Capítulo 11 - Hogar Temporal

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La casa de don Carlos estaba ubicada en el centro de una de las calles más transitadas de aquella zona; protegida por una valla blanca de madera, grande, de dos pisos con un colorido jardín al frente y por el otro lado un pequeño huerto que la señora cultivaba y en el que cosechaba hortalizas comunes y que no ocuparan mucho espacio. Lo consideraba su mayor y más importante pasatiempo, con él evitaba la compra ya además la responsabilidad al señor de cosecharlas. Para ella tenía una importancia representativa aquella pequeña empresa. Ahí, en la parte de atrás, en un pequeño cobertizo estaba una hamaca que usaba el señor en tiempos de extremo calor para pasar las tardes agitadas, era su área de meditación y descanso. La parte de adentro estaba muy bien iluminada y amueblada. Por la puerta principal se iba la sala y de esta a la cocina, adyacente a la sala, un comedor espacioso con un mesa de madera con centro de cristal y sillas a juego. Al fondo de la sala, asimismo, se encontraban unas escaleras de caracol que llevan a los cuartos de arriba. Cuatro de igual tamaño y divididos por un no tan amplio pasillo.

Cuando Jaden entró, respiró el ambiente más cálido que cualquier vez que recordara. En ese instante experimentó la sensación de que sus recuerdos estaban siendo desplazados a un recóndito rincón de su subconsciente. Sintió un fugaz escalofrío y luego se serenó. Había sufrido uno de los efectos de los saltos en el tiempo que más adelante iría conociendo.

Sentados a la mesa, Jaden conoció a toda la familia: Primero don Carlos, luego su esposa, doña Rafaela. Ambos de 55 pero él era ocho días mayor que ella; sus hijos, que eran cuatro, tres hembras y un varón. Las dos mayores casadas pero que aun vivían ahí. Por último, los dos menores. Una joven de la edad de Jaden y el pequeño de 10 años. Eran una familia muy interesante. Sobre todo, la joven menor. Jaden había estado mirándola abstraído durante gran parte del tiempo que duró la cena, que fue bastante.

Quedó satisfecho. La comida le pareció excepcional. Cuando hubieron comido, las hijas y sus compañeros se retiraron. Así como el hijo menor. Entonces el ambiente cambio. Jaden ya sabía que la hora de responder molestas preguntas había llegado. Después de todo, se habían comportado muy bien con él. Le debía un poco de sinceridad a estos buenos extraños. Un poco.

- ¿y... cómo se llama? -la joven rompió el silencio-.

Jaden esperaba otras preguntas, como de donde era y esas cosas. Pero qué bueno que habían comenzado con algo fácil.

-Me llamo Jaden -respondió sonriente.

Y cómo no hacerlo, la niña se mostraba interesada.

-Es un nombre raro -dijo y sonrió-. ¿Y de dónde viene?

«Aquí vamos».

Hubo un pequeño silencio. Jaden no sabía qué responder, no quería mentir impúdicamente. En realidad no era lo suyo.

-Mery... es incómodo que hagas tantas preguntas -dijo don Carlos-.

Jaden buscó todos los nombres que pudieran encajar con ese diminutivo y pronto llegó al más lógico:

«Merary. Interesante».

Jaden no tenía problemas para responder esas preguntas. Solo trataría de no hablar más de la cuenta o de dar información falsa. Ninguna de las dos cosas lo dejaría bien parado con aquellas buenas personas.

-Soy de la zona sur de esta ciudad -dijo- de una colonia de por allá.

Eso no era del todo falso. Por esos lados vivía.

-Bueno, se acabaron las preguntas, por ahora -habló el señor-. Será luego que interrogaremos al muchacho.

Cada quien se levantó y Jaden quedó solo ahí. Pensando en la forma extraña en la que actuaba aquel raro personaje. Parecía misterioso. No había hecho ninguna pregunta, como si ya de antemano supiera quién era él. Y pensó en hablarle después para preguntarle algunas cosas.

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