Academia Bleed (Versión física disponible)

¿Carola?

Capítulo 10

Eran aproximadamente las 3:00 am. No estaba cansado, pero tenía hambre. No había tomado ni una sola gota de sangre desde la semana pasada y no podía salir a cazar, en ese caso el cazado sería yo, teniendo en cuenta mi lamentable situación de criatura hambrienta.

Hubo un ruido. Lado derecho, a 10 metros para ser exactos... Debía ser uno de esos Lycans, salí al bosque y sentí el mismo ruido, cada vez más intenso y cercano hasta que se detuvo, estaba muy asustado. 

Verán: los Lycans del siglo XIX  eran muy fuertes, su mordida en un vampiro mataba lentamente, torturaba y corrompía el organismo, en cuestión de un mes: estás muerto.

—¿Me tienes miedo? —Susurraron en mi oído, volteé asustado.

—¿Quién eres? ¿Qué haces en territorio vampírico?

—¿Vampírico? —Rió— Este bosque es público. O qué... ¿Vas a dispararme con ese juguete, guapo?

Era una mujer.

—¿Por qué no te muestras... Y así hablamos civilizadamente?

—¿Y quién te ha dicho que soy civilizada?

Un escalofrío de terror viajó desde mi nuca hasta los pies. ¿Quién lo diría? Un vampiro asustado por un Lycan, era un mal chiste.

—Por lo menos... ¿Me dirías tu nombre?

—Rió con un tono adorable... Eh, digo, arrogante— Mm, seré buena contigo, solo por que me caíste bien... Pero no aseguro nada.

Su voz me hipnotizaba, por un momento pensé que era una pequeña y traviesa ninfa que me estaba jugando una mala pasada. Sentí como algo se acercaba a mí... O bueno, alguien... Estaba cada vez más cerca.

—Solo estuve consciente de su belleza cuando estuvo frente a mí— Soy Carola Sanders.

Demonios, era la hija del jefe Maxim.

—Harold Gray... Por fin nos conocemos.

—¿Eh?, ¿cómo es que sabe usted mi nombre?

—Rió levemente, amo cuando arruga la nariz al reír— después de observarlo durante 9 meses a fondo, sería descortés de mi parte no saber su nombre.

—¿O sea que debería sentirme halagado o comenzar a correr?

—Si correr es lo que usted desea, amo las carreras. 

De repente una risa que la contagió de nuevo hizo un breve eco entre los árboles del bosque, suficiente como para llamar la atención.

—¡Soldado Harold! —Escuché un grito que provenía de la dirección de donde me había desplazado.

—¡Dígame, capitán! —Grité mientras miraba a mi nueva amiga con ojos alarmantes.

—¿Dónde esta? ¡Lo he buscado toda la madrugada!

—A unos metros señor, enseguida voy.

—¡No se tarde!

—Volteé a mirar a Carola con evidente preocupación— ¡Debes irte!.

—¿Por qué? —Preguntó cual niña inocente.

—Te cazarán y te torturarán, ahora que te conozco... No quiero que te hagan daño.

—Eso es extraño. En mi tribu quien está con un amigo, se convierte en amigo también.

—Créeme, ellos no son así. ¡Adiós! 

—¡Espera! —Volteé agitado— ¿Volveremos a vernos? —Sus ojos eran de súplica.

—Dudé— En el lago, mañana a las 3:00 pm.