En el camino estaba un poco nerviosa. No sabía cómo era la casa del señor Kennedy, ni como nos iban a aceptar los de su familia. En todo caso comprendería que ellos no nos quieran ahí, no es normal que tu papá meta a extraños a la casa.
Pero no era precisamente ese tema el que me preocupaba más. El chico que se supone que "asesoraré" me lo he imaginado de miles de formas, pero no me cabe en la cabeza cómo será; se me hace el típico estereotipo de chico malo, que se viste de negro, tiene una moto y trae locas a todas las de su colegio. Pero igual, a veces los padres exageran diciendo que sus hijos son unos delincuentes fuera de control. Capaz que sea un muchacho común y corriente, pero sin muchas ganas de estudiar.
Físicamente he pensado en él como alguien de estatura promedio, cabello castaño oscuro y de tez dorada. O así es más bien como espero que sea, es justamente el tipo de barones que me gustan. Aunque quizá suene muy mala, el señor Kennedy no es el hombre más apuesto que digamos y ojalá que su hijo se parezca a la mamá, solo decía.
El carro dio vuelta a la derecha y me sacó de mis pensamientos. Fuimos disminuyendo de velocidad hasta llegar a un pequeño estacionamiento privado con unos cuantos coches, nada más. El señor Kennedy aparcó el carro en uno de los casilleros y lo apagó
- Listo señoritas, pueden bajarse. No se preocupen por sus cosas, ahorita le digo a mi empleado que las baje- dijo mientras abría la puerta del conductor y se bajaba
Abrí la portezuela que estaba a mi derecha y me bajé seguida de mi hermana, busqué al señor Kennedy con la mirada y noté que estaba rodeando el vehículo para llegar con nosotras
- Vengan, es por aquí- mencionó al tiempo que levantaba la mano señalando una dirección hacia al frente
Estaba todo a oscuras, pasamos por una fila grande de autos estacionados en el sitio. Posteriormente llegamos a un jardín inmenso, lleno de flores de todos los colores, una fuente en la que se lucía la figura esculpida de una mujer, y palmeras altísimas alumbradas a los costados por focos que servían como pequeños reflectores. Todo era hermoso... y finalmente la casa. ¡Qué casa! ¡Era enorme! La fachada tenía colores que iban del blanco al marrón, varias ventanas por diferentes ángulos con un marco de madera color cobre. ¡Esa era definitivamente la casa de mis sueños! Aún no caía en cuenta de que esa sería nuestra casa por un tiempo. Volteé a ver a Nathalie y noté que tenía la boca abierta, me acerqué a ella y le di un codazo. Enseguida se enderezó y salió su mente. Entramos a la sala de estar y casi se me salen los ojos, eso era tres veces el tamaño de mi casa anterior. ¿Acaso el señor Kennedy había dicho que estaba en la quiebra? Porque su casa refleja todo lo contrario.
- Siéntense en confianza, esta es su casa. Si necesitan algo solo díganlo- dijo amable el señor
- Muchas gracias señor. Tiene una casa preciosa- dijo mi hermana siendo sincera
- No es nada y gracias a ti, que bueno que les gustó. La verdad esta casa es mi tesoro, ha pasado de generación en generación hasta que llegó mi turno de tenerla y es mi responsabilidad conservarla así de linda- comentó orgulloso
- Pues está haciendo un excelente trabajo, déjeme decirle- mencioné
- Gracias, pequeña- dijo sonriente
- ¡Déjame en paz! ¿No te cansas de meterte en lo que no te importa?- gritó alguien desde otro punto en la casa, era una voz masculina. Parecía bastante molesto
- Solo me preocupo por ti, no puedes seguir así. Esto le está haciendo daño a tu papá- una voz nerviosa de mujer le contestó
Tengo que admitir que fue un poco incómodo haber escuchado eso, pero en entiendo perfectamente que todas la familias tengan sus problemas.
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Blogger [#wattys2015]
Ficção AdolescenteAshley con escasos dieciséis años ha pasado por muchas situaciones en su adolescencia, y no todas precisamente buenas. Como la enfermedad que deja en estado crítico a una de las personas que más ama y la pérdida de su hogar. Sin embargo encuentra un...