¿Mala decisión?

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Capítulo 11

—Esta criatura... —Señaló el estómago de Carol— Es una abominación.

—Mucho cuidado con su forma de referirse a mi prometida, Drácula. —Mencioné muy despacio, rechinando los dientes.

—¡Callaos! —Gritó de vuelta y siguió— A qué nivel de insolencia lo ha llevado esta salvaje... —Me señaló— Me decepciona de sobremanera, señor Harold. —Alzó su cabeza cual si fuera un Dios— Lo condeno a muerte por alta traición.

..."Muerte", esa palabra resonó en mi cabeza.

—¡Y a usted! —Señaló a Carol— No puedo sentenciarla a muerte, usted no es de mi tribu... —Se quedó pensando un castigo, alcancé a leer su mente.— Pero puedo condenarla a encierro por traición a ambas tribus y tomarla como rehén de guerra, para que los de su clase entiendan que no deben mezclarse con la estirpe de los vampiros.

—No, ¡Cómo se atreve!

Traté de acercarme y 2 guardias me retuvieron, igual que a Carol.

—No lo haga, Drácula por favor... —Suplicó Carol.

—¡Conde Drácula para usted!, ¡eres una sucia!... Y pensar que eres... O bueno, eras... Parte de la realeza.

Ella lo fulminó con la mirada.

—¡Llévenselos!

—¡No voy a permitirlo! —Decoloré mis ojos de rojo y los guardias cayeron al piso, y al conde le dio un dolor de cabeza tan fuerte que nos dio suficiente chance para salir corriendo, íbamos a ir hasta el bosque, pero solo llegamos hasta nuestra cueva, Carol estaba exhausta.

—Lo siento, estoy muy fatigada, sigue... Yo... Yo te alcanzo mañana.

—¡No!, ¿cómo crees que te voy a dejar aquí sola? Me quedo contigo.

—Está... Bien.

—Ven, duerme un poco, mañana podremos huir a las montañas, frente a las colinas que nos separan de los humanos, ahí los vampiros, no querrán atacarnos.

—... Harold...

—¿Sí?

—¿Vamos a morir?

Sentí un nudo en la garganta que se formaba poco a poco. No sabía qué contestarle.

—No vamos a morir, cariño. Mírame. —Sus ojos eran lo único que me daba fuerza para continuar— Tienes que prometerme que vas a vivir, pase lo que pase.

—Yo no quiero vivir sin ti, no puedo...

—Sí puedes, Carola mía. —Sostenía su rostro con delicadeza mientras ella me miraba con atención— Y lo harás, por más difícil que sea continuar. Vas a vivir por mí, por nuestro bebé y por ti, ¿entiendes? —Era cómo si sintiera mi muerte acercarse a pasos agigantados.

—Sus ojos se llenaron de lágrimas— Lo prometo. Gracias, cariño.

—Gracias a ti, por darme la alegría de ser padre.

Se durmió en mis brazos, al otro día tuvimos más energía para correr a la frontera con los humanos, estábamos llegando cuando nos topamos con una trampa...

La reconocí al instante, no es para nosotros, es para los caza-vampiros y humanos rebeldes.

Estas trampas lanzan una señal a la base, para que vengan y la variedad de tortura puede ser infinita, aunque también pueden borrarle la memoria y dejarlo deambulando por el bosque sin recordar siquiera su nombre.

Las trampas son gigantes, asi que la única manera de pasar, es atrayendo a un humano...

Si eso le hacen a un humano...imagínense lo que pueden hacernos a nosotros.

Yo sabía que la trampa estaba ahí, yo mismo la había puesto.

Lancé una rama y como era de esperarse: Sonó un cañón y unas grandes, largas y rápidas pisadas, llegaron entre los árboles.

—¡Carol, corre!

—¿Por qué?

—¡Solo corre!

—¡No me iré sin ti!

—¡Vete!, protege al bebé, yo...

—¡Gemelos, Harold! —Me interrumpió— ¡Y ninguno de los tres se va a ir sin ti!

Bufé, era muy persistente. Rápidamente nuestros perseguidores habían llegado.

—Vaya, vaya. —Dijo el capitán D.— ¿Qué tenemos aquí?... Un ex-cabo de la realeza y su noviecita embarazada. Esto va a gustarle al conde.

—Aléjate, Dick. —Dijo Carol, no sabía que se conocían pero al parecer  no era de su agrado.

—O... ¿Qué?

—No quiere provocarme.

—No le tengo miedo, pulgosa.

Se transformó en lycan y lo mordió con furia, destrozando su brazo.

—¡Maldita! —Gritó revolcándose en el suelo— ¡Atrápenlos!

Antes de que pudiéramos hacer algo, ya estábamos encadenados. Íbamos uno al lado del otro.

—¿Sabes? —Dijo susurrando— Si muero, lo haré enamorada de un gran hombre...

Sonreí.

—Yo moriré con gusto por ti... Pero debes recordar nuestra promesa.

—Lo haré.

Nos separamos y nos llevaron a cada uno a una sala: a mí directo al calabozo, como era de esperarse. Y a ella, a un cuarto de enfermos.

Mi calabozo era frío, sin luz, sin sonido, sin alegría... Sin carol. Mi manera de morir fue lenta y dolorosa: sin nada de comer, y solo. No dolió mucho cuando mi alma se desprendió de mi cuerpo.

Desde que morí "busco" a carola, quiero saber si vive, si los niños nacieron... O al menos dónde están sus cuerpos.

Academia Bleed (Versión física disponible)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora