Capítulo 13 - El Parque

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El sol estaba en su máximo esplendor, pero no fatigaba debido una brisa fresca que soplaba en todas direcciones en aquellos días, el clima en esa zona siempre fue poco variante, invierno y verano eran las estaciones que se intercambiaban durante todo el año, sin embargo un clima templado imperaba en tiempos extraños. Su reloj marcaba las 12:22 y Jaden, que ya llevaba diez minutos buscando un lugar donde comprar algo para comer, se sentía desanimado. No miraba por ningún lado un comedor. En ese momento, sus meticulosos gustos alimenticios habían dejado de ser tan exigentes como lo eran en realidad. Lo que encontrara le parecería excelente.

Le bastó unos minutos más para descubrir, para su fortuna, un lugar donde vendían comida. Muy sencillo y pequeño pero hospitalario. Solo había cuatro mesas de madera que cada una tenía dos sillas largas, una a cada lado también de madera. La gente llegaba mayormente a hacer encargos y solo estaba un hombre con dos niños comiendo algo en la mesa de la esquina. Todo un negocio familiar y lo mejor era que el menú incluía comida para todos los gustos. Dio un suspiro de alegría al momento de deslizarse dentro del local.

Los precios de las cosas eran increíbles. Un plato de comida valía en, en promedio, unos cuantos lempiras. Tenía presente las historias de su madre y de cuando ella estaba joven. Para ese entonces, su madre rondaba los 20 años. Ella era una de las personas que figuraban en su lista de personajes a los que le hubiese gustado visitar, de no ser porque estaba prohibido en las reglas impuestas por gente que aún desconocía.

Los servicios de aquel lugar eran muy buenos, la comida le apreció sencillamente especial. Jaden quedó agradado, había valido la pena toda la espera. Miró su reloj para consultar su tiempo y decidió que disponía de un poco para descansar. Luego emprendería su camino de regreso a la casa de los Serrano. Recordó la situación con aquella familia, todos habían mostrado ser muy discretos, a excepción de la hija menor, naturalmente. Aunque don Carlos parecía saber cosas, por lo que estaba considerando la posibilidad de tener una conversación con él más adelante, confiaba que tuviese información que él ignoraba.

Rogaba al cielo que el primer objeto se mantuviera seguro y que nadie lo descubriera, nada sería peor que eso. Había sido muy cuidadoso y esperaba que sus medidas funcionaran. No conocía a los habitantes de aquella zona, sin embargo, el lugar donde había depositado la esfera no parecía ser frecuentado o tampoco tener señales de ser usado en un futuro. Si seguía el plan todo saldría bien. Era su convicción

Aunque Jaden no era un muchacho que se podría catalogar como optimista. En ocasiones era hasta negativo y dudoso, pero esta situación lo estaba obligando a pensar que todo saldría bien. O al menos lo intentaba, no era un trabajo fácil para alguien que siempre se mantenía neutral. No le gustaba ilusionarse, tampoco exagerar las situaciones.

«Todo saldrá bien -se repetía constantemente-». Y consideraba que eso era ya bastante.

1:05. agradeció a las personas del comedor y retomó su camino de regreso. Ya estaba listo para volver al camino.

Cuando iba, en la mañana, recordó marcar en su celular la ruta, aunque repetidas veces se había visto en la necesidad de cambiar el rumbo porque el camino que eligió se perdía en alguna otra dirección.

De camino llevaba prisa. Pensaba ir a pasear luego de llegar a casa, porque quería conocer mejor el lugar.

Aunque Jaden andaba vestido de la misma manera que la gente de la época, no faltaba el curioso que quedara viendo su reloj, ni tampoco el que lo escrutaba de pies a cabeza porque le parecía extraña o desalineado. No se necesitaba ser adivino para saber que aquel muchacho no encajaba en aquel lugar.

Hubo unos que lo detuvieron para preguntar la hora y otros para consultar otras trivialidades, aunque lo que en verdad querían era satisfacer su mórbida curiosidad. Jaden, se mostraba apurado para que no lo entretuvieran. Ya hasta había pensado en guardar el reloj, pero su mochila tampoco ayudaba, y qué decir de su celular. Ese ni se atrevía a sacarlo delante de las personas. Siempre que necesitaba chequear el camino, trataba de hacerlo con mucha discreción.

El Viajero©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora