Capitulo 23: "La vida"

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"La vida es un regalo. Pregúntate a ti mismo ¿Estás viviendo? Puede que todos contesten que sí, por obviedad. Sin embargo los seres humanos no encerramos en una rutina en la que no salimos de lo mismo y dejamos de disfrutar, dejamos de vivir. Vive cada momento como si fuese el último. Enfócate en el presente porque el pasado ya no lo puedes cambiar y el futuro es el resultado del hoy"

Tocaron a la puerta de mi apartamento y abrí para encontrarme con un Hepburn sonriente.

- Hola- me dijo algo tímido

- Hola- le contesté de igual forma

- Te traje esto- me dijo al momento que me extendía un ramo de margaritas blancas, mis favoritas.

- Hep, no tenías que molestarte... yo

- Ashley, no es ninguna molestia, yo de verdad te quiero y te lo demostraré las veces que sea necesario

- Eres genial. Le dije aceptaba el ramo de flores y lo abrazaba fuertemente- Adelante- me hice a un lado para que ingrese al departamento.

Pasamos una tarde ocupados. Vimos películas, comimos y hablamos sobre la universidad. Ahora solo existe un problema, o más bien una interrogante ¿Qué es lo que en realidad siento por Hepburn? ¿Será que me estoy enamorando? ¿Será que las mariposas que siento cuando lo veo indican algo? O el hecho de que cuando estoy con él se me olvida todo y con todo me refiero a TODO, incluso Andrew. No sé por qué le doy más vueltas al asunto. Me he enamorado de Hepburn, es un hecho, estoy total y locamente enamorada de él.

¿Te gustaría ir a cenar hoy en la noche?- Me preguntó Hep sacándome de mis pensamientos. Creo que una cena sería la oportunidad perfecta para decirle lo que siento por él.

- Claro que sí Hep- le conteste con calma y paz interior gracias a que al fin había ordenado mis ideas.

- Excelente, paso por ti a las ocho, ponte más bella, si es que eso es posible- me dijo en tono halagador.

- Tontito- le contesté mientras le daba un leve golpe en la cabeza

Hep salió del departamento y de nuevo me quedé sola ya que Nath se encontraba trabajando, así que opté por ir a visitar a mamá. Ella ya estaba mucho mejor, los doctores dicen que su cuerpo está asimilando el tratamiento perfectamente y que si sigue así en menos de un año quedaría libre de esa enfermedad. Esa fue la mejor noticia que me habían dado hasta el momento, no puedo esperar a ver a mamá de nuevo en casa contagiando alegría y cantando sus canciones favoritas que Nath y yo detestábamos pero nos sabíamos de memoria.

- Hola mamá- le dije mientras pasaba a la recámara. Estaba comiendo su merienda.

- Hola corazón- Me comentó dulcemente

- ¿Cómo te sientes?- le pregunté al ver su rostro cansado, ella suspiró y me miró fijo a los ojos

- No te mentiré mi amor. Hay veces en las que solo quiero que todo acabe, prefiero quedarme sin hacer nada y que pase lo que tenga que pasar con mi cuerpo- pausó y vio hacia el frente- y después me acuerdo de ustedes, mis dos angelitos. No me puedo dar el lujo de dejarlas solas, ustedes son mi motor en este tratamiento- una lágrima resbaló por su mejilla y se me formó un nudo en la garganta. Esa mujer es lo me pudo haber pasado. Extendí mis brazos y la abracé fuertemente.

Cuando llegué a casa Nath ya estaba ahí.

- ¿Vas a cenar?- me preguntó desde que me vio

- No, voy a salir- le dije sonando quizá un poco emocionada

- Déjame adivinar, Hepburn- se burló

- Basta- le pedí sin poder contener una sonrisa al escuchar su nombre

- Vamos Ashley, ya lo veía venir. El chico es asombroso- Ahora el problema es otro, la miré con cierto toque de nervios- no sé qué ponerme

- Ah, eso déjamelo a mí- dijo mientras hacía un ademán desinteresado con la mano

Siete treinta y yo ya estaba lista. Nathalie es una genia. Me prestó uno de sus vestidos color rojo vino con piedrería plateada que dejaba relucir mis curvas a la perfección, no era muy revelador ni conservador, iba en un término medio. El maquillaje era natural pero resaltaba puntos específicos y opté por llevar el cabello suelto. Ya estaba preparada y quedaba tiempo para que Hepburn venga por mí. Encendí la televisión y comencé a ver la película.

Dieron las ocho de la noche; seguro ya está viniendo.

Ocho treinta; se le hizo un poco tarde.

Diez cuarenta de la noche. Me había quedado dormida en el sillón, Hepburn nunca llegó ni mandó mensaje alguno. No entiendo por qué me dejó plantada, él no es así.

Sonó el teléfono.

- Sí ¿Bueno?- contesté entre sueños

- Buenas noches señorita ¿Es usted familiar del joven Nicholas Hepburn?- La mente comenzó a trabajar en mi contra, todos los pensamientos que me llegaron eran negativos.

- Em... sí, soy su novia. Él no tiene familia aquí porque es estudiante del extranjero.- no sé cómo salieron esas palabras de mi boca si mi mente estaba en otro lugar e incluso después me di cuenta de que dije "Novia"

- Resulta de que sufrió un asalto y estaba malherido, perdió mucha sangre y no dábamos con información de él, solo la pudimos contactar a usted- dijo la oficial y prolongó una pausa que me alteró un tanto más- lamentó mucho su pérdida señorita- suspiró- debe pasar a reconocer el cuerpo, puede pasar mañana a las oficinas.

No lo creía, dejé de escuchar a la oficial al teléfono, esto no podía estar pasando, colgué el móvil sin siquiera dar las gracias a la oficial, no quería oír más, seguramente era un malentendido, lágrimas comenzaron a caer de mis ojos, quería tirar algo, romper todo. Empujé el sillón de la sala hasta que cayó, luego pasé con los adornos, los fui aventando uno por uno viendo cómo estos se estrellaban contra el piso. Yo gritaba y lloraba al mismo tiempo, el aire me faltaba. Nathalie bajó al oír tanto escándalo

- ¿¡Pero qué pasó!?- dijo asustada mientras me intentaba detener

- Hep... Hep... está muerto- logré pronunciar entre sollozos intensos. Nathalie se sorprendió igual que yo pero sé que no lo demostró como para mantenerse fuerte frente a mí.

El velorio fue en Barcelona, toda su familia asistió. Creo que si Hep estuviera aquí estaría más que contento de verlos juntos.

No puedo decir que me encuentro bien porque simple y sencillamente no es así. La parte más dura fue reconocer el cuerpo y ver al chico que amo en una camilla con la piel tan blanca como una hoja de papel y los labios morados. Esta etapa es la más difícil por la que he pasado en toda mi vida, pero estoy segura de que mi nuevo ángel cuidará de mí dondequiera que esté.

"La gente le tiene tanto miedo a la muerte que se la pasa pensando en cómo evitarla a cada segundo. Sin embargo, no nos damos cuenta de que el tiempo se nos va en la planeación de una vida perfecta."


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