señor, hoy va a morir pero no en paz.

—¿Por qué he de creer lo que dices, mocoso? —Dijo mientras tosía.

—Porque Catalaia no murió. —Replicó Carol, apareciendo por el gran portón— Su sangre sí, pero no su alma, se quedará inerte por algún tiempo, pero luego volverá.

Carol corrió hasta donde estábamos, y me hizo un ademán para que le cediera el puesto, ella tomó la daga del pecho de su padre y comenzó a retorcerla poco a poco.

—¿Cómo lo sabes, hija?

Preguntó Maxim ya sin aliento.

—Porque conozco esa pócima, fue la misma que me diste el día que los niños nacieron. Trataste de matarme, pero me diste menos de lo que debías, lo que me mató por tres meses... Tres meses donde trataste de matar a mis hijos, pero no pudiste, como tampoco lo has logrado ahora.

Maxim abrió los ojos espantado.

—Sí, me alegra que lo recuerdes, porque eso será lo que va a pasar con Cat, sobrevivirá, y tu no estarás aquí para ver eso... Padre.

Carol sonrió y con un ágil movimiento, retorció la daga en el corazón de su padre, haciendo que se volviera gris y comenzara a desplomarse como si fuera polvo.

Volteé a mirarla confundido.

—¿Por qué se hizo cenizas?

—Porque él era uno de los pocos Lycans rango C que aún vivían.

—¿Qué es un rango C?

—No es un buen momento, Frank. Te lo diré después.

Me quedé mirando el montón de cenizas y Carol se puso de pie.

Todos los Lycans voltearon a mirarla y comenzaron a gruñir.

—¡Lycans de la sección tres de Nápoles, Italia! —Gritó ella con tono autoritario— Soy Carola Sanders, hija del monarca Maxim Sanders. Lamento mucho lo que acaba de pasar, pero siguiendo el código establecido por el mismo, el descendiente del monarca debe ejercer el puesto en caso de que su progenitor falte, así que ahora seré yo quien dirija sus clanes, espero estén a gusto con mi mandato y les prometo que yo seré muy diferente a lo que algún día llegó a ser mi padre.

Comenzaron a aullar en son de júbilo y ella sonrió de lado.

—Por fin se terminó... —Susurró para ella misma— Ojalá pudieras estar aquí para verlo, Harold...

Abrí mis ojos muy sorprendido, ¿después de tanto sigue pensando en el padre de sus hijos?

—Sé lo que pensarás de mí, Frank, pero déjame decirte algo sobre el amor... —Miró con nostalgia hacia la luna— todos creemos saber cómo funciona, de qué se trata o que podremos salir bien librados de una jugarreta del corazón, realmente no es así. Han pasado más de 110 años, y sigo amando a Harold tanto como el día que vi sus ojos por primera vez... Pero eso solo hace que mi anhelo sea cada vez más grande y mi dolor más profundo, a veces no podemos estar para siempre con las personas que amamos, pero nuestros recuerdos y el sentimiento de que nos hizo felices cada segundo que estuvo con nosotros siempre vivirá de forma cálida en nuestros corazones. Recuerda eso siempre.

Asentí, no me había percatado de que estaba llorando hasta que mis lágrimas cayeron en mis manos.  

— Escúchame con atención, lleva a Cat a un cuarto y mañana en la tarde vendré para darles indicaciones.

—Asentí— Gracias, Carol.

Sonrió y se transformó en Lycan, aullando fuerte y echándose a correr dentro del bosque, seguida del aquel clan que seguía vivo.

Corrí hacia Cathy, quien era socorrida por los chicos, la tomé en brazos y la llevé rápidamente a mi habitación, donde cerré la puerta y la abracé, comencé a llorar silenciosamente, solo me di cuenta de que seguía haciéndolo cuando noté el edredón con que la había tapado totalmente empapado. Esa noche lloré como un niño, lloré por ella, por mí, por nuestro amor, por el desamor y por la esperanza de volver a ver sus ojos miel observándome con la ternura que solo ella sabe dar.

Me di cuenta de que había transcurrido mucho tiempo cuando noté que el sol estaba dando en la cama, me levanté de donde me había echado desde la noche anterior y abrí la puerta, todos me observaban con compasión y comprensión, le pedí a Harry que la cuidara por unos minutos y me encaminé al baño, en el espejo pude notar mi rostro demacrado, triste y destrozado, mis ojos y mi nariz roja por las lágrimas, y mi expresión era pálida, sin vida... Sin alegría.

Luego de lavarme la cara, salí y me dirigí al salón principal, donde todos los novicios se encontraban reunidos, algunos heridos, otros ayudando a los más afectados, y otros que lastimosamente no habían soportado.

Volví al cuarto y encontré a Nick tomando su mano, mientras Aron y Tony miraban por la ventana, comentando la situación de anoche, y Harry, sentado en una silla a un extremo de la habitación, mirando la nada, perdido en la laguna que debían ser sus pensamientos ahora.

Carol llegó con cinco brujas sanadoras de la base Lycan, que se dispusieron a curar a los novicios.

—¿Como está?

—Muerta. —Sentencié tristemente.

Colocó su mano en mi hombro con tono alentador.

—Volverá, lo prometo.

Alcé a mirarla.

—¿Y si no lo hace? —Pregunté.

—... Tendrás que ser fuerte.

—Ya no soy fuerte si no está ella.

Me miró apenada.

—Yo sé que lo hará.

Dijo por último y salió de la habitación, con Tony acompañándola.

***

Un año después.

Nos tardamos demasiado en reconstruir la academia, pero luego de un arduo trabajo, volvió a ser la de antes.

Era el primer día de clase, y habían muchos novicios nuevos.

Esto me llenó de nostalgia, me recordaba cuando Cathy entró por aquel portón.

Entré a la biblioteca y contemplé la esfera electromagnética, que aún protegía a la barrera a Harry y Cat.

A su lado, estaba la urna donde su cuerpo descansaba.

Parecía una pequeña princesa, y lo era, lo cual es una ironía.

Me quedé mirándola por unos segundos, y coloqué mi mano en el vidrio, abriendo la puertecilla con suavidad.

—Ojalá estuvieras aquí, pequeña Black.

Sonreí con nostalgia y volteé, comencé a caminar y frené en seco, al escuchar aquellas palabras.

Aquí estoy, cariño. Te dije que nunca te dejaría.

Fin.

****

Hola hola!

Hemos llegado al fin, quiero llorar.

Con mucha nostalgia les digo:

Nos leemos pronto.

Nana fuera. ♥

Academia Bleed (Versión física disponible)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora